En España la moda de celebrar el Halloween al más puro estilo americano va cobrando impulso año tras año, hasta el punto de que la víspera de Todos los Santos casi cualquier cadena de televisión informó de los principales eventos dedicados a los muertos vivientes. Ya hace años, viviendo yo en Madrid, comprobé con pasmo que los jóvenes se disfrazaban y daban rienda suelta a su mala educación y a una sexualidad gótica (no exenta de atractivo en algunos casos) siguiendo el llamado de algunas cadenas de alimentación americana, o alimentaje que diría Mafalda.
En Galicia, aquellos que persiguen la venganza de la cristianización de las fiestas paganas (esté demostrada o no) llevan unos años intentando que traguemos con la restauración del Samaín, que parece ser que era una fiesta que hacían los druidas al final del verano y en la que normalmente se sacrificaba a alguna joven doncella a Taranis, Lug, Belenos o alguno de los miles de dioses del panteón celta. Como tampoco hay que ponerse así y ya existen el Lugnasad y el Oenach pues resulta que los defensores del Samaín se disfrazan del cadáver de una fulana o de una monja ensangrentada para así diferenciarse de sabe Dios qué y quién. Resulta patético que nos vendan que es una tradición gallega cuando parecer ser que ésta había derivado a comer castañas y vaciar una calabaza. En fin, cosas de los románticos, digo yo.
Hace catorce años un sacerdote francés decidió empezar en Paris una nueva manera de celebrar todos los santos, el Holywins (la santidad vence) disfrazando a los niños de santos en la festividad de Todos los Santos. No me ha dado tiempo a investigar mucho pero creo que la cosa consistía en que los niños se disfrazaran de santos y pasaran una jornada lúdica mientras aprendían frases destacadas o partes de las hagiografías más adecuadas a su edad.
El otro día salieron en la tele unos esforzados católicos celebrando una especie de Halloween con los niños disfrazados de santos, algo así como un "Truco o Rosario" que imita lo peor en zafiedad de la celebración americana y que desde mi punto de vista poco aporta a la formación moral de nuestros vástagos.
Yo propongo la ya conocida fórmula del Auto Sacramental navideño, ese en el que se representa por los tiernos infantes el nacimiento del Señor, en el que cada año se elija un santo y se dramatice parte de su vida (se podría incluso decretar desde Roma un "santo del año") mientras el resto de los niños se disfrazan de otros santos representando así su Comunión. Por supuesto yo restringiría esta representación a los templos y a los colegios religiosos, aunque se pueda colocar un escenario en la calle para dar visibilidad a la cosa. Por supuesto que lo celebraría el día en cuestión, desvinculando tan bonito iniciativa de todo lo que huela al carnaval de los muertos, que poco tiene que ver con la idea católica del triunfo de la vida. Después del evento se podría agasajar a las criaturas con buñuelos y huesos de santo acompañados de un chocolate calentito, para motivar más.
Como proyección de futuro diré que este año en España se han sumado a la iniciativa varias diócesis y en google ya aparecen más de 82.000 referencias a esta iniciativa, que tampoco debería entrar en resonancia con el Día de Difuntos, en el que yo suspiro por que se recupere la representación de Don Juan Tenorio en los teatros españoles.
Ya me imagino cuando me lleguen mis días de vejez viendo a mis nietos disfrazados de Santa Joaquina de Vedruna, endulzando la sobremesa con un chocolate y un anís y terminando en el teatro Jofre viendo el tenorio, aprovechando que los del Halloween tendrán un resacón del quince y seguramente no tendrán ganas de perder su tiempo en venir a llamarnos fachas. Suena bien ¿No?
En Galicia, aquellos que persiguen la venganza de la cristianización de las fiestas paganas (esté demostrada o no) llevan unos años intentando que traguemos con la restauración del Samaín, que parece ser que era una fiesta que hacían los druidas al final del verano y en la que normalmente se sacrificaba a alguna joven doncella a Taranis, Lug, Belenos o alguno de los miles de dioses del panteón celta. Como tampoco hay que ponerse así y ya existen el Lugnasad y el Oenach pues resulta que los defensores del Samaín se disfrazan del cadáver de una fulana o de una monja ensangrentada para así diferenciarse de sabe Dios qué y quién. Resulta patético que nos vendan que es una tradición gallega cuando parecer ser que ésta había derivado a comer castañas y vaciar una calabaza. En fin, cosas de los románticos, digo yo.
Hace catorce años un sacerdote francés decidió empezar en Paris una nueva manera de celebrar todos los santos, el Holywins (la santidad vence) disfrazando a los niños de santos en la festividad de Todos los Santos. No me ha dado tiempo a investigar mucho pero creo que la cosa consistía en que los niños se disfrazaran de santos y pasaran una jornada lúdica mientras aprendían frases destacadas o partes de las hagiografías más adecuadas a su edad.
El otro día salieron en la tele unos esforzados católicos celebrando una especie de Halloween con los niños disfrazados de santos, algo así como un "Truco o Rosario" que imita lo peor en zafiedad de la celebración americana y que desde mi punto de vista poco aporta a la formación moral de nuestros vástagos.
Yo propongo la ya conocida fórmula del Auto Sacramental navideño, ese en el que se representa por los tiernos infantes el nacimiento del Señor, en el que cada año se elija un santo y se dramatice parte de su vida (se podría incluso decretar desde Roma un "santo del año") mientras el resto de los niños se disfrazan de otros santos representando así su Comunión. Por supuesto yo restringiría esta representación a los templos y a los colegios religiosos, aunque se pueda colocar un escenario en la calle para dar visibilidad a la cosa. Por supuesto que lo celebraría el día en cuestión, desvinculando tan bonito iniciativa de todo lo que huela al carnaval de los muertos, que poco tiene que ver con la idea católica del triunfo de la vida. Después del evento se podría agasajar a las criaturas con buñuelos y huesos de santo acompañados de un chocolate calentito, para motivar más.
Como proyección de futuro diré que este año en España se han sumado a la iniciativa varias diócesis y en google ya aparecen más de 82.000 referencias a esta iniciativa, que tampoco debería entrar en resonancia con el Día de Difuntos, en el que yo suspiro por que se recupere la representación de Don Juan Tenorio en los teatros españoles.
Ya me imagino cuando me lleguen mis días de vejez viendo a mis nietos disfrazados de Santa Joaquina de Vedruna, endulzando la sobremesa con un chocolate y un anís y terminando en el teatro Jofre viendo el tenorio, aprovechando que los del Halloween tendrán un resacón del quince y seguramente no tendrán ganas de perder su tiempo en venir a llamarnos fachas. Suena bien ¿No?
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