Como ya casi nadie se acuerda de lo que estudió en el colegio (o de lo que copió para aprobar aquel examen) nunca está de más recordar que hay algunas cosas que nos planteamos que por pueriles y obvias nos revierten un poquito hacia la mona.
La separación de poderes (o funciones o competencias, que tanto da) es seguramente la mejor garantía que tiene la ciudadanía en general para que sus derechos no sean pisoteados. El poder ejecutivo, el legislativo y el judicial son aquellos que ejecutan, crean e interpretan las leyes, respectivamente.
Y esto nos tiene que quedar muy claro a todos: El gobierno sale de las urnas y los diputados también... pero no son lo mismo; el gobierno tiene unas competencias exclusivas y un sinfín de funciones que implican una enorme responsabilidad. En España, por cierto, siempre ha gobernado la lista más votada, y espero que siga pasando en adelante.
Por otra parte los diputados y senadores tienen la responsabilidad de legislar. No me quiero poner en plan pedante a explicar lo que esto significa, pero no me parece que esté de más recordar que legislar no es interpretar las leyes ni ejecutar las leyes: Es hacer, escribir, corregir, promulgar, dictar... no me importa el sintagma utilizado siempre que quede clara la tarea.
El judicial es ese poder del estado del que nadie se libra, ya que todos debemos estar sujetos a la ley. Cualquiera puede ser juzgado y cualquiera puede exigir justicia, simplificando la norma general.
Y todo esto viene a colación porque en España hay decenas de miles de aforados, que son aquella gente que sólo puede ser juzgada por cierto tipo de tribunales, y todos ellos (con la excepción de los reyes) pertenecen a uno de estos tres poderes (la inmensa mayoría al judicial, seguidos del legislativo y unos cuantos del ejecutivo).
Y cuando preguntan si sobran políticos decimos que sí; y como norma general existe una cierta idea de que en aquellos países en que siempre, y por ley, gobierna la lista más votada, la democracia no se ve atacada por sistema; e incluso hay quien ve con buenos ojos que se impute al anterior presidente de la república vecina por cuanto supone de higiene democrática.
Y con todo esto sólo quiero decir que a mí no me cabe la menor duda de que en nuestro país uno de los principales problemas es que los diputados eligen al gobierno y a las altas magistraturas del estado sin ningún tipo de pudor, y que al final todos salen del mismo cesto hasta el punto de que la justicia está tan politizada como el poder legislativo, lo que no nos garantiza que los chorizos imputados vayan a ser condenado ni que los delincuentes confesos vayan a cumplir sus condenas.
Fácil ¿No?
La separación de poderes (o funciones o competencias, que tanto da) es seguramente la mejor garantía que tiene la ciudadanía en general para que sus derechos no sean pisoteados. El poder ejecutivo, el legislativo y el judicial son aquellos que ejecutan, crean e interpretan las leyes, respectivamente.
Y esto nos tiene que quedar muy claro a todos: El gobierno sale de las urnas y los diputados también... pero no son lo mismo; el gobierno tiene unas competencias exclusivas y un sinfín de funciones que implican una enorme responsabilidad. En España, por cierto, siempre ha gobernado la lista más votada, y espero que siga pasando en adelante.
Por otra parte los diputados y senadores tienen la responsabilidad de legislar. No me quiero poner en plan pedante a explicar lo que esto significa, pero no me parece que esté de más recordar que legislar no es interpretar las leyes ni ejecutar las leyes: Es hacer, escribir, corregir, promulgar, dictar... no me importa el sintagma utilizado siempre que quede clara la tarea.
El judicial es ese poder del estado del que nadie se libra, ya que todos debemos estar sujetos a la ley. Cualquiera puede ser juzgado y cualquiera puede exigir justicia, simplificando la norma general.
Y todo esto viene a colación porque en España hay decenas de miles de aforados, que son aquella gente que sólo puede ser juzgada por cierto tipo de tribunales, y todos ellos (con la excepción de los reyes) pertenecen a uno de estos tres poderes (la inmensa mayoría al judicial, seguidos del legislativo y unos cuantos del ejecutivo).
Y cuando preguntan si sobran políticos decimos que sí; y como norma general existe una cierta idea de que en aquellos países en que siempre, y por ley, gobierna la lista más votada, la democracia no se ve atacada por sistema; e incluso hay quien ve con buenos ojos que se impute al anterior presidente de la república vecina por cuanto supone de higiene democrática.
Y con todo esto sólo quiero decir que a mí no me cabe la menor duda de que en nuestro país uno de los principales problemas es que los diputados eligen al gobierno y a las altas magistraturas del estado sin ningún tipo de pudor, y que al final todos salen del mismo cesto hasta el punto de que la justicia está tan politizada como el poder legislativo, lo que no nos garantiza que los chorizos imputados vayan a ser condenado ni que los delincuentes confesos vayan a cumplir sus condenas.
Fácil ¿No?
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