Estos finales de año laboral son bastante ajetreados y no me dejan mucho tiempo para escribir, pero no querría dejar pasar la oportunidad de hablaros acerca de uno de los medios de locomoción más queridos e identificados con un pueblo que existen en España.
Seguramente el Vaporcito del Puerto pueda estar ligado a la historia de su área geográfica (la Bahía de Cádiz) y que cualquiera tenga en mente gracias a alguna canción, fotos, poemas, etc. que existe una embarcación que navega por la Bahía a la que parece ser que besan las las del mar. ¿Sí? Pues nosotros más.
Entre Ferrol y Mugardos hay una lancha a la que el mar no besa, sino que la abraza, envuelve, la besa y no sé qué más. Hay quien dice que están liados, pero yo no puedo confirmarlo. Lo que sí puedo confirmar es que subirse en ella es una de las primeras aventuras que viví, y sigue siendo una de mis favoritas.
La cosa solía consistir al principio en ir a Mugardos, dar un pequeño paseo y volver... y sobre todo porque no teníamos un duro y poco más había que pudiéramos permitirnos. Después el paseo se fue alargando para llegar hasta la playa de Bestarruza y darse un chapuzón con una vista absolutamente prodigiosa en las tranquilas y siempre frescas aguas de la Ría de Ferrol. Más adelante nuestra capacidad económica nos permitió que de vez en cuando tomáramos alguna de las no menos prodigiosas recetas del exaltado pulpo de Mugardos, ante el que hasta los de Carballiño o Lugo tienen que guardar respeto.
Porque Mugardos es pulpo además de lancha, y una preciosa villa que cada día está mejor cuidada, en la que pronto se va a construir un hotel que va a convertirla en un referente turístico de primer orden. No, qué voy a exagerar, eso sólo lo hago cuando bebo y son las diez de la mañana.
Y si no lo creéis, como le pasa a tantos cuando les hablo de mi tierra de prodigios buscar en google imágenes de Mugardos, así sin más. Y si tenéis más tiempo buscar "lancha de Mugardos" o "castillo de La Palma". Bueno, y si tenéis algo más de tiempo dejar de leer cosas en el ordenador y acercaros al Muelle de Curuxeiras, cuya foto adornaba una de mis anteriores entradas, esa que hablaba de San Juan y las sardinas y todo eso.
Y cuando os subáis y deis vuestro paseo en lancha por la Ría y vuestro paseo por Mugardos, cuando a la vuelta toméis ese pulpo con cachelos (o las magníficas cigalas, o la caldeirada de raya, o unas zamburiñas en salsa... ) en la Posada del Mar, en La Isla, en el Muelle 43... con esos vinos nuevos y frescos que no dejan de sorprendernos (atentos, por cierto, a El Paraguas Atlántico, que está sorprendiendo allá donde llega) con ese pan hecho al modo de Neda, y cuando atraquéis después en Ferrol y no os haya gustado lo que habéis experimentado, entonces podéis reclamarme y yo os reintegro el precio del total. Aunque tendréis que convencerme, y os advierto que el brillo en los ojos que se os va a quedar será ya para siempre, y que yo puedo verlo hasta de noche.
Seguramente el Vaporcito del Puerto pueda estar ligado a la historia de su área geográfica (la Bahía de Cádiz) y que cualquiera tenga en mente gracias a alguna canción, fotos, poemas, etc. que existe una embarcación que navega por la Bahía a la que parece ser que besan las las del mar. ¿Sí? Pues nosotros más.
Entre Ferrol y Mugardos hay una lancha a la que el mar no besa, sino que la abraza, envuelve, la besa y no sé qué más. Hay quien dice que están liados, pero yo no puedo confirmarlo. Lo que sí puedo confirmar es que subirse en ella es una de las primeras aventuras que viví, y sigue siendo una de mis favoritas.
La cosa solía consistir al principio en ir a Mugardos, dar un pequeño paseo y volver... y sobre todo porque no teníamos un duro y poco más había que pudiéramos permitirnos. Después el paseo se fue alargando para llegar hasta la playa de Bestarruza y darse un chapuzón con una vista absolutamente prodigiosa en las tranquilas y siempre frescas aguas de la Ría de Ferrol. Más adelante nuestra capacidad económica nos permitió que de vez en cuando tomáramos alguna de las no menos prodigiosas recetas del exaltado pulpo de Mugardos, ante el que hasta los de Carballiño o Lugo tienen que guardar respeto.
Porque Mugardos es pulpo además de lancha, y una preciosa villa que cada día está mejor cuidada, en la que pronto se va a construir un hotel que va a convertirla en un referente turístico de primer orden. No, qué voy a exagerar, eso sólo lo hago cuando bebo y son las diez de la mañana.
Y si no lo creéis, como le pasa a tantos cuando les hablo de mi tierra de prodigios buscar en google imágenes de Mugardos, así sin más. Y si tenéis más tiempo buscar "lancha de Mugardos" o "castillo de La Palma". Bueno, y si tenéis algo más de tiempo dejar de leer cosas en el ordenador y acercaros al Muelle de Curuxeiras, cuya foto adornaba una de mis anteriores entradas, esa que hablaba de San Juan y las sardinas y todo eso.
Y cuando os subáis y deis vuestro paseo en lancha por la Ría y vuestro paseo por Mugardos, cuando a la vuelta toméis ese pulpo con cachelos (o las magníficas cigalas, o la caldeirada de raya, o unas zamburiñas en salsa... ) en la Posada del Mar, en La Isla, en el Muelle 43... con esos vinos nuevos y frescos que no dejan de sorprendernos (atentos, por cierto, a El Paraguas Atlántico, que está sorprendiendo allá donde llega) con ese pan hecho al modo de Neda, y cuando atraquéis después en Ferrol y no os haya gustado lo que habéis experimentado, entonces podéis reclamarme y yo os reintegro el precio del total. Aunque tendréis que convencerme, y os advierto que el brillo en los ojos que se os va a quedar será ya para siempre, y que yo puedo verlo hasta de noche.
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