Una mañana brumosa y fresca, con algunos girones de niebla y un poco de orballo, me acompaña algo después de las siete de la mañana. Entre la lluvia fina observo que tres personas con toda la pinta de ser peregrinos vacilan delante del antiguo Gobierno Militar. Entre las cuatro desfasadas atracciones de feria se adentran en el Cantón hacia Herrerías. "Se han perdido", pienso, y me acerco a darles indicaciones.
Cargado de prejuicios me sorprendo al ver que son tres mujeres muy jóvenes, una de ellas con el pelo rapado al uno y aros y pendientes por todas partes. Mis prejuicios me dicen que no hacen el camino por motivos religiosos, como si yo supiera lo que mueve a la gente a hacer las cosas o como si no supiera que las apariencias son sólo apariencias.
Después de indicarles la ruta a seguir y recibir su agradecimiento vuelvo a ese camino que me gusta recorrer por las mañanas, reflexionando acerca de cómo se podría hacer para que no se perdieran la mayoría de los que emprenden el itinerario, y mis pensamientos me conducen a lo que he estado leyendo estos días: El digital Galicia Ártabra Digital ha emprendido una campaña de potenciación -y denuncia- del Camino Inglés, sumándose a otras entidades que llevan (llevamos) tiempo haciéndolo; alguna administración ha invertido en colocar mojones indicando el trazado en las que ha incluido un nosequé que hace que tu teléfono te cuente curiosidades de los puntos a los que llegas. Mientras tanto, otra administración permite la colocación de "cacharritos" tapando los indicadores.
La verdad es que es curioso comprobar que la inoperancia de aquellos que no gozan de nuestra simpatía nos molesta más que la de los que sí son objeto de nuestros amores: Un padre de familia de mediana edad como yo lleva sin tener una oferta de fiestas atractiva desde hace ya ni se sabe, pero ahora muchos se lanzan a criticar que no hay actividades para niños o que los grupos a los que se ha contratado no son para todos los públicos; es obvio que es cierto y que carece de lógica que en una ciudad que lo que más necesita es que haya niños la oferta se limite a conciertos que empiezan cuando éstos ya están acostados o deberían estarlo... pero es igual de obvio el incontestable hecho de que nunca la ha habido.
Aunque no poseo el frasco de las esencias me pregunto si ya no hay payasos o grupos infantiles, o animadores que se llaman ahora. También me pregunto por qué el gobierno local no convoca a más entidades para diseñar las fiestas. Me pregunto qué fue de la feria de productos locales, por qué no se aprovechan las instalaciones de la Feria de Muestras, por qué no se organizan eventos deportivos, por qué -algunos- siguen alabando la vida cultural de la ciudad, por qué EXPONAV organiza muestras de pintura y no lo hace Afundación, dónde quedó la Ilustración y dónde el modernismo, qué medio no local ha hablado de las fiestas de la ciudad, por qué nuestro Camino es la hermana fea y pobre... hay muchos porqués sin respuesta y el orballo me sigue refrescando todo menos las ideas.
Y es que cada alcalde viene con sus ideas: Uno hace un parque en el Montón, nadie lo inaugura; otro hace un Museo en la Cuesta de Mella, ídem de lienzo; otro idea una senda litoral, se queda en ninguna parte ¿Pero será tan difícil dar continuidad a las buenas ideas?
Y ahora resulta que como parte de nuestras fiestas organizamos clases de surf en Valdoviño aprovechando el Pantín Classic ¿Pero de verdad tenemos tan poco -o nada- que ofrecer aparte de pagarle a músicos para que vengan a cantar?
Y el problema es que se puede no tener imaginación, que cada uno es como es, pero a veces parece que los que se dedican a la política es porque no podían dedicarse a otra cosa. Mientras tanto otros cientos de miles de euros gastados en conciertos; total, como nadamos en la abundancia.
PD: Lo bueno de que nadie te lea es que nadie va a pensar que con lo que ha costado organizar todo esto (220.000 euros/36.000.000 de pesetas han costado los conciertos de esta semana) se podrían hacer otras cosas que dieran más réditos a los ciudadanos; total, el dinero público no es de nadie. Seguro que en las próximas elecciones todos los ferrolanos votaremos en conciencia a los que no hicieron, a los que se opusieron y a los que no ayudaron. Hay que ver qué nostálgico me ponen los días de lluvia fina.
Cargado de prejuicios me sorprendo al ver que son tres mujeres muy jóvenes, una de ellas con el pelo rapado al uno y aros y pendientes por todas partes. Mis prejuicios me dicen que no hacen el camino por motivos religiosos, como si yo supiera lo que mueve a la gente a hacer las cosas o como si no supiera que las apariencias son sólo apariencias.
Después de indicarles la ruta a seguir y recibir su agradecimiento vuelvo a ese camino que me gusta recorrer por las mañanas, reflexionando acerca de cómo se podría hacer para que no se perdieran la mayoría de los que emprenden el itinerario, y mis pensamientos me conducen a lo que he estado leyendo estos días: El digital Galicia Ártabra Digital ha emprendido una campaña de potenciación -y denuncia- del Camino Inglés, sumándose a otras entidades que llevan (llevamos) tiempo haciéndolo; alguna administración ha invertido en colocar mojones indicando el trazado en las que ha incluido un nosequé que hace que tu teléfono te cuente curiosidades de los puntos a los que llegas. Mientras tanto, otra administración permite la colocación de "cacharritos" tapando los indicadores.
La verdad es que es curioso comprobar que la inoperancia de aquellos que no gozan de nuestra simpatía nos molesta más que la de los que sí son objeto de nuestros amores: Un padre de familia de mediana edad como yo lleva sin tener una oferta de fiestas atractiva desde hace ya ni se sabe, pero ahora muchos se lanzan a criticar que no hay actividades para niños o que los grupos a los que se ha contratado no son para todos los públicos; es obvio que es cierto y que carece de lógica que en una ciudad que lo que más necesita es que haya niños la oferta se limite a conciertos que empiezan cuando éstos ya están acostados o deberían estarlo... pero es igual de obvio el incontestable hecho de que nunca la ha habido.
Aunque no poseo el frasco de las esencias me pregunto si ya no hay payasos o grupos infantiles, o animadores que se llaman ahora. También me pregunto por qué el gobierno local no convoca a más entidades para diseñar las fiestas. Me pregunto qué fue de la feria de productos locales, por qué no se aprovechan las instalaciones de la Feria de Muestras, por qué no se organizan eventos deportivos, por qué -algunos- siguen alabando la vida cultural de la ciudad, por qué EXPONAV organiza muestras de pintura y no lo hace Afundación, dónde quedó la Ilustración y dónde el modernismo, qué medio no local ha hablado de las fiestas de la ciudad, por qué nuestro Camino es la hermana fea y pobre... hay muchos porqués sin respuesta y el orballo me sigue refrescando todo menos las ideas.
Y es que cada alcalde viene con sus ideas: Uno hace un parque en el Montón, nadie lo inaugura; otro hace un Museo en la Cuesta de Mella, ídem de lienzo; otro idea una senda litoral, se queda en ninguna parte ¿Pero será tan difícil dar continuidad a las buenas ideas?
Y ahora resulta que como parte de nuestras fiestas organizamos clases de surf en Valdoviño aprovechando el Pantín Classic ¿Pero de verdad tenemos tan poco -o nada- que ofrecer aparte de pagarle a músicos para que vengan a cantar?
Y el problema es que se puede no tener imaginación, que cada uno es como es, pero a veces parece que los que se dedican a la política es porque no podían dedicarse a otra cosa. Mientras tanto otros cientos de miles de euros gastados en conciertos; total, como nadamos en la abundancia.
PD: Lo bueno de que nadie te lea es que nadie va a pensar que con lo que ha costado organizar todo esto (220.000 euros/36.000.000 de pesetas han costado los conciertos de esta semana) se podrían hacer otras cosas que dieran más réditos a los ciudadanos; total, el dinero público no es de nadie. Seguro que en las próximas elecciones todos los ferrolanos votaremos en conciencia a los que no hicieron, a los que se opusieron y a los que no ayudaron. Hay que ver qué nostálgico me ponen los días de lluvia fina.
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