Hay tantas propuestas descabelladas, ilusas, bellas, inocentes, inteligentes y estúpidas acerca de lo que se tiene que hacer para arreglar tal o cual problema que al final acabas pensando que si el noventa por ciento de los hechos que reciben el apellido de "histórico" lo merecieran viviríamos en una especie de Salzburgo del Atlántico. Sí, otra vez me refiero a Ferrol.
Yo me escribo con mucha gente, me hablo con algunos menos, y de vez en cuando recibo críticas personales a alguna de mis tontas propuestas, aunque otras veces hay gente que me dice que tal o cual idea es brillante y que soy como un Vitrubio de las Rías Altas; ni tanto ni tan calvo, por supuesto.
Porque el problema de esas propuestas "históricas", de esas obras "históricas" o de los proyectos "históricos" es que la historia tiene la desagradable manía de ir de adelante hacia atrás, y rara vez sucede al contrario. Por eso creo que lo que nos hace falta a todos es un poco más de perspectiva y un bastante más de humildad.
Porque cuando yo digo que se cambie el plan de urbanismo para que en la actual sede de los juzgados se puedan edificar viviendas estoy tocando de oído, y la verdad es que no tengo ni la más remota idea de cuánto costaría edificar una sede judicial ex novo en el Sánchez Aguilera y trasladar la actual hasta esa gran parcela; lo mismo me pasa con el traslado del Centro de salud Fontenla Maristany, de la comisaría del Cuerpo Nacional de Policía, de las oficinas de la Policía Local o con la cesión a la Universidad de la Coruña de la antigua residencia de Batallones... la verdad es que no tengo ni idea de si son o no propuestas viables.
Pero es que propongo porque precisamente el problema es el mimetismo de todas las propuestas: Hay unos que dicen siempre ¡Zonas verdes! y otros que siempre contestan ¡Suelo edificable!, y como norma general ninguno piensa en hacer las cosas con un poco de cabeciña.
A mí me parece que la mejor forma de resolver un problema es identificarlo; por el contrario a los políticos de la tableta de chocolate les suele parecer que la manera lógica de actuar es inventar una solución para un problema inexistente o que, al menos, no es acuciante.
Comentaba el otro día una de mis lectoras más fieles que Ferrol Vello y su entorno tienen un problema severo de falta de plazas de garaje, y que difícilmente se poblará el barrio si no se soluciona. Otro apostillaba que en la Fábrica de Lápices se debería hacer un gran aparcamiento subterráneo y un gran local comercial que diera servicio al nuevo viejo barrio. Recuerdo que Rey Varela, o su equipo, proponían hacer un paso subterráneo en la fachada marítima y edificar en las inmediaciones un aparcamiento subterráneo y un centro de ocio... Bueno, pues yo no tengo ni idea de cuál de las propuestas o sugerencias que se hacen en las redes sociales ayudarían más a poblar una zona que de puro degradada se ha convertido en ejemplo de la decadencia de la ciudad, pero no necesariamente las mejores soluciones pasan por intentar que la Aduana sea un albergue de peregrinos o por oponer que es mejor que lo sea la Casa del Mar. Y sin tener una varita mágica creo que la mejor solución será la que se demuestre que funcione, y que la única manera de saber si algo va a funcionar es hacerlo, porque en estas cosas del urbanismo no existen las simulaciones, sino los pronósticos o, mejor aun, los planteamientos.
Y aunque adivinos no somos, que se suele decir, sí podemos convertirnos en augures y pronosticar que si no hacemos nada es poco probable que las cosas cambien, y por eso os animo a abrir vuestra mente y a proponer qué queréis para Ferrol Vello, para que luego no se haga cualquier estupidez o, al menos, para evitar que los políticos sigan discutiendo entre las peores opciones sin que ninguno seamos capaces de hacerles llegar una buena idea.
PD: Hace algún tiempo me contaron que hubo una iniciativa privada para convertir la antigua Aduana en un hotel con un restaurante. Parece ser que la idea era aprovechar el jardincillo de entrada para dotar a la zona de un nuevo local de hostelería; conforme iba avanzando la negociación se llegó a un punto muerto: Al ser un inmueble protegido por varias afectaciones legales (está en el kilómetro "0" del Camino de Santiago y en un barrio declarado Bien de Interés Cultural) no se podía modificar la distribución interna, además de que el uso hotelero no estaba en el plan de urbanismo. Gracias a esas decisiones ahora tenemos una ruina llena de maleza, para así garantizar su conservación.
Yo me escribo con mucha gente, me hablo con algunos menos, y de vez en cuando recibo críticas personales a alguna de mis tontas propuestas, aunque otras veces hay gente que me dice que tal o cual idea es brillante y que soy como un Vitrubio de las Rías Altas; ni tanto ni tan calvo, por supuesto.
Porque el problema de esas propuestas "históricas", de esas obras "históricas" o de los proyectos "históricos" es que la historia tiene la desagradable manía de ir de adelante hacia atrás, y rara vez sucede al contrario. Por eso creo que lo que nos hace falta a todos es un poco más de perspectiva y un bastante más de humildad.
Porque cuando yo digo que se cambie el plan de urbanismo para que en la actual sede de los juzgados se puedan edificar viviendas estoy tocando de oído, y la verdad es que no tengo ni la más remota idea de cuánto costaría edificar una sede judicial ex novo en el Sánchez Aguilera y trasladar la actual hasta esa gran parcela; lo mismo me pasa con el traslado del Centro de salud Fontenla Maristany, de la comisaría del Cuerpo Nacional de Policía, de las oficinas de la Policía Local o con la cesión a la Universidad de la Coruña de la antigua residencia de Batallones... la verdad es que no tengo ni idea de si son o no propuestas viables.
Pero es que propongo porque precisamente el problema es el mimetismo de todas las propuestas: Hay unos que dicen siempre ¡Zonas verdes! y otros que siempre contestan ¡Suelo edificable!, y como norma general ninguno piensa en hacer las cosas con un poco de cabeciña.
A mí me parece que la mejor forma de resolver un problema es identificarlo; por el contrario a los políticos de la tableta de chocolate les suele parecer que la manera lógica de actuar es inventar una solución para un problema inexistente o que, al menos, no es acuciante.
Comentaba el otro día una de mis lectoras más fieles que Ferrol Vello y su entorno tienen un problema severo de falta de plazas de garaje, y que difícilmente se poblará el barrio si no se soluciona. Otro apostillaba que en la Fábrica de Lápices se debería hacer un gran aparcamiento subterráneo y un gran local comercial que diera servicio al nuevo viejo barrio. Recuerdo que Rey Varela, o su equipo, proponían hacer un paso subterráneo en la fachada marítima y edificar en las inmediaciones un aparcamiento subterráneo y un centro de ocio... Bueno, pues yo no tengo ni idea de cuál de las propuestas o sugerencias que se hacen en las redes sociales ayudarían más a poblar una zona que de puro degradada se ha convertido en ejemplo de la decadencia de la ciudad, pero no necesariamente las mejores soluciones pasan por intentar que la Aduana sea un albergue de peregrinos o por oponer que es mejor que lo sea la Casa del Mar. Y sin tener una varita mágica creo que la mejor solución será la que se demuestre que funcione, y que la única manera de saber si algo va a funcionar es hacerlo, porque en estas cosas del urbanismo no existen las simulaciones, sino los pronósticos o, mejor aun, los planteamientos.
Y aunque adivinos no somos, que se suele decir, sí podemos convertirnos en augures y pronosticar que si no hacemos nada es poco probable que las cosas cambien, y por eso os animo a abrir vuestra mente y a proponer qué queréis para Ferrol Vello, para que luego no se haga cualquier estupidez o, al menos, para evitar que los políticos sigan discutiendo entre las peores opciones sin que ninguno seamos capaces de hacerles llegar una buena idea.
PD: Hace algún tiempo me contaron que hubo una iniciativa privada para convertir la antigua Aduana en un hotel con un restaurante. Parece ser que la idea era aprovechar el jardincillo de entrada para dotar a la zona de un nuevo local de hostelería; conforme iba avanzando la negociación se llegó a un punto muerto: Al ser un inmueble protegido por varias afectaciones legales (está en el kilómetro "0" del Camino de Santiago y en un barrio declarado Bien de Interés Cultural) no se podía modificar la distribución interna, además de que el uso hotelero no estaba en el plan de urbanismo. Gracias a esas decisiones ahora tenemos una ruina llena de maleza, para así garantizar su conservación.
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