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Una teoría del derecho.

Cuando empecé a estudiar derecho, allá por los primeros noventa, todo el temario me pareció farragoso, teórico en demasía, cargado de referencias históricas, de usos, de costumbres, de principios generales y de interminables articulados que había que memorizar como dogmas inalterables, pese a que desde entonces han sido alterados constantemente por leyes de todo rango. Seguramente eso motivó que el segundo año todo mi ser se manifestara contrario en su naturaleza al estudio de las leyes y colgara la toga antes de ponérmela, cosa de la que nunca me he arrepentido.

Una de las primeras cosas que te enseñaban era el Principio de Competencia, que viene siendo en román paladín que no te metas donde no te llaman o, más coloquialmente ¿A ti quién te ha dado vela en este entierro? A este principio tan cargado de razón le seguía el Principio de Jerarquía, que se resume en "donde hay patrón no manda marinero", principio que se saltan constantemente -al igual que al anterior- cuanta administración puebla el complicado mapa de casi cualquier país. El mío no es una excepción, y en España todo el mundo pretende legislar de casi cualquier tema que muchas veces no es ni de su competencia ni de su incumbencia.

Ejemplos de saltos a la torero los tenemos en ayuntamientos legislando a favor de la normalización, comunidades acerca de la soberanía territorial o la división nacional, gobiernos derogando Leyes Orgánicas por Real Decreto o Parlamentos legislando sobre la moral... llegamos al busilis.

Porque cuando los legisladores empiezan a decir lo que es bueno y lo que es malo no hacen otra cosa que entrar en el ámbito de lo privado, lo personal o lo metafísico; y hasta ahí podíamos llegar.

Según la tradición judeo-cristiana, los Mandamientos de la Ley de Dios fueron entregados a Moisés en el monte Sinaí. El cuando, ya que tenemos el "quién", el "qué" y el a "quién", es controvertido toda vez que las referencias a Moisés, Moshé o Musa (como lo llaman los musulmanes) no son históricas. Se cree que el momento protohistórico al que corresponde el éxodo es al reinado de los Hicsos en Egipto, aproximadamente en el Siglo XVI antes de Cristo, aunque otros lo datan en el Siglo XIV e incluso hay quien dice que el patriarca no es otro que que Akhenaton. Alá eles, que dicen en mi tierra.

Lo cierto es que los seis amigos de Rudyard Kipling* nos dirían que faltan el "cómo" y el "por qué", que no darían crédito a eso de unas tablas de arenisca bajadas del Cielo y añadirían que Dios no existe y que todos son cuentos de viejas. Alá eles tamén, que también dirían en mi tierra.

Porque no cabe duda de que en algún momento anterior a nosotros, pero que muy anterior a nosotros, apareció allá por Oriente Medio un código de conducta o comportamiento que rige para la inmensa mayoría de la Humanidad y al que, se pueda llegar por la razón o no, hay muy poco que objetar, y vaya si se le ha objetado.

Porque amar a Dios sobre todas las cosas ni se hace ni se enseña. Esto es absolutamente lógico según los cánones actuales relativistas que niegan, por tanto, cualquier tipo de absoluto.Dios es para cualquier religión lo absoluto, el non plus ultra o el Alfa y el Omega, pero siempre que exista. La negación de esta existencia más allá de la comprensión, de su carácter de esencia de todo lo existente hace que este mandamiento no sirva absolutamente para nada. Y entonces mejor lo quitamos, que diría Groucho Marx.

Claro que no tomar el nombre de Dios en vano está absolutamente relacionado con el anterior, de hecho prácticamente no se hace otra cosa que blasfemar, hasta el punto de que hace poco se alzaron voces reclamando el derecho a la blasfemia. ¿Entonces lo quitamos también? Venga, lo quitamos.

Santificar las fiestas... bueno, de esto ya ni hablamos:Ni siquiera los creyentes asisten a los oficios religiosos o dedican esos días a la oración.De hecho cuanto más "avanzada" es una civilización menos se asiste a los cultos. Sin duda este lo quitamos.

En cuanto a lo de honrar a tu padre y a tu madre viene estando en desuso, aunque en diferentes grados de "desusión"; por ejemplo: Yo creo que los padres de Olvido Hormigos no deben sentirse muy honrados por sus hechos, pero teniendo en cuenta que muchos padres no dan motivos para que sus hijos estén orgullosos de ellos tampoco es de extrañar.No sé si lo quitaría o no... a ver, a ver... venga, ya que no hay refrendo legal a este honramiento y puedes deshacerte de tus padres o incapacitarlos si tienes un buen abogado no vamos a dejarlo solo ¿No?

Claro que el No matarás sí se cumple, salvo en las guerras, los abortos, los asesinatos, los parricidios... pero este sí está incorporado a los cuerpos legislativos, o sea que aunque no se cumpla a rajatabla ya tenemos un mandamiento que ha sobrevivido a 3.600 años de Historia de la Humanidad. No está mal, no está mal.

Lo de los actos impuros yo no lo acabo de ver como base de ningún principio legal: No hay leyes contra casi nada... aunque misteriosamente el nuevo código penal no permite abusar sexualmente de los animales, entiendo que a no ser que las relaciones sean consentidas. Y por cierto ¿Alguien ha pensado que se considera ilegal acostarse con alguien menor de edad hasta el día en que cumple dieciocho pero no desde ese día, independientemente de la edad del otro concurrente al refocile? En definitiva no creo que nuestra profusa legislación quiera meterse en este charco, antes bien trata de definir lo que la sociedad considera lícito dependiendo del quién y no de qué. Pobre Kiplin. ¿Meteríamos aqí que las relaciones con menores o sin consentimiento son actos impuros pero no si no se dan estas circunstancias? Bien, pues entonces lo quitamos, porque esto no queda para nada claro.

En España hablar del séptimo de los mandatos del Decálogo puede sonar a chufla ¡Pero... ! ¡Esta vez sí está recogido en numerosas legislaciones! Y de hecho está recogido en tantas formas que da que pensar. Verdaderamente el ser humano es chorizo por naturaleza, y todo lo demás viene siendo accesorio. En cualquier caso queda, que dirían Les Luthiers.

Vayamos pues a ese octavo mandamiento tan desconocido en el ser humano, como es no mentir: La mentira no esta penada y sólo está tipificada en cuanto afecte al honor de los demás. Yo no considero que nuestro ordenamiento jurídico recoja en absoluto la mendacidad como delito... y por eso no lo voy a incluir tampoco.

Lo de consentir pensamientos o deseos impuros... es que ni me meto, basta con abrir cualquier medio de comunicación, encender la televisión o dar un paseo. Se consienten, se fomentan y hasta se disfrutan (¿He escrito yo eso?) Bueno, este tampoco lo dejo.

Para terminar un somero análisis de lo de codiciar los bienes ajenos: No.

Y entonces nos encontramos con que estas diez leyes que nadie usa que explican perfectamente toda la indecencia, inmoralidad, corrupción, relativismo, prevaricación... que nos asolan no son la base de nuestro ordenamiento, que sólo desarrolla dos de sus postulados -el quinto y el séptimo- y que lleva escribiéndose desde los romanos, del que ha escrito hasta el apuntador y que está compuesto por miles de normativas para todo. Y nos encontramos también que toda esta profusión de normas no han servido ni para que no se mate ni para que no se robe, pero que tienen que ser seguidas por todos puesto que emanan del Poder Legislativo...

Qué cierto es que el primer pecado del hombre es la soberbia.

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*Seis honrados servidores me enseñaron cuanto sé; sus nombres son cómo, cuándo, dónde, qué, quién y por qué.


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