Recuerdo cuando el segundo José Luis Rodríguez más famoso del orbe legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo y apostilló que después se hablaría de la adopción; todo era llanto y rechinar de dientes. "Anatema, anatema", vociferaban las hordas populares. Debates parlamentarios, recursos al constitucional, convocatoria ciudadana, manifestaciones de miles de personas... para luego asistir toda la cúpula al enlace civil de Maroto con otro hombre, nombrarlo coordinador de la ponencia social y proponer -antes que la izquierda liberal- que se pueda pagar a mujeres para que lleven en su seno lo que obviamente un hombre no podría. A mí, que soy muy tolerante, me da exactamente igual lo que piense cada uno, porque creo firmemente que uno puede creer desde que los burros vuelan a que Hitler en realidad era un profeta judío. No se trata de eso en absoluto: De lo que de verdad se trata es de que es el Popular un partido cimentado en la mentira, en una absoluta falta de principios que pasan a ser consignas moldeadas al ritmo de la izquierda. El materialismo del ideario popular roza o sobrepasa a algunos de los programas más izquierdistas de la historia, y de ahí a la corrupción no hay nada.
¿Por qué no voy a hacer una ley que me favorezca en contra del ciudadano? ¿Por qué no voy a dejar a banca y eléctricas que hagan lo que quieran? ¿Por qué no voy a buscar beneficiarme aunque perjudique a otros? ¿Porque voy a ir al infierno?
Todo se ha basado y sigue basándose en un legalismo estúpido e incoherente que ignora cualquier principio del derecho natural para poner a una plutocracia (el poder legislativo) por encima de todas las cosas.Una vez hemos matado a Dios sólo rige el imperio de la ley, y la ley la dicto yo.
Fácil ¿Eh?
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