Ya sé que normalmente mis entradas tienen un tono marcadamente localista o bien reivindicativo, pero a veces conviene ponerse serio y tratar de aportar mi personal punto de vista acerca de la causa de los problemas que aquejan a la sociedad española del Siglo XXI.
Como indica el título de la entrada lo que pretendo exponer es que las socidades maduras se han caracterizado a lo largo de la Historia por compartir una ética conocida y asumida por el conjunto de la sociedad; y esto no se trata de que todos nos comportemos de la misma manera ni de que tengamos las mismas creencias o motivaciones, si no que compartimos una base común dentro de cuyos parámetros nos entendemos.
Durante el régimen del General Franco en España existían unas normas oficiales de conducta que se suponía todos debíamos seguir, al menos públicamente. Esto no quiso decir que no existiera aquello que "estaba mal visto" como pudiera ser la prostitución, el adulterio, la homosexualidad, las drogas, la pornografía en el ámbito de lo íntimo o las ideas progresistas, el libre pensamiento, el agnosticismo o el ateismo en el ámbito de las ideas.
Con la muerte de Don Claudio (que es como dicen que le llamaba su jardinero por no llamarle "el Claudillo") llegó a España una ola de libertad, en la que borricos como somos elegimos el camino oscuro porque por fin teníamos derecho a hacerlo. Se buscó una contestación a todo lo establecido y se empezó una loa del divorcio, del sexo, de la homosexualidad, de las drogas... tan carente de fundamento como cualquier otro radicalismo.
Hoy nadie ha pedido perdón, ni va a hacerlo, por el coste en vidas y en más cosas del auge de las drogas duras... fue un error bien-intencionado, pero siguen tratando de convencernos de que es mejor que todo sea relativo.
Yo no puedo estar más en desacuerdo: Podemos admitir que la homosexualidad no es mala, llegados al caso, pero no por eso tenemos que decir que es buena; entre otras cosas porque alguien podría alegar que todo tiene un opuesto: Si la homosexualidad es buena ¿La heterosexualidad es mala? ¿O la ausencia de sexualidad es la que es mala? ¿O nada es malo? Si el divorcio es bueno ¿Los matrimonios estables son malos?... Podría seguir así hasta la saciedad, pero no dejaría de ser sofismo, y no es mi intención calificar ninguna conducta, no soy quien para juzgar a nadie.
Lo que es realmente importante es que la libertad individual que tanto se ha pregonado no existe en mayor grado que antes, lo único que existe es una mayor publicidad de hechos que existen desde la noche de los tiempos, y yo no alcanzo a comprender el porqué. La normalidad no es homogeneidad, ni la diferencia es necesariamente mala, pero tampoco intrínsecamente buena.
Tal vez el paso que tenemos que dar hacia atrás es precisamente ese, el del buen gusto; usted divórciese, sea adúltero, polisexual, drogadicto, perverso, perjuro o blasfemo, pero no trate de imponérnoslo a los demás, no sea que pensemos que no tiene modales.
Como indica el título de la entrada lo que pretendo exponer es que las socidades maduras se han caracterizado a lo largo de la Historia por compartir una ética conocida y asumida por el conjunto de la sociedad; y esto no se trata de que todos nos comportemos de la misma manera ni de que tengamos las mismas creencias o motivaciones, si no que compartimos una base común dentro de cuyos parámetros nos entendemos.
Durante el régimen del General Franco en España existían unas normas oficiales de conducta que se suponía todos debíamos seguir, al menos públicamente. Esto no quiso decir que no existiera aquello que "estaba mal visto" como pudiera ser la prostitución, el adulterio, la homosexualidad, las drogas, la pornografía en el ámbito de lo íntimo o las ideas progresistas, el libre pensamiento, el agnosticismo o el ateismo en el ámbito de las ideas.
Con la muerte de Don Claudio (que es como dicen que le llamaba su jardinero por no llamarle "el Claudillo") llegó a España una ola de libertad, en la que borricos como somos elegimos el camino oscuro porque por fin teníamos derecho a hacerlo. Se buscó una contestación a todo lo establecido y se empezó una loa del divorcio, del sexo, de la homosexualidad, de las drogas... tan carente de fundamento como cualquier otro radicalismo.
Hoy nadie ha pedido perdón, ni va a hacerlo, por el coste en vidas y en más cosas del auge de las drogas duras... fue un error bien-intencionado, pero siguen tratando de convencernos de que es mejor que todo sea relativo.
Yo no puedo estar más en desacuerdo: Podemos admitir que la homosexualidad no es mala, llegados al caso, pero no por eso tenemos que decir que es buena; entre otras cosas porque alguien podría alegar que todo tiene un opuesto: Si la homosexualidad es buena ¿La heterosexualidad es mala? ¿O la ausencia de sexualidad es la que es mala? ¿O nada es malo? Si el divorcio es bueno ¿Los matrimonios estables son malos?... Podría seguir así hasta la saciedad, pero no dejaría de ser sofismo, y no es mi intención calificar ninguna conducta, no soy quien para juzgar a nadie.
Lo que es realmente importante es que la libertad individual que tanto se ha pregonado no existe en mayor grado que antes, lo único que existe es una mayor publicidad de hechos que existen desde la noche de los tiempos, y yo no alcanzo a comprender el porqué. La normalidad no es homogeneidad, ni la diferencia es necesariamente mala, pero tampoco intrínsecamente buena.
Tal vez el paso que tenemos que dar hacia atrás es precisamente ese, el del buen gusto; usted divórciese, sea adúltero, polisexual, drogadicto, perverso, perjuro o blasfemo, pero no trate de imponérnoslo a los demás, no sea que pensemos que no tiene modales.
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