De Montefaro y aledaños se pueden decir muchas cosas, y se han dicho tantas que me quedo con una sola: Tiene que ser nuestro Monte de San Pedro; así, sin más. Cuando uno logra vencer la pereza y recorrer su empinado acceso lo hace sabiendo que una mente abierta y despierta le va a hacer disfrutar de unos paisajes sin par, de unas ruinas evocadoras, de unas vistas asombrosas, de un historia varias veces centenaria y de una naturaleza que gana constantemente la partida a nuestra desidia envolviéndonos ora en sombras verdosas ora en luces cegadoras. Yo sé que las cosas difíciles son las que más nos cuesta emprender, y por eso creo que lo mejor es empezar por el principio: - Primero delimitamos un área entre el Monasterio de Santa Catalina y la Punta del Segaño, y si nos atrevemos incluimos La Palma y san Martín... ya si tenemos un día osado metemos Chanteiro entero incluidas playa, ermita y Punta Coitelada. Ya está hecho, vale. ¿Ahora qué? Pues... - Una vez de...
Llega un momento en la vida en que empiezas a creer que la palabra es importante. Estas son mis armas para luchar por y para tratar de mejorar el mundo.