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Plantemos un bosque, o varios.

A mí se me ocurre que hay bosques que podríamos plantar aquí en Ferrol, que se da bien casi todo. Por supuesto se me ocurrió porque cada dos por tres salen imágenes en la prensa digital en la que recomienda ir a tal o cual paraje a conocer un bosque de acebos, de hayas o de robles. Hay bosques que no hace falta plantar, por ejemplo:


- Pinar ya tenemos el de Doniños, que es una joya en sí misma que atesora tantas figuras de protección que el principal misterio es que jamás se lo mencione en ningún medio regional; porque cuando nos ponemos en plan localista siempre aparecen las Fragas del Eume acompañadas de las del Belelle y su mágica fervenza, aparecen fotos de las playas locales, puestas de sol o panorámicas inauditas desde los numerosos miradores que Dios y la orografía tuvieron a bien concedernos y que los ingenieros militares tuvieron a bien acondicionarnos... pero Doniños no aparece por ninguna parte, que aunque los pinos se quejen en el himno gallego en la realidad son más bien callados.
- También tenemos una fraga en Menáncaro, aquella que Irisarri quería poner en valor y Juan Fernandez poner a rendir; tampoco le sacamos ningún jugo a la pobre, pese a que tiene unos robles impresionantes y está a apenas unos metros de uno de los lugares más mágicos de nuestro concejo, que no es sino el Monte de Chamorro, con su ermita, su rosario, su Via Crucis y sus restos ancestrales, desde donde la Virgen del Nordés se embelesa contemplando nuestra ría y las dos siguientes.
- Tenemos el bosque dos nenos, o algo así. Está tan bien situado que yo ni siquiera tengo muy claro dónde está. Bueno, para ser justos sé que está por Serantes o por Mandiá, pero no os puedo contar nada de él porque os nenos ya no deben serlo tanto y no parece merecer mucha atención en estos tiempos tan verdes en que vivimos.
- Ni que decir tiene que en El Montón tenemos otro bosque, que está cerrado porque no lo quieren o no lo pueden abrir, que eso ya no lo sabe ni el que lo arregló.


Pero yo creo que sí podíamos plantar un par de bosques más que en poco tiempo merecerían ser visitados para solaz y deleite de los pocos que los encuentren. Por poner ejemplos de cosas que se podían hacer y, por lo tanto, es casi imposible que se hagan, yo incluiría:


- Un bosque otoñal, con abedules, álamos o sauces, que nos permitiera maravillarnos de los contrastes entre esos ocres y encarnados. Ya puestos se pueden plantar también arces o liquidámbares... o cualquier especie que cuando empiecen los fríos cambie su coloración y haga que la visita merezca la pena. Mougá podría ser el sitio perfecto.
- Un bosque de nogales, avellanos y castaños, micorrizados con setas y que den buenos frutos para que de pie a llevar un cesto y recolectar un poco, acercándonos a aquellos tiempos en los que estábamos menos cerca del progreso que ahora. Tal vez en el valle de Esmelle, San Pedro o La Pega.
- Un bosque de la Navidad en alguna de las hondonadas de Covas. Una zona de abetos y otra de acebos lo suficientemente extensas como para que se pueda pasear por ellas y actúen de pulmón verde. ¿No os encantaría llevar a vuestros pequeños por un paseo de sirga o de albero una tarde de sábado? Las inmediaciones de Balón también podrían acoger tan bella iniciativa.
- Un bosque primaveral, con frutales que no necesiten mucho mantenimiento, como guindos, cerezos o pexigueiros y que estallen en flores en primavera. Ni que decir tiene que a finales de verano se podría acudir también de recolección y enseñar a los niños hábitos de alimentación y de vida saludables.


¿Os parece una idea disparatada? Pues atendedme un momento: Durante su mandato municipal, el entonces alcalde Vicente Irisarri propuso realizar plantaciones en aquellas parcelas públicas que no tuvieran ningún uso. Por otra parte la izquierda nacionalista lleva dando la matraca con la concentración de parcelas incultas y la creación de bancos de tierra desde los desafortunados años del bipartito. Además, el gobierno autonómico acaba de anunciar partidas de hasta seiscientos millones de euros para frenar la expansión del eucalipto y fomentar, entre otras cosas, plantar especies autóctonas o unir parcelas pequeñas para conseguir otras más grandes. Finalmente, el diario La Voz de Galicia lleva años con su programa Voz Natura, en el que participan con apoyo incluso financiero diferentes entidades gallegas.
Porque a veces sólo se trata de querer hacer las cosas y fomentar jornadas escolares de mantenimiento forestal, contratar a cuadrillas de parados, tener una bolsa de brigadistas para tareas de apoyo, programar jornadas familiares de siembra, recogida de residuos o desbroces... en Canido ya lo han hecho, en Esmelle también, en Suecia lo empezaron a hacer hace cien años. Y por eso quiero menos dinero tirado en magos, apalpadores o normalizaciones lingüísticas que sólo pretenden retrotraernos a un pasado oscuro y a un futuro incierto, y quiero mucho más dinero invertido en que un día los que vengan detrás puedan sentirse orgullosos de sus antepasados y no sean una mancha de plañideras incapaces de hacer algo productivo más allá de lamerle unas supuestas heridas a antepasados que, la mayoría de las veces, ni siquiera las sufrieron.



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