No, no nacen, y es tan triste como el principio de un apocalipsis al que estamos abocados si no revertimos la situación. Y lo peor no es que no nazcan niños, que es trágico; lo peor es la complacencia de las administraciones, los terribles y desesperanzadores números del aborto, el último mantra de la progresía acerca de la necesidad de que los inmigrantes ocupen nuestro puesto o las amenazas de los islamistas de conquistarnos mediante el fomento de la natalidad entre los musulmanes censados en nuestro entorno a los que financiamos su lenta pero constante invasión. ¿Y por qué pasa esto? ¿Alguien puede decirme el porqué de un declive demográfico que se agrava cuando mejor hemos vivido en nuestra historia? ¿Queremos de verdad encontrar la clave de que ahora que tenemos más de lo que necesitamos no queramos tener hijos? ¿Nos atrevemos a afrontar que somos los responsables de no reproducirnos? ¿Vislumbramos entre la niebla a los autores de esas nuevas ideologías que pretenden que nos d...
Llega un momento en la vida en que empiezas a creer que la palabra es importante. Estas son mis armas para luchar por y para tratar de mejorar el mundo.