El DUSI es un programa europeo de Desarrollo Urbano Sostenible Integrado que ha levantado una gran polvareda por haber sido negado a varias entidades, entre las que se encuentra el Ayuntamiento de Ferrol. En la propuesta se apostaba por proyectos conjuntos con el vecino municipio de Narón en las que se primaba lo social, lo sostenible y lo ambiental.
Las reacciones de la prensa y del resto de grupos políticos no están siendo ejemplares, aunque es digno de mención que la actual corporación parece creer que es más lógico que sepa en qué vamos a gastar el dinero otro ayuntamiento que los ediles que están permitiendo (por ahora) gobernar a lo que queda del bipartito, que ya va siendo poca cosa.
Dado que el programa tiene cuatro años de duración y que requiere una importante inversión por parte de los municipios a los que se les concede la ayuda cabría esperar una mayor madurez entre todos los desafortunados protagonistas de esta historia, entre los que desde mi punto de vista se encuentran el alcalde (que se quería anotar un tanto en solitario para abrir su casillero) y la oposición, que hasta el momento da la impresión de estar disfrutando del espectáculo.
Remar todos juntos es la única solución posible. Para empezar el alcalde se ha desplazado a Madrid para preguntar por qué no le han sido concedidas las ayudas (aunque el sabe que fue por la escasa puntuación del proyecto) y dejarse asesorar por los pérfidos funcionarios y por los oscuros conservadores de la villa y corte. Seguramente porque hay otros ayuntamientos gobernados por los de su pelaje a los que sí se les ha concedido. Por otra parte toda la oposición en bloque debería exigir en el pleno que se expliqué el porqué de la baja puntuación, cuáles son las soluciones que propone Madrid y arrimar todos el hombro para que esos quince millones de euros le sean concedidos a una ciudad que necesita de ayudas externas como agua de mayo.
Aunque yo sigo pensando que ese dineral destinado a la rehabilitación y restauración de inmuebles y espacios urbanos sería mucho más provechosa, incluso si con ellos se lograra concentrar los servicios a la ciudadanía en el Sánchez Aguilera y liberar las ineficientes instalaciones actuales para otros usos, como ese tan ansiado por algunos museo de la ciudad.
En fin, tan solo espero que esta historia tenga un final feliz, yo también estoy harto de vivir en una ciudad permanentemente envuelta por las brumas.
Las reacciones de la prensa y del resto de grupos políticos no están siendo ejemplares, aunque es digno de mención que la actual corporación parece creer que es más lógico que sepa en qué vamos a gastar el dinero otro ayuntamiento que los ediles que están permitiendo (por ahora) gobernar a lo que queda del bipartito, que ya va siendo poca cosa.
Dado que el programa tiene cuatro años de duración y que requiere una importante inversión por parte de los municipios a los que se les concede la ayuda cabría esperar una mayor madurez entre todos los desafortunados protagonistas de esta historia, entre los que desde mi punto de vista se encuentran el alcalde (que se quería anotar un tanto en solitario para abrir su casillero) y la oposición, que hasta el momento da la impresión de estar disfrutando del espectáculo.
Remar todos juntos es la única solución posible. Para empezar el alcalde se ha desplazado a Madrid para preguntar por qué no le han sido concedidas las ayudas (aunque el sabe que fue por la escasa puntuación del proyecto) y dejarse asesorar por los pérfidos funcionarios y por los oscuros conservadores de la villa y corte. Seguramente porque hay otros ayuntamientos gobernados por los de su pelaje a los que sí se les ha concedido. Por otra parte toda la oposición en bloque debería exigir en el pleno que se expliqué el porqué de la baja puntuación, cuáles son las soluciones que propone Madrid y arrimar todos el hombro para que esos quince millones de euros le sean concedidos a una ciudad que necesita de ayudas externas como agua de mayo.
Aunque yo sigo pensando que ese dineral destinado a la rehabilitación y restauración de inmuebles y espacios urbanos sería mucho más provechosa, incluso si con ellos se lograra concentrar los servicios a la ciudadanía en el Sánchez Aguilera y liberar las ineficientes instalaciones actuales para otros usos, como ese tan ansiado por algunos museo de la ciudad.
En fin, tan solo espero que esta historia tenga un final feliz, yo también estoy harto de vivir en una ciudad permanentemente envuelta por las brumas.
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