http://www.ferrol360.es/album-las-imagenes-de-la-despedida-en-ferrol-al-principe-de-asturias/#prettyPhoto[gallery]/0/
No es pena, es algo más profundo; es un sentimiento en el que la pena está presente, pero también la nostalgia, el hastío, la desazón, el hartazgo... e incluso el orgullo y la nostalgia. Ni siquiera me planteé ir a verlo, porque creo que a los funerales se va a consolar a los dolientes, no al difunto, y para mí que al portaviones lo mataron entre todos y él sólo se murió.
No era muy antiguo, pero el cambio generacional lo hacía muy costoso de mantener y se requería demasiada gente para operarlo; no eran los cien millones de cambiar la propulsión, era la diferencia entre escribir a máquina o en la red, y eso lo sentenció.
Algunos hemos intentado, con escasos apoyos y ningún éxito, que fuera otra cosa. A modo de sufragista victoriana yo mismo inicié una petición de esas que no sirve para nada en una de esas páginas que sirven para menos; creo que no llegué a las doscientas firmas, pese a haberlo publicado en uno de esos grupos de adoradores de Ferrol y en alguno de pirados de lo militar. Doscientas firmas, nada menos. Me consuela pensar que en la otra petición que inicié para solicitar la restauración ambiental de la Ría de Ferrol no llegué a cien.
Sé que blogs como este hay miles en la red, por no hablar de los que son mejores que éste, que son la mayoría. Las poquitas personas que me leéis no vais a cambiar el mundo -ni yo tampoco- pero quisiera creer que con algo de apoyo mediático y político podríamos haber conseguido superar los problemas burocráticos y financieros que implicaría cualquier proyecto para el buque.
El antimilitarismo de la izquierda, la intolerancia con lo que huela a España de los separatistas, el miedo de los socialistas a que se les acuse de algo y los complejos de los centristas han hecho que desde ninguna administración pública se planteara que el Portaviones R-11 Príncipe de Asturias tuviera otro destino que su venta a un tercero, lo que al final se ha traducido en tres millones de euros que seguro se dedicarán a algo importantísimo.
Lo que ya es seguro es que no será una escuela flotante, que no formará parte del complejo museístico de Ferrol, que no será visitable y que no será una unidad de la Armada Española. También es seguro que no lo visitarán nostálgicos de la mili, ni militares retirados que hayan prestado sus servicios en él, ni turistas de esos que cada vez más frecuentan Ferrol, ni reservistas que luzcan su uniforme orgullosos de pertenecer a la Armada más gloriosa de la historia de la humanidad, ni marinos formándose en sus cubiertas, ni aprendices de los astilleros, ni sistemas dados de baja expuestos en sus cubiertas, ni una tienda de recuerdos, ni una cantina: nada: Al barco le espera el desguace y convertirse en algo nuevo, y ese es el ciclo de la vida y poco puede objetarse.
Pero esa zozobra que siento al ver las fotos de los enlaces que adjunto no me abandona, porque no puedo sino pensar que -tantas veces- somos incapaces de pensar de una forma diferente y de imitar a algunos países que consideran que a veces las cosas no tienen que tener doscientos años para ser un bien patrimonial cuyo valor dará réditos en el futuro. No sé si la crisis se lo ha llevado por delante, ha sido la desidia, la incompetencia o ha sido la razón, pero creo que ayer entre castillos la Boca de la Ría ha dado su beso de despedida al barco que supuso que en España volviéramos a hacer barcos, y que todos esos prodigios tecnológicos que asombran al mundo han sentido un crujido en sus cuadernas porque saben que su padre se despide. Vientos largos y buena mar, quién sabe si algún día tu acero volverá a navegar de nuevo con otro nombre.
https://www.lavozdegalicia.es/album/ferrol/ferrol/2017/08/10/espectaculares-imagenes-dejo-despedida-portaviones/01101502381711259492882.htm
No es pena, es algo más profundo; es un sentimiento en el que la pena está presente, pero también la nostalgia, el hastío, la desazón, el hartazgo... e incluso el orgullo y la nostalgia. Ni siquiera me planteé ir a verlo, porque creo que a los funerales se va a consolar a los dolientes, no al difunto, y para mí que al portaviones lo mataron entre todos y él sólo se murió.
No era muy antiguo, pero el cambio generacional lo hacía muy costoso de mantener y se requería demasiada gente para operarlo; no eran los cien millones de cambiar la propulsión, era la diferencia entre escribir a máquina o en la red, y eso lo sentenció.
Algunos hemos intentado, con escasos apoyos y ningún éxito, que fuera otra cosa. A modo de sufragista victoriana yo mismo inicié una petición de esas que no sirve para nada en una de esas páginas que sirven para menos; creo que no llegué a las doscientas firmas, pese a haberlo publicado en uno de esos grupos de adoradores de Ferrol y en alguno de pirados de lo militar. Doscientas firmas, nada menos. Me consuela pensar que en la otra petición que inicié para solicitar la restauración ambiental de la Ría de Ferrol no llegué a cien.
Sé que blogs como este hay miles en la red, por no hablar de los que son mejores que éste, que son la mayoría. Las poquitas personas que me leéis no vais a cambiar el mundo -ni yo tampoco- pero quisiera creer que con algo de apoyo mediático y político podríamos haber conseguido superar los problemas burocráticos y financieros que implicaría cualquier proyecto para el buque.
El antimilitarismo de la izquierda, la intolerancia con lo que huela a España de los separatistas, el miedo de los socialistas a que se les acuse de algo y los complejos de los centristas han hecho que desde ninguna administración pública se planteara que el Portaviones R-11 Príncipe de Asturias tuviera otro destino que su venta a un tercero, lo que al final se ha traducido en tres millones de euros que seguro se dedicarán a algo importantísimo.
Lo que ya es seguro es que no será una escuela flotante, que no formará parte del complejo museístico de Ferrol, que no será visitable y que no será una unidad de la Armada Española. También es seguro que no lo visitarán nostálgicos de la mili, ni militares retirados que hayan prestado sus servicios en él, ni turistas de esos que cada vez más frecuentan Ferrol, ni reservistas que luzcan su uniforme orgullosos de pertenecer a la Armada más gloriosa de la historia de la humanidad, ni marinos formándose en sus cubiertas, ni aprendices de los astilleros, ni sistemas dados de baja expuestos en sus cubiertas, ni una tienda de recuerdos, ni una cantina: nada: Al barco le espera el desguace y convertirse en algo nuevo, y ese es el ciclo de la vida y poco puede objetarse.
Pero esa zozobra que siento al ver las fotos de los enlaces que adjunto no me abandona, porque no puedo sino pensar que -tantas veces- somos incapaces de pensar de una forma diferente y de imitar a algunos países que consideran que a veces las cosas no tienen que tener doscientos años para ser un bien patrimonial cuyo valor dará réditos en el futuro. No sé si la crisis se lo ha llevado por delante, ha sido la desidia, la incompetencia o ha sido la razón, pero creo que ayer entre castillos la Boca de la Ría ha dado su beso de despedida al barco que supuso que en España volviéramos a hacer barcos, y que todos esos prodigios tecnológicos que asombran al mundo han sentido un crujido en sus cuadernas porque saben que su padre se despide. Vientos largos y buena mar, quién sabe si algún día tu acero volverá a navegar de nuevo con otro nombre.
https://www.lavozdegalicia.es/album/ferrol/ferrol/2017/08/10/espectaculares-imagenes-dejo-despedida-portaviones/01101502381711259492882.htm
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