... y resulta que me encuentro con que otra vez se vuelve a rumorear que está en el punto de mira de la administración para echarle el cierre por la escasez de alumnos.
Lo malo de estas cosas es que la culpa es del propio devenir de la institución, que cuando empezó su andadura a principios de los 90 bajo la batuta de don José Antonio Fernández de Rota y Monter se nutrió de titulados de facultades de todo el territorio nacional.
De entre ellos pocos han hecho algo por modificar de manera notable la vida cultural de la ciudad: Wenceslao Gonzáles Fernández, que organiza desde hace muchos años un congreso internacional que suele contar con académicos de prestigio internacional; Montero Fenollós, que ha participado de las excavaciones de Babilonia hasta que la guerra se lo trajo de vuelta; Manuel Recuero y Victor Alonso,que han alternado la labor investigadora con la docencia y con algunas publicaciones; Pedro Armas que pasó fugazmente por la política o José Leira, que organizó las en su momento exitosas Aulas no Camiño... podría seguir si me acordase de todos los que iniciaron aquella aventura que prometía ser la cuna de una escuela de pensamiento moderna y el germen de una nueva cultura de respeto por el patrimonio cultural; de hecho, los dos itinerarios que se ofrecían iban por esos derroteros.
Pero veintitrés años después la cosa ha generado ese poco fuego y mucho menos humo, y no se ha convertido en el haz de luz que sirve de lema a la universidad, ni en un rescoldo que caliente a los estudiantes de letras que esté compitiendo sólo a nivel local, en una hipotética 2ªB de la liga de universidades nacional, sin atisbo de asomarse a metas más internacionales. Vamos, que los que no acaban la carrera y opositan para educación suelen acabar trabajando en otras cosas.
Ni siquiera la innegable ventaja que da a la difusión tener alumnos de Erasmus en el Campus o el incontestable hecho de que el patrimonio documental e inmobiliario del área de influencia está por catalogar, difundir o preservar ha conseguido despertar de su letargo al plantel de este templo del saber, del que se dice que tiene más docentes y personal de administración que alumnado.
Porque excavar en Mesopotamia tiene mucho glamour, y escribir del limes germano también, pero a nadie parece importar que no haya un solo castro, castillo, fortaleza, movimiento cultural, personaje o hecho histórico de la ciudad o comarca que haya merecido un congreso digno de llamarse así.
Transmitir el saber es parte fundamental de una facultad, pero el retorno de la inversión ha de venir en forma de su difusión y de mejoras constatables en el entorno. La Fundación EXPONAV, el Museo Naval, la Semana Santa, la pintura romántica y contemporánea, la Guerra Civil española, las Revueltas Imandiñas, la Casa de Andrade, la figura de Franco, Canalejas, Torrente Ballester o Pablo Iglesias, la Ilustración o el Modernismo no despiertan apetitos entre los académicos ferrolanos; para qué hablar de fenómenos más locales como pueden ser las rondallas, el origen de la ciudad o la Batalla de Brion.
Mención aparte merece el escaso interés en la cultura celta o incluso anterior: No vamos a perder el tiempo en llegar a convenios de colaboración con las administraciones o con asociaciones que sí se dedican a ello (ICOMOS, PAFERR, etc) porque nosotros, los catedráticos, somos los que atesoramos el saber y no estamos para perder el tiempo con lindezas de tan bajo caletre.
Y aunque espero que no sea así me temo que la ciudad, la Universidad y la misma Galicia están dejando pasar una oportunidad de crear un germen de algo superior, un epicentro del saber de lo nuestro que ayude a entender el todo, un faro que ilumine el pasado para permitirnos no caer en los mismos errores en el futuro. Y me entristece pensar que una ciudad con tanta gente preocupada por lo que fue,pude ser y por desgracia no es pueda dejar de tener una facultad de letras, un pequeño pero valiosísimo tesoro, que sirva de polo de atracción para mentes ávidas de conocer mejor el mundo y sus porqués.
Y lo peor es que pasará porque, los que viven de los huevos de oro, parecen querer matar a la gallina para ver qué hay dentro, ante la inacción de todos cuantos deberían correr con antorchas y hoces a levantar de sus tronos a estos dioses de papel.
Lo malo de estas cosas es que la culpa es del propio devenir de la institución, que cuando empezó su andadura a principios de los 90 bajo la batuta de don José Antonio Fernández de Rota y Monter se nutrió de titulados de facultades de todo el territorio nacional.
De entre ellos pocos han hecho algo por modificar de manera notable la vida cultural de la ciudad: Wenceslao Gonzáles Fernández, que organiza desde hace muchos años un congreso internacional que suele contar con académicos de prestigio internacional; Montero Fenollós, que ha participado de las excavaciones de Babilonia hasta que la guerra se lo trajo de vuelta; Manuel Recuero y Victor Alonso,que han alternado la labor investigadora con la docencia y con algunas publicaciones; Pedro Armas que pasó fugazmente por la política o José Leira, que organizó las en su momento exitosas Aulas no Camiño... podría seguir si me acordase de todos los que iniciaron aquella aventura que prometía ser la cuna de una escuela de pensamiento moderna y el germen de una nueva cultura de respeto por el patrimonio cultural; de hecho, los dos itinerarios que se ofrecían iban por esos derroteros.
Pero veintitrés años después la cosa ha generado ese poco fuego y mucho menos humo, y no se ha convertido en el haz de luz que sirve de lema a la universidad, ni en un rescoldo que caliente a los estudiantes de letras que esté compitiendo sólo a nivel local, en una hipotética 2ªB de la liga de universidades nacional, sin atisbo de asomarse a metas más internacionales. Vamos, que los que no acaban la carrera y opositan para educación suelen acabar trabajando en otras cosas.
Ni siquiera la innegable ventaja que da a la difusión tener alumnos de Erasmus en el Campus o el incontestable hecho de que el patrimonio documental e inmobiliario del área de influencia está por catalogar, difundir o preservar ha conseguido despertar de su letargo al plantel de este templo del saber, del que se dice que tiene más docentes y personal de administración que alumnado.
Porque excavar en Mesopotamia tiene mucho glamour, y escribir del limes germano también, pero a nadie parece importar que no haya un solo castro, castillo, fortaleza, movimiento cultural, personaje o hecho histórico de la ciudad o comarca que haya merecido un congreso digno de llamarse así.
Transmitir el saber es parte fundamental de una facultad, pero el retorno de la inversión ha de venir en forma de su difusión y de mejoras constatables en el entorno. La Fundación EXPONAV, el Museo Naval, la Semana Santa, la pintura romántica y contemporánea, la Guerra Civil española, las Revueltas Imandiñas, la Casa de Andrade, la figura de Franco, Canalejas, Torrente Ballester o Pablo Iglesias, la Ilustración o el Modernismo no despiertan apetitos entre los académicos ferrolanos; para qué hablar de fenómenos más locales como pueden ser las rondallas, el origen de la ciudad o la Batalla de Brion.
Mención aparte merece el escaso interés en la cultura celta o incluso anterior: No vamos a perder el tiempo en llegar a convenios de colaboración con las administraciones o con asociaciones que sí se dedican a ello (ICOMOS, PAFERR, etc) porque nosotros, los catedráticos, somos los que atesoramos el saber y no estamos para perder el tiempo con lindezas de tan bajo caletre.
Y aunque espero que no sea así me temo que la ciudad, la Universidad y la misma Galicia están dejando pasar una oportunidad de crear un germen de algo superior, un epicentro del saber de lo nuestro que ayude a entender el todo, un faro que ilumine el pasado para permitirnos no caer en los mismos errores en el futuro. Y me entristece pensar que una ciudad con tanta gente preocupada por lo que fue,pude ser y por desgracia no es pueda dejar de tener una facultad de letras, un pequeño pero valiosísimo tesoro, que sirva de polo de atracción para mentes ávidas de conocer mejor el mundo y sus porqués.
Y lo peor es que pasará porque, los que viven de los huevos de oro, parecen querer matar a la gallina para ver qué hay dentro, ante la inacción de todos cuantos deberían correr con antorchas y hoces a levantar de sus tronos a estos dioses de papel.
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