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Mostrando entradas de agosto, 2020

De madera.

¿Os he mencionado alguna vez lo que disfruto con la gastronomía? No creo, y como no quiero arriesgarme a que os quedéis sin conocer esa parte tan importante de mi personalidad, os diré que espero impaciente el desarrollo de esa Chá de Brión en la que exactamente hace doscientos veinte años nos dedicamos a degollar ingleses como si no hubiera otra cosa mejor que hacer. Hoy es 25 de agosto, festividad de San Luis Rey de Francia, cuyos cien mil hijos nos devolvieron a la estupidez borbónica después de dejarnos la bolsa y la vida expulsando a los gabachos del solar patrio. Algo me dice que esos montes de Brión debían ser bastante diferentes a como son ahora, concretamente me lo dicen mis cada vez menos frecuentes lecturas y la escasa formación que atesoro como oro en paño. A mí me gusta girarme para mirar atrás cuando hay algo que merece la pena, pero mi anatomía me dicta que camine mirando hacia adelante para evitar romperme la crisma, por lo que he descartado que tengamos que volver al p

Chipirones y zamburiñas (2)

Asistí no hace mucho tiempo a una conferencia en la que el Capitán de Navío Sánchez-Feijoo, que fue Director del Museo Naval de Ferrol, aseveró que en Ferrol teníamos la mayor colección de anclas del mundo; él mismo, como respondiendo a una inexistente pregunta del público, explicó con una gran sonrisa que esto era así porque él lo había dicho y nadie le había contestado lo contrario. Aplastante ¿Verdad? Pues pasa lo mismo con los chipirones y las zamburiñas de Ferrol, que por ahora son los mejores de Galicia, lo que quiere decir de España y del mundo. No quiero que penséis que mi imaginación se agota en tan sabrosos moluscos, especialmente teniendo en cuenta que quedan vacantes los tronos de las nécoras, los bueyes, los santiaguiños y los bogavantes, y está por ver si se puede disputar el dominio de las langostas de la Ría de Arosa y el de las centollas de Bueu, además de que algún día hablaremos de por qué nadie menciona que los lenguados del Golfo Ártabro ya eran mencionados por los

Año santo de barcos y comidas.

Hay cosas que pasan más o menos desapercibidas y que tienen una importancia tan grande que pueden resultar estratégicas para una región, un país o una ciudad. En este extraño agosto en el que la segunda oleada de coronavirus llegó con adelanto, nos hemos centrado fundamentalmente en la vida y milagros del anterior jefe de estado y no en cosas más prosaicas que sí podrían afectar a nuestro futuro inmediato. La primera es el cambio radical del modelo vacacional en todo el mundo y en la ventaja que podría suponer para Galicia que las aglomeraciones se hayan quedado temporalmente fuera de las tendencias turísticas; las brutales caídas de ocupaciones hoteleras a lo largo y ancho de la piel de toro han afectado de forma desigual a las zonas de acogida, y más allá de que repentinos rebrotes hayan vaciado los establecimientos de determinados destinos, parece claro que una apuesta basada en el turismo familiar lento y poco masificado es el caballo ganador. Los grandes conciertos, las fiestas m

Chipirones y zamburiñas.

La cosa va evolucionando, como no podía ser de otra manera, y nadie parece caer en la cuenta de que los políticos del gobierno (que son los que tienen más información acerca de lo que está realmente pasando) están más tranquilos que Ricardito. Los otros políticos, coitadiños, siguen enzarzados en sus cuitas internas y el resto de España no tiene otro tema de conversación; mejor dicho: Sí tienen otros temas de conversación, aunque suelen durar poco gracias a la capacidad de relacionar cualquier cosa con el monotema. Aquí, en la aldea de los locos, no quieren confesar su incompetencia ¡Cómo hacerlo!... los surcos que las tormentas de verano han provocado en la Plaza de Armas se irán haciendo cada día más profundos, y todos los sabemos, pero eso no es óbice para que la izquierda, siempre tan objetiva, los justifique sin ponerse ni colorados; con respecto a lo demás: las mismas fiestas organizadas para alimentar a la quintacolumna identitaria, las mismas reparaciones que van tiñendo de d