Ir al contenido principal

Lo de los museos, aunque ya lo había dicho.

Bueno, pues una vez se consolida EXPONAV como referente museístico en la ciudad, constatamos que su existencia no sería posible sin la financiación de la Diputación de la Coruña, que aporta algo así como el 80% de su presupuesto, ahí es nada. Ese presupuesto ronda los 200.000 euros al año, que yo no sé si es poco o es mucho, pero que es lo que hay.
Como saben mis informados lectores, en Ferrol hay otros dos museos: el Museo Naval vive de y para la Armada Española, que es la institución que lo nutre de personal y que lo financia. También tenemos la sede ferrolana de la Sociedad Gallega de Historia Natural, que hasta donde yo sé recibe aportaciones públicas y donaciones, algunas de los visitantes que las aportan voluntariamente en la urna que hay en la entrada.
A estos tres museos se les une el Torrente Ballester, también conocido como Hospital de Caridad, que es municipal y se nutre de fondos municipales, y que organiza muestras con cierta regularidad, además de contar con una colección permanente que, desgraciadamente, no es tan interesante como a algunos nos gustaría; y no, no pretendo lanzar una crítica: Parece ser que el espacio no reúne las condiciones para exponer ciertas obras y que por eso están almacenadas en otras dependencias municipales.
Desde el 1 de Diciembre contamos con un quinto espacio expositivo, que se ubica en los bajos de la Mella y que está dedicado exclusivamente a la Semana Santa ferrolana; creo que es importante especificarlo porque no es un museo "de la Semana Santa" y sí es un museo local que expone aquellas piezas que aportan las cinco cofradías de la ciudad, al menos en su fase inicial.
De todas estas salas sólo hay una que a veces cobra, que es EXPONAV. Cuando digo que a veces cobra es porque cuando hay exposiciones temporales la entrada es gratuita, por lo que no todos los que visitan la exposición están contribuyendo a su funcionamiento.
Creo que hay que ser más ambiciosos y crear un carnet cultural de Ferrol: Algo tan sencillo como un pase permanente para las cinco salas que aporte fondos a su conservación y mantenimiento. Lo deseable es que la compra de dicho pase pudiera reportar algún tipo de beneficio fiscal o invitaciones para los eventos que en ellas se celebrasen y que, a través de la concejalía de cultura, se transfirieran fondos a las cinco en función de sus necesidades.
Sé que es difícil, pero imaginémonos por un momento que se consigue sentar en una misma mesa a los responsables de las cinco instituciones y se acuerda crear un pase temporal o permanente que sea común a todos y que aporte, por ejemplo, un plano explicativo de la ciudad. También se podría involucrar al comercio o a la hostelería en los gastos de impresión y acordar reuniones periódicas para abordar las necesidades de los cinco centros.
Sé que la percepción económica sería exigua, pero me uno a tantos que reclaman que San Felipe se convierta en un espacio expositivo y a aquellos que exigen la creación de un museo/ centro de interpretación de la ciudad en el que se exhibiesen de forma permanente no sólo los fondos artísticos que tenemos escondidos sino también una historia de cómo la ciudad nació y de cómo llegó a ser lo que es hoy.
En una segunda fase se podría, además, incluir a empresas que aportasen fondos para financiar a esta pequeña red de museos, y por supuesto legislar desde el municipio que las aportaciones desgravasen de todos los impuestos municipales... vamos, que necesitamos impulsar el mecenazgo en la ciudad.
Bueno, pues esto tampoco me lo he inventado yo, existe en Inglaterra y es (creo) nacional, por lo que podríamos servir de experimento para una red gallega de salas de exposiciones.
Sí, ya sé que es un sueño que la gente aporte voluntariamente fondos para conservar su cultura, pero es que yo soy así, de natural soñador, y creo que algún día despertaremos de ese sopor que nos hace creer que aquí, en Ferrol, no hay nunca nada que hacer.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Demasiados talveces, demasiados quizases.

Es una mañana bonita, con los rayos de sol colándose entre nubes de colores, de esas que siempre aparecen después de la tormenta. La ciudad está dormida, como la Vetusta de Clarín, y sin embargo ya algunos leen la prensa con un café, otros pasean y algunos peregrinos comienzan su viaje con la expectativa de que al final se encontrarán a sí mismos al divisar las torres de la Catedral de Santiago. Ferrol es un punto de partida, que duda cabe: De Ferrol han partido barcos desde que empezaron a hacerse, peregrinos desde que se encontró la tumba de Santiago el Mayor, ferrolanos desde que los marinos hicieron de la ciudad una de sus sedes. Hoy, se dice que hay 15.000 ferrolanos que viven dispersos por el mundo, e incluso hay quien asegura que se podría hacer un programa dedicado sólo a esos emigrantes que no se sabe por qué, hicieron de la canción de Santi Santos su himno y su filosofía de la vida. Yo ya marché y ya volví, y nunca juré que no lo haría. Vivir fuera es tal vez la mejor vacu

Querido Javier... o querido Ignacio.

Estoy dándole vueltas acerca de a quién escribirle esta carta, porque ya me estoy cansando de que nadie me responda. Empecé con Mel Gibson, luego fue Antonio Banderas, Amenábar... creo. Nada, que nadie me responde, y encima Scarlett Johanson no se ha comprado un piso en Ferrol, pero voy a probar otra vez, a ver qué pasa esta vez. Si la carta fuera para Javier Gutierrez le diría que empiece a abandonar su discreción y se compre un casoplón y publique alguna foto en los mejores restaurantes de la ciudad, o en donde le dé la gana pero que sean sitios que molen, y que vaya pensando en producir alguna película (y protagonizarla) en la que nuestra ciudad esté presente. En cambio, si la carta fuera para Ignacio Rivera,en cambio, le diría que vaya a conocer a Marcial Pita y a su proyecto Astillero en Esmelle. ¿Que por qué? Pues porque los señores de Estrella Galicia están invirtiendo en vios una mantecá y bajo la marca Ponte da Boga, ya están sacando unos monovarietales que, conociendo a Don

De prólogos y epílogos.

Desde mi más tierna infancia y desde hace generaciones, las fiestas de la Natividad de Jesús marcan un fin de ciclo en la vida de millones de personas. El año nuevo cristiano trasciende las creencias y tiene algo de metamorfosis en el que tanto de forma individual como colectiva, muchos se proponen enmendar los errores del pasado y mejorar en lo venidero. Muchos somos una excepción y nos agarramos al "Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy" en lo personal, pero Ferrol no vive su mejor momento, y eso es algo que para muchos es una parte consustancial a nuestra vida. Sí: La crisis es algo en lo que muchos ferrolanos han nacido, crecido y vivido, e incluso hay quien no recuerda un Ferrol ajena a ello... Pero crisis es un término que tuvo un significado que es al que debemos agarrarnos: el cambio. Hemos cambiado desde siempre, o al menos desde que somos lo que somos; nacimos para hacer barcos y dar cobijo a las naves de la Armada Real, y eso es también consustancial

Una rodaja del Mistral

Esto de los blogs se complica cada día, y por eso sólo voy a escribir una breve nota de algo que no va a pasar: El Museo Naval de Ferrol y EXPONAV han solicitado a la Armada que, una vez se concluyan la desmilitarización y baja en la Armada del submarino Mistral, les sea proporcionada una rodaja del mismo para que sea musealizada y visitable. Se está a la espera de la respuesta. Y del envío.

El tiempo que pasa, inexorable.

1. El Alvia.  Como si fuera un punto de fuga en un cuadro de Tintoretto lo primero que me atrajo aquella muy temprana mañana de verano, húmeda y lluviosa, fueron esas velas que recordaban la tragedia pasada hacía muy pocos días en Angrois. Yo estaba a punto de coger el mismo tren, el Alvia de Madrid, pero en el sentido inverso de la marcha. Reinaba cierta conmoción en la estación, pese a estar prácticamente vacía. Después de equivocarme de tren y estar a punto de acabar al otro extremo de España ocupé al fin mi asiento y me dispuse a disfrutar del viaje. A mí me encanta viajar en tren y ese trayecto era completamente nuevo para mí, ya que mi último viaje desde La Coruña fue por la vía antigua. El brusco descenso de la velocidad del convoy me indicó que ya estábamos llegando a la famosa curva y afiné mi atención. Como siempre cierto pudor me hizo dudar por un instante, pero al final la visión del punto exacto del desastre me hizo santiguarme y pedir en muda oración por las alma