El otro día leí uno de los mejores chistes relativo a los propósitos de fin de año: Uno que se alegraba que de los cuatro kilos que se había propuesto perder ya sólo le quedaban siete. A mí me parece que en este país pasa un poco lo mismo: De todas las cosas que teníamos que haber arreglado sólo hemos empeorado en todas y en alguna otra, y yo no soy de los pesimistas y sé reconocer cuándo se toman iniciativas buenas. Hablando de mí Ferrol, como siempre, me encuentro con que su corporación municipal se ha convertido en uno de los ejemplos de cómo las cosas se pueden hacer mal o simplemente no hacer con ánimo de no sé sabe qué. No me preocuparía especialmente si no fuera porque la izquierda en este país (España, que no hay más) es sectaria y corporativista, por lo que nunca apoyará una moción de censura; la parte buena es que la exigua minoría que sustenta al alcalde no le permite tirar el dinerito porque no ha sacado adelante ningún presupuesto en los dieciocho meses que lleva en la...
Llega un momento en la vida en que empiezas a creer que la palabra es importante. Estas son mis armas para luchar por y para tratar de mejorar el mundo.