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Mostrando entradas de mayo, 2018

La pirámide sentidiña de Feijoo

Que dice el virrey de Galicia que hacer un edificio de diecisiete millones de euros en el esqueleto del malogrado Palacio de la Ópera es tener sentidiño y que sólo es siete millones de euros más caro que derruir lo que queda. Con dos redaños, y mientras en Madrí Sánchez nos hace perder 24.000 millones de euros en su empeño de ser presidente por un día y Pabliscito llora porque el ministro no va a quitarle a Billy el niño una medalla que le dieron cuando él no había nacido. El presidente de "estepaís" considera que crear un ente inter-universitario que no ha hecho nunca falta justifica con creces meter casi tres mil millones de pesetas en el mausoleo de Fraga. Yo, que soy de la ciudad a la que Feijoo odia, pienso en lo que se podría hacer con semejante pastizal: Kilómetros de aceras, depurar las rías, mejorar puntos de vertido, bajar los impuestos, pagar más becas, contratar a más médicos, enfermeros o profesores, pintar los Ancares de colorines... pero no: Seguimos querie

Y allá en las redes sociales...

Hay tantas propuestas descabelladas, ilusas, bellas, inocentes, inteligentes y estúpidas acerca de lo que se tiene que hacer para arreglar tal o cual problema que al final acabas pensando que si el noventa por ciento de los hechos que reciben el apellido de "histórico" lo merecieran viviríamos en una especie de Salzburgo del Atlántico. Sí, otra vez me refiero a Ferrol. Yo me escribo con mucha gente, me hablo con algunos menos, y de vez en cuando recibo críticas personales a alguna de mis tontas propuestas, aunque otras veces hay gente que me dice que tal o cual idea es brillante y que soy como un Vitrubio de las Rías Altas; ni tanto ni tan calvo, por supuesto. Porque el problema de esas propuestas "históricas", de esas obras "históricas" o de los proyectos "históricos" es que la historia tiene la desagradable manía de ir de adelante hacia atrás, y rara vez sucede al contrario. Por eso creo que lo que nos hace falta a todos es un poco más de pe

A los de Montefaro les gustaban las de Cristo Rey, y yo en Doniños esperando el rayo verde.

Y a los de las Discípulas las de la Compañía de Marina; Ferrol era más pequeño para los que éramos más pequeños y jamás pensamos que se pudiera ir a Narón porque ni siquiera sabíamos que el Alto del Castaño era Narón. Para mí sólo existía Ferrol, y nunca supe qué era Narón: el sol salía detrás de casa de´mi tío juan y se ponía detrás del reloj de la caja de ahorros, que tenía un cartel que ponía cambio, change, exchange, wechsell , o al menos eso es lo que me dictan mis recuerdos. Me críe en una Plaza de España que ya no existe jugando a cosas que ya no existen con niños que ya no existen. Una de nuestra acciones más repetidoas era escapas de los marcialitos, que a veces aparecían desde la Plaza de Sevilla y sembraban el terror (sobre todo el terror a que nos robaran nuestras destartaladas y heredadas bicicletas). En la Calle Galiano había a veces uno de esos coches de plástico con ventanas de plástico, y existían los chicles de cinco y los bang-bang. Sólo había dibujos los sábados

Una tarde cualquiera. Paseando en la boca de la Ría de Ferrol.

El Castillo de San Felipe es "la joya" de la candidatura de Ferrol a Patrimonio Mundial. Una día cualquiera recibes una llamada proponiendo comer en el Castillo de San Felipe y luego hacer el paseo que une "nuestra joya" con, la Batería de San Cristóbal pasando por la Estación Torpedista y por el Castillo de San Carlos. No se trata (sólo) de contaros mi vida, y es que depende del punto de vista de cada cual, una tarde cualquiera puede ser muy definitoria de lo que hubo,  de lo que hay y de lo que podría haber. A San Felipe es difícil llegar: La carretera indicada por La Graña te conduce a una señal de "prohibido excepto residentes", por lo que hay que optar entre Brión y Cariño; yo prefiero los altos, porque me encanta adentrarme en ese reducto de tiempos pretéritos a poco más de cinco minutos del centro: Bosquetes, prados, caballos, vacas, ovejas, gallinas... esparcidos alrededor de una de nuestras joyas más olvidadas: la iglesia de Santa María de B

Esperando a Matilda.

Mientras algunos esperan ansiosos los espaldarazos definitivos que supondrían para los astilleros ferrolanos tanto la firma de la orden de ejecución de las nuevas fragatas españolas como la resolución favorable a Navantia del programa de fragatas australiano, hay otros que olvidan las promesas incumplidas de la supresión del talud de Las Pías, de la firma del Convenio con Defensa, del Plan Director del Arquitecto Marcide (o Chuf, que se estornuda ahora), de la construcción de esa anunciada residencia de ancianos del Boial o de la finalización de la depuración en La Malata o en la zona rural. Pero hay cosillas que mueven a un cierto optimismo que sí parece que están en marcha y que supondrán en el medio plazo la creación de nuevos puestos de trabajo que contribuirán a mejorar nuestra calidad de vida. ¿Cuándo empezarán las obras de Dolores? - Ya comenté el tema de A Maruxaina, esa sirena gallega que pretende atraernos con sus cantos al antiguo Yate del puerto. Ya se notan las ob

Un elfo leyendo el Financial Times.

Cuan cierto es que hay días en los que enfrentarse a la hoja en blanco supone más un desahogo que otra cosa. Hoy es uno de esos días: El gobierno central da palos de ciego en Cataluña, sin hacer nada más para revertir la situación que desgastar a los políticos independentistas, pero atemorizado a la hora de hacer política. A eso se unen los recientes escándalos de corrupción del partido que lo sustenta y la triste constatación de que la causa de la mediocridad en las universidades españolas es también la corrupción. Sumando la asquerosa rendición ante un envalentonado PNV (que a la vez que apoya los presupuestos de Rajoy  lanza torpedos a la línea de flotación de la unidad nacional) tenemos una desafección de su electorado que se une al odio irracional que les profesa la izquierda. El PSOE, por su parte, sigue embarcado en su cruzada contra la realidad, y ahora centra sus esfuerzos y su todavía inmenso poder mediático en promover la eutanasia y en tratar de convencernos a todos de q

He vuelto a subir a Chamorro.

Todos los años he intentado subir a Chamorro en primavera, para permitir a mis sentidos relajarse y, muy especialmente, para permitir a mi vista recrearse con un paisaje finito pero inmenso que acerca a toda la tierra de Trasancos a esa especia de laguna que es desde sus alturas la Ría de Ferrol. Chamorro en los años 60. Fuente http:/visionesdeferrolterra.blogspot.com.es/ Los años no me han dado una inteligencia especial ni una madurez digna de considerarse plena; la inmensa marea de todo lo que desconozco, empero, no ha hecho mella en mi deseo de intentar llevar mis conocimientos cada vez un poco más lejos. Chamorro para mí es un pequeño mundo desde que mi padre nos llevaba allí a desfogarnos brincando entre sus rocas hasta la cima del Pico de Loro. Cuando consigues llegar hasta allí y no está atestado de jóvenes enamoriscados que se regalan sus primeros besos te pones por encima de los problemas: Puedes intentar reconocer sitios o dejarte llevar, sentarte en una piedra mirando