Un camión con comida no debería de llamarnos la atención, por mucho que ahora los hayan bautizado con un anglicismo y se revistan de modernidad para pasmo y asombro de los jóvenes que creen que la comida sólo se sirve rápida o envasada. Pero a veces la vida te da sorpresas tan agradables que he decidido retomar la crítica gastronómica (aunque hace tiempo que no lo hacía).
Resulta que en uno de esos camiones me encuentro con la siguiente sugerencia: Hamburguesa de cachena con jamón de porco celta, queso de San Simón y mayonesa con soja, por supuesto en un pan que en nada se parece o los de las hamburguesas americanas salvo en la forma. Quitando que para mí a la carne le faltaba algo de tocino para darle jugosidad no puedo sino pensar que los siete euros y medio que pagué se cuentan entre las mejores inversiones que he hecho.
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Vaca Cachena. Imagen de http://daninland.blogspot.com |
Entablo conversación con el joven que parece dirigir el cotarro y me cuenta que las cachenas (son vacas) están criadas en Loiba -sí, donde está el banco más bonito del mundo- y que ellos tienen un restaurante en el parque natural de las Fragas del Eume en el que se basan en estos y otros productos autóctonos como la gallina de Mos o las setas de monte. ¿Vosotros habéis estado en las Fragas del Eume? Pues es uno de los espacios naturales más visitados de Galicia -después de las Cíes y la Playa de las Catedrales, por supuesto-, y es uno de esos lugares en los que puedes imaginar cómo sería el mundo si nosotros no lo hubiésemos fastidiado.
Permitirme una pequeña reflexión acerca de lo que puede significar adaptar una receta americana a nuestros ingredientes: Pues puede significar lo mismo que cuando Marco Polo llevó la pasta a Italia o nada de nada, depende de cómo queramos platearlo; y me explico: los pimientos jalapeños rellenos de cheddar son una receta tex-mex muy sabrosa, pero yo he probado a repetirla con pimientos del couto rellenos de queso de Arzúa y empanados con pan de Neda y son una exquisitez.
Y todo el asunto éste de las cachenas y los porcos me hace buscar el restaurante en la red, y me encuentro con que se llama Andarubel y que uno de sus platos más valorados es la pechuga rellena de queso, y que en invierno abre viernes y sábados pese a estar en el corazón de un parque de unas diez mil hectáreas en el que viven como quinientas personas.
El celebérrimo restaurante El Bulli abrió sus puertas hace cincuenta y cinco años en un pueblo de poco más de dos mil habitantes que se llama Rosas y está en Gerona. Hoy Rosas tiene más de veinte mil y El Bulli, pese a que ya cerró sus puertas, sigue siendo una referencia gastronómica en todo el mundo, transcendiendo con mucho la notoriedad que confieren tres estrellas Michelín o ser elegido varias veces el mejor restaurante del mundo. Hoy Ferrán Adriá es un gurú y ha cambiado la forma de entender la gastronomía de prácticamente todo occidente. Ni que decir tiene que Rosas es un enclave turístico en la Costa Brava.
A veces hay que dejar los miedos atrás y hacer las cosas, aunque corras el riesgo de triunfar en lo que te propongas. Cuando vaya a conocer ese restaurante en medio de esa joya natural espero tener motivos para recomendaros la visita, y también para soñar que un día eso del despoblamiento rural o de la mercantilización de todo ha dado paso a algo mejor.
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