Empecé a leer los artículos de Pérez Reverte más o menos cuando empezó a escribir en El Semanal. En aquella época ya era igual de prepotente que ahora (él, yo me he ido perfeccionando con los años). Al poco me empezaron a llegar sus novelas... la verdad es que ninguna me pareció gran cosa, y en la mayoría observé dos constantes: No sabe acabarlas y sus protagonistas son unos amargados y bastante descreídos.
Como escribo y sé lo complicado que es encontrarse con el folio en blanco no puedo menos que reconocer que hay una evolución a mejor en su estilo, e incluso que trata con cierta tolerancia a algunos de sus personajes y a otros -menos- con cierta indulgencia, que parece nacer de la condescendencia que le otorga su posición. ¿Qué posición? Pues que es una persona culta, adinerada y famosa, que se ha hecho a sí mismo y que goza del reconocimiento general y de bastantes simpatías.
Desde mi punto de vista la figura que se ha creado en torno a su persona lo han convertido en personaje, y no es nada raro que se difundan en su nombre soflamas de uno u otro tipo que suelen ser fácilmente reconocibles o bien por el estilo o bien por el mensaje; por ejemplo: Si yo leo una supuesta carta defendiendo España automáticamente lo descarto como autor, porque no lo ha hecho nunca de forma directa. El uso de palabras grandes como Patria o Nación también eliminan posibilidad alguna a su autoría. Es lo que hay.
Y con esto no pretendo meterme con el señor académico de la Real: Él sabrá si es honesto enarbolar esa grímpola y no conceder cuartel a su enemigo ni grandeza a sus acciones, y también el porqué de la mención constante a esas lecturas de cabecera en griego, latín o castellano antiguo que deben guiarnos a todos cuando elegimos cómo desbravarnos, lo que descarta totalmente su obra literaria.
Porque a mí me gusta leer a Pérez Reverte aunque no esté de acuerdo con él, aunque crea que no tiene más base moral que su raciocinio, aunque no espero que reconozca un error suyo jamás y aunque no coincida ni de lejos en que España es una nación de nobles brutos gobernada constantemente por tiranos estúpidos... no: Para mí es tan libre de escribir lo que le parezca como yo lo soy de opinar que la mitad de lo que dice es una memez para su mayor gloria y honra.
Lo que me extraña es la cantidad de hooligans, torcedores, xiareiros o fanáticos que consideran que una persona de familia acomodada y con más dinero del que la mayoría soñamos tener es en realidad un apóstol del pueblo llano cuyo objetivo es reverdecer los laureles de la corona.
Porque no lo es: A Reverte le gusta la grandeza de las acciones individuales, la épica de la historia y la nobleza de aquellos que ponen la honra y la palabra por encima de su integridad, proponiendo alatristes en todas su novelas, que luchan contra curas malvados que sólo quieren alimentar su glotonería, su lujuria y su ambición. a partir de ese momento mantiene una equidistancia constante entre el bien y el mal, y de ahí que la mayoría de sus protagonistas se muevan entre el relativismo y la inmoralidad, probablemente porque es donde él mismo se mueve.
Y más allá de eso parece estar más a gusto con pequeñas élites que con esa masa que le alaba en sus múltiples escenarios de propaganda; pero así somos todos ¿Verdad? que alabamos al que nos denigra porque menciona a Heródoto cuando lo hace, no vaya a ser que alguien se de cuenta de que no tenemos ni idea de si lo que está escribiendo es de Plauto, de Tolkien, de su prima Margarita o de cosecha propia.
Y es que para mí no hay nada más insoportable que el que se empeña cada dos por tres en contarnos las veces que ha leído a los clásicos, a los autores del Siglo de Oro, a los del 98, a os del 27 y a la madre que los parió a todos. y por eso me gusta tanto Cervantes: Porque no había leído El Quijote, y por eso lo escribió.
Como escribo y sé lo complicado que es encontrarse con el folio en blanco no puedo menos que reconocer que hay una evolución a mejor en su estilo, e incluso que trata con cierta tolerancia a algunos de sus personajes y a otros -menos- con cierta indulgencia, que parece nacer de la condescendencia que le otorga su posición. ¿Qué posición? Pues que es una persona culta, adinerada y famosa, que se ha hecho a sí mismo y que goza del reconocimiento general y de bastantes simpatías.
Desde mi punto de vista la figura que se ha creado en torno a su persona lo han convertido en personaje, y no es nada raro que se difundan en su nombre soflamas de uno u otro tipo que suelen ser fácilmente reconocibles o bien por el estilo o bien por el mensaje; por ejemplo: Si yo leo una supuesta carta defendiendo España automáticamente lo descarto como autor, porque no lo ha hecho nunca de forma directa. El uso de palabras grandes como Patria o Nación también eliminan posibilidad alguna a su autoría. Es lo que hay.
Y con esto no pretendo meterme con el señor académico de la Real: Él sabrá si es honesto enarbolar esa grímpola y no conceder cuartel a su enemigo ni grandeza a sus acciones, y también el porqué de la mención constante a esas lecturas de cabecera en griego, latín o castellano antiguo que deben guiarnos a todos cuando elegimos cómo desbravarnos, lo que descarta totalmente su obra literaria.
Porque a mí me gusta leer a Pérez Reverte aunque no esté de acuerdo con él, aunque crea que no tiene más base moral que su raciocinio, aunque no espero que reconozca un error suyo jamás y aunque no coincida ni de lejos en que España es una nación de nobles brutos gobernada constantemente por tiranos estúpidos... no: Para mí es tan libre de escribir lo que le parezca como yo lo soy de opinar que la mitad de lo que dice es una memez para su mayor gloria y honra.
Lo que me extraña es la cantidad de hooligans, torcedores, xiareiros o fanáticos que consideran que una persona de familia acomodada y con más dinero del que la mayoría soñamos tener es en realidad un apóstol del pueblo llano cuyo objetivo es reverdecer los laureles de la corona.
Porque no lo es: A Reverte le gusta la grandeza de las acciones individuales, la épica de la historia y la nobleza de aquellos que ponen la honra y la palabra por encima de su integridad, proponiendo alatristes en todas su novelas, que luchan contra curas malvados que sólo quieren alimentar su glotonería, su lujuria y su ambición. a partir de ese momento mantiene una equidistancia constante entre el bien y el mal, y de ahí que la mayoría de sus protagonistas se muevan entre el relativismo y la inmoralidad, probablemente porque es donde él mismo se mueve.
Y más allá de eso parece estar más a gusto con pequeñas élites que con esa masa que le alaba en sus múltiples escenarios de propaganda; pero así somos todos ¿Verdad? que alabamos al que nos denigra porque menciona a Heródoto cuando lo hace, no vaya a ser que alguien se de cuenta de que no tenemos ni idea de si lo que está escribiendo es de Plauto, de Tolkien, de su prima Margarita o de cosecha propia.
Y es que para mí no hay nada más insoportable que el que se empeña cada dos por tres en contarnos las veces que ha leído a los clásicos, a los autores del Siglo de Oro, a los del 98, a os del 27 y a la madre que los parió a todos. y por eso me gusta tanto Cervantes: Porque no había leído El Quijote, y por eso lo escribió.
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