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El terruño de Benito.

Benito plantó unos árboles en un terruño que tenía baldío. Era una gran extensión de tierra sin cultivar y sin roturar, y él no tenía tiempo para esas cosas. 
Benito se dio cuenta de que alrededor de sus árboles había cada vez más abejas, mariposas y otros insectos. Algunos le dijeron que molestaban, que por qué no fumigaba, pero él no tenía tiempo para esas cosas. 
Benito vio que cada vez más aves anidaban en las ramas de sus cada vez más grandes árboles, y que sus desperdicios caían en la tierra y la manchaban. Sus conocidos le dijeron que tratara de espantarlos, pero Benito no tenía tiempo para esas cosas. 
Benito vio que cada vez había más vegetación en el suelo bajo los árboles, que se habían convertido en un bosque. Todos le dijeron que la cortara. Y él seguía sin tener tiempo para esas cosas. 
Benito vio que castañas, avellanas, nueces y bellotas caían de las cargadas ramas de su bosque. Cuando le decían que las recogiera pensaba en que no tenía tiempo. 
Benito vio que ardillas, lirones, ratas, conejos y ratones se paseaban por su bosque en número cada vez mayor, atraídos por la vegetación y por los frutos caídos. Cuando le dijeron que los cazara protestó: Él no tenía tiempo para esas cosas. 
Benito vio que halcones y búhos y otras rapaces frecuentaban cada vez más sus terruño persiguiendo a los pequeños animales que lo frecuentaban. Después vio jabalíes, corzos, gamos y ciervos. Vio comadrejas, armiños, zorros y lobos. Un día se cruzó a un oso en su perezoso caminar. Cuando le dijeron que por qué no los echaba o los mataba dijo que él no tenía tiempo para esas cosas. 
Hoy los árboles crecen y son abonados por los desechos de todos los animales que comen sus frutos y pastan a sus pies, que a su vez sirven de alimento a todos los depredadores que allí viven. Hay panales de miel y flores en primavera, y se oye el zumbar de los insectos, el trinar de las aves, el bramido del ciervo y el aullido del lobo. 
Benito ha muerto, vio pasar su vida mientras agradecía a Dios sus dones. En su sencilla mente nunca encontró tiempo para nada más, y hoy está en el Cielo contemplándolo todo y disfrutando de su terruño en una eternidad perenne y sin tiempo. Benito ya nunca más tendrá que preocuparse de tener tiempo.

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