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Pink Floid y la moto de Julías.

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¿Se podría cantar ahora la canción de Carolina?

Pues no tengo muy claro si hoy me apetece volver a escribir de eso, pero Julías le metió a un pinkfloid que se apoyó en su Puch Condor. Yo tenía una novia que vivía en las Mercedarias y la dejé porque acompañarla a casa me resultó una tarea superior a mis fuerzas: Los yonkis me pedían en cada esquina, hasta el punto de que ya les decía que le había dado todo a su colega el que estaba un poco más arriba ¡Qué añoranzas! Un día un nacho dijo que había que tirar el muro, y sigo preguntándome si no sería el pinkfloid al que le metió Julías por apoyarse en su moto, a modo de represalia.
Las ideas no bullían, precisamente... o al menos no brillaban: La cultura es basura, la Bruja Avería, hay que tira-lo burro do cabalo… crisis ¿Qué crisis? Pues todas las crisis del mundo, nada menos.
A nosotros nos tocó la de la construcción naval, a los ingleses y a los asturianos las de las minas, a otros algunas peores: Etipía se moría, los yanquis hacían películas cargándose a los malvados (y bastante estúpidos) rusos, llegaba el Made in Taiwan y España se llenaba de Adidas, también apareció el SIDA a nivel global, y todos éramos The World, aunque estaba patas arriba. Explotó Chernóbil y el Nevado del Ruiz, y vimos a un niño morir ante las cámaras.
Entre mis primeros recuerdos están los boicots a las Olimpiadas de Moscú y Los Angeles, la Guerra de Irán-Irak, los atentados contra Juan Pablo II y Ronald Reagan y la Guerra de Las Malvinas... y el agujero de la capa de ozono y los clorofluocarbonatos, que tiene castañas que los niños aprendiéramos esas palabrotas, máxime cuando se acababa de matar en un accidente Félix Rodríguez de la Fuente, al que cantaban Enrique y Ana sin parar aquello de la Osa Mayor. En Madrid se manifestaban los del aceite de colza, y ETA mataba sin ton ni son a hombres, mujeres y niños de forma bastante indiscriminada.
En la tele muchos programas plagados de esa moda horrible que nadie añora y Pedro Ruiz diciendo lo buena que estaba Carolina. El Libro Gordo de Petete y Espinete y Don Pimpón, la primera y la segunda, Sábado Cine y Sesión de Tarde, las pelis de un rombo y los kioskos difundiendo un destape que escandalizaba a todas las señoras de bien y que a muchos nos hacía descubrir cómo eran las mujeres por dentro.
Y en Ferrol el Madrid-París y sus películas de estrambóticos nombres. Qué tiempos aquellos en el que nos partíamos de risa leyendo la cartelera sin entender los zafios juegos de palabras que proponían para deleite de los mejor humorados.
El otro día un amigo me dijo que era primo de Julías… me quedé asombrado: Para mí sólo era una leyenda, una especie de sombra que recorría las calles en una Puch Cóndor en aquellos tiempos en que Arévalo todavía podía hacer de fuñaño, Pedro Ruiz mirar las pechugas de Carolina, la Bombi decir cada dos por tres "¿Por qué seraaa…?" y en la que David Summers confesó que, para él, una de las mujeres más guapas de España era Kim, la azafata del 1,2,3...
Y no me olvido de La Trinca, ni de Georgie Dann (¿Cómo hacerlo?) y de sus letras, ni de tantas otras cosas que quedaron atrás, como Mayra Gómez-Kemp y Bigote Arrocet, como Ozores, Esteso y Pajares, Teresa Rabal y Torrebruno, y tantas otras cosas que se van diluyendo como un hielo en la ventana mientras los últimos nostálgicos siguen pidiendo que se derribe el muro y sin ver lo que hay a nuestro lado, como moscas que golpean incesantemente un cristal, ignorando que justo al lado, la ventana está abierta.

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