1. El otro día hicimos un pequeño viaje en coche, de siete horas y pico, por la parte ibérica de España. Y a mí es algo que cada vez me tiene más maravillado, lo de la cultura íbera, digo. Y me tiene maravillado por muchas cosas: Lo primero es por lo poquísimo que se sabe de ella, el desconocimiento de su idioma, la prácticamente nula historia que se ha escrito sobre una cultura capaz de alumbrar una escultura como la Dama de Elche o el cómo su paso por el devenir humano se ha visto totalmente empañado por el hecho de coincidir con el paso de los bárcidas y los escipiones por ese privilegiado trozo del mundo que para unos era la tierra de los íberos y para otros Hispali y que acabó adoptando los dos nombres como Hispania o Iberia.
Y me da por hablar de los íberos o celtíberos porque su caso sólo podría darse en España. Una cultura extinta, abundante en vestigios y yacimientos, base de una posterior unidad política y económica, con una cierta unidad lingüística y ni siquiera sabemos lo que dicen sus escritos,porque no sabemos su idioma.
Existen en España diversas investigaciones y excavaciones financiadas con fondos públicos extendidas por todo el orbe. Nuestros arqueólogos aportan luz sobre las culturas egipcias, mesopotámicas, aztecas o mayas, e incluso en las comunidades autónomas más nacionalistas se intenta justificar con vestigios más que milenarios la identidad de un pueblo. Desde nuestros sucesivos y carentes de competencias Ministerios y de sus respectivas Direcciones Generales y demás estratificaciones jerárquicas poco o nada se hace más que trocear el cada día más exiguo pastel.
2. Hace unos meses nuestra Guardia Civil, que es de las poquitas cosas que quedan que son de todos, desarticuló una red que se dedicaba a vender restos arqueológicos íberos. La profusión de bienes hayados hizo pensar a algunos investigadores que debía haberse encontrado "el gran yacimiento", esa Atapuerca, Altamira o Numancia que permitiera el conocimiento casi definitivo de nuestro, con los celtas, primer origen común. Quiá.
Seguimos in albis, como siempre.Seguimos aguas de lo que otros descubran y nos creemos mejores cuando ayudamos a conseguir fuera lo que aquí nos daría vergüenza insinuar. Los turdetanos, contestanos, túrdulos, oretanos, etc. seguirán durmiendo en el jardín del olvido sin una gran excavación o museo de referencia, sin un gran investigador que compile, aúne, investigue y publique la gran obra de ese pasado común que nos da vergüenza reconocer.
3. Pero que nadie se preocupe, porque nuestro único problema es que nosotros emprendimos el camino del progreso a partir de mediados del Siglo XX, cuando casi todos los países de nuestro entorno lo emprendieron en el primer tercio del XIX. En ese preciso momento, cuando sacamos nuestras navajas, garrotes y trabucos y nos liamos a mamporros con los franceses y los corrimos a boinazos hasta su Tolosa y nos dotamos de una constitución fuimos temidos y nos impusieron una restauración que provocó "sólo" tres guerras de sucesión y una guerra civil en cien años.
Y ahora que llevamos en una paz relativa desde 1939, con muchas sombras de miedo, aparecen unos supuestos mesías con un discurso salvífico en el que nos animan a a llevar a cabo las tesis que otros países experimentaron entre la primera y la segunda revolución industrial. Y va a ser que no.
Porque a España no le hace ni puñetera falta embarcarse en ningún tipo de aventura política, sino transitar hacia un régimen en el que se dote de sentido al cuerpo legislativo constitucional, pero sin tanto cacique, alcalde, concejal, consejero, presidente y diputado, que no hay pan para tanto chorizo.
4. Seguramente en el momento en que dejamos de preguntarnos quiénes eran esas enigmáticas damas cuyo peinado todavía se imita en toda Valencia, quiénes eran esos guerreros que cruzaron los Alpes con Anibal, quiénes los alfareros y escultores que fabricaron todas las piezas que llenan todos los mini-museos del tema que hay en España empezamos a sembrar las semillas de ese odio que truncó tantas vidas, tantos sueños y tantas esperanzas.
Espero que algún día se haga un verdadero plan director para hacer eso que tanto cacarean de "poner en valor", y que eso no signifique pintar cuatro paredes, contratar a un primo tonto para que se siente en la recepción y comprarle a un dibujante de tercera cuatro infografías para rodear a nuestro importante yacimiento de un ánfora y un trozo de barro que demuestren que antes de nosotros ya vivía gente en el pueblo. ¡Si es que a veces somos de un garrulo!
Y me da por hablar de los íberos o celtíberos porque su caso sólo podría darse en España. Una cultura extinta, abundante en vestigios y yacimientos, base de una posterior unidad política y económica, con una cierta unidad lingüística y ni siquiera sabemos lo que dicen sus escritos,porque no sabemos su idioma.
Existen en España diversas investigaciones y excavaciones financiadas con fondos públicos extendidas por todo el orbe. Nuestros arqueólogos aportan luz sobre las culturas egipcias, mesopotámicas, aztecas o mayas, e incluso en las comunidades autónomas más nacionalistas se intenta justificar con vestigios más que milenarios la identidad de un pueblo. Desde nuestros sucesivos y carentes de competencias Ministerios y de sus respectivas Direcciones Generales y demás estratificaciones jerárquicas poco o nada se hace más que trocear el cada día más exiguo pastel.
2. Hace unos meses nuestra Guardia Civil, que es de las poquitas cosas que quedan que son de todos, desarticuló una red que se dedicaba a vender restos arqueológicos íberos. La profusión de bienes hayados hizo pensar a algunos investigadores que debía haberse encontrado "el gran yacimiento", esa Atapuerca, Altamira o Numancia que permitiera el conocimiento casi definitivo de nuestro, con los celtas, primer origen común. Quiá.
Seguimos in albis, como siempre.Seguimos aguas de lo que otros descubran y nos creemos mejores cuando ayudamos a conseguir fuera lo que aquí nos daría vergüenza insinuar. Los turdetanos, contestanos, túrdulos, oretanos, etc. seguirán durmiendo en el jardín del olvido sin una gran excavación o museo de referencia, sin un gran investigador que compile, aúne, investigue y publique la gran obra de ese pasado común que nos da vergüenza reconocer.
3. Pero que nadie se preocupe, porque nuestro único problema es que nosotros emprendimos el camino del progreso a partir de mediados del Siglo XX, cuando casi todos los países de nuestro entorno lo emprendieron en el primer tercio del XIX. En ese preciso momento, cuando sacamos nuestras navajas, garrotes y trabucos y nos liamos a mamporros con los franceses y los corrimos a boinazos hasta su Tolosa y nos dotamos de una constitución fuimos temidos y nos impusieron una restauración que provocó "sólo" tres guerras de sucesión y una guerra civil en cien años.
Y ahora que llevamos en una paz relativa desde 1939, con muchas sombras de miedo, aparecen unos supuestos mesías con un discurso salvífico en el que nos animan a a llevar a cabo las tesis que otros países experimentaron entre la primera y la segunda revolución industrial. Y va a ser que no.
Porque a España no le hace ni puñetera falta embarcarse en ningún tipo de aventura política, sino transitar hacia un régimen en el que se dote de sentido al cuerpo legislativo constitucional, pero sin tanto cacique, alcalde, concejal, consejero, presidente y diputado, que no hay pan para tanto chorizo.
4. Seguramente en el momento en que dejamos de preguntarnos quiénes eran esas enigmáticas damas cuyo peinado todavía se imita en toda Valencia, quiénes eran esos guerreros que cruzaron los Alpes con Anibal, quiénes los alfareros y escultores que fabricaron todas las piezas que llenan todos los mini-museos del tema que hay en España empezamos a sembrar las semillas de ese odio que truncó tantas vidas, tantos sueños y tantas esperanzas.
Espero que algún día se haga un verdadero plan director para hacer eso que tanto cacarean de "poner en valor", y que eso no signifique pintar cuatro paredes, contratar a un primo tonto para que se siente en la recepción y comprarle a un dibujante de tercera cuatro infografías para rodear a nuestro importante yacimiento de un ánfora y un trozo de barro que demuestren que antes de nosotros ya vivía gente en el pueblo. ¡Si es que a veces somos de un garrulo!
Comentarios
Publicar un comentario