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Pues al final hubo BREXIT, gracias a Dios.

Pues, en mi opinión, cada vez que pasa algo malo para Inglaterra es bueno para España.
El segundo país más rico de Europa y su mayor potencia militar ha demostrado ser una nación insolidaria; bueno, en realidad lo ha confirmado, porque cuando empezaron las migraciones -hace cerca de veinte años, para los que se creen que las descubrió Ada Colau- decidieron que era un problema de España, Italia y Grecia. Después, cuando estallaron las burbujas financieras e inmobiliarias, decidieron unir a Portugal a ese grupo y denominarnos los PIGS (cerdos), sin duda ignorando que los ingleses estarían viviendo en chozas sin la filosofía griega, el derecho romano, los descubrimientos de los navegantes portugueses y sin el Siglo de Oro español.
¿Y ahora dónde has quedado, Imperio Británico? ¿En tus adolescentes saltando desde los balcones? ¿En tu libra esterlina por los suelos? ¿En un veto en el Consejo de Seguridad de una ONU que ampara dictaduras, tiranía, comunismos, teocracias? ¿En Escocia pidiendo salir y en Irlanda valorando unirse a la Eire de la que nunca debió ser sajada, en las monas de Gibraltar pirateando con tabaco y colonia?
Pues que se vayan: Trescientos millones de europeos seguimos siendo parte de la Unión, y ahora es cuando van a empezar a mendigar, cuando van a tener que ceder, cuando no nos importará que conduzcan por la derecha, la izquierda o el centro, cuando no nos importará que no tengan nuestra moneda ni que atornillen para el otro lado.
A mí nadie me engaña: Hay que alegrarse por lo que ha pasado y decir a todos los estados miembros que los derechos implican obligaciones y que la unión hace la fuerza. Alemania, España, Francia e Italia tienen la oportunidad de liderar la comunidad internacional si actúan de forma decidida teniendo en cuenta las necesidades y las ambiciones de los restantes estados miembros. Ahora sólo falta que se vayan los inmorales holandeses: Sugiero que aboguemos por el Flamenxit.

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Querido Javier... o querido Ignacio.

Estoy dándole vueltas acerca de a quién escribirle esta carta, porque ya me estoy cansando de que nadie me responda. Empecé con Mel Gibson, luego fue Antonio Banderas, Amenábar... creo. Nada, que nadie me responde, y encima Scarlett Johanson no se ha comprado un piso en Ferrol, pero voy a probar otra vez, a ver qué pasa esta vez. Si la carta fuera para Javier Gutierrez le diría que empiece a abandonar su discreción y se compre un casoplón y publique alguna foto en los mejores restaurantes de la ciudad, o en donde le dé la gana pero que sean sitios que molen, y que vaya pensando en producir alguna película (y protagonizarla) en la que nuestra ciudad esté presente. En cambio, si la carta fuera para Ignacio Rivera,en cambio, le diría que vaya a conocer a Marcial Pita y a su proyecto Astillero en Esmelle. ¿Que por qué? Pues porque los señores de Estrella Galicia están invirtiendo en vios una mantecá y bajo la marca Ponte da Boga, ya están sacando unos monovarietales que, conociendo a Don

De prólogos y epílogos.

Desde mi más tierna infancia y desde hace generaciones, las fiestas de la Natividad de Jesús marcan un fin de ciclo en la vida de millones de personas. El año nuevo cristiano trasciende las creencias y tiene algo de metamorfosis en el que tanto de forma individual como colectiva, muchos se proponen enmendar los errores del pasado y mejorar en lo venidero. Muchos somos una excepción y nos agarramos al "Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy" en lo personal, pero Ferrol no vive su mejor momento, y eso es algo que para muchos es una parte consustancial a nuestra vida. Sí: La crisis es algo en lo que muchos ferrolanos han nacido, crecido y vivido, e incluso hay quien no recuerda un Ferrol ajena a ello... Pero crisis es un término que tuvo un significado que es al que debemos agarrarnos: el cambio. Hemos cambiado desde siempre, o al menos desde que somos lo que somos; nacimos para hacer barcos y dar cobijo a las naves de la Armada Real, y eso es también consustancial

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