Resulta que uno dice que un banco es el más bonito del mundo y la lía parda; la cosa es así: resulta que el banco de Loiba, con unas vistas prodigiosas, ha empezado a recibir tantas visitas que la administración ha decidido invertir en la adecuación de sus accesos, dada la cantidad de gente que se acerca a hacerse una foto. Independientemente de que el banco en sí no es gran cosa y que la redacción de la frase es inadecuada, en Galicia periódicamente aparece algo que es lo mejor del mundo. Empezó la Playa de Rodas, le siguió la de las Catedrales, después vino el banco y lo siguiente va a ser el Fuciño do Porco... y eso porque el hotel del Faro de Isla Pancha ha salido temporalmente de la liza.
¿De dónde viene esto? Pues un poco del Camino, otro de la gastronomía y mucho de las redes sociales... y algunos sostienen que algo tiene que ver el cambio climático y las guerras del Mediterráneo, que ha derivado clientes a España. ¿Debemos entonces buscar un turismo masivo aprovechando el tirón? Pues desde mi punto de vista rotundamente no, pero tampoco estamos para darle margaritas a los cerdos, por lo que debemos enfocar nuestra apuesta a un turismo de calidad y desestacionalizado, y recordando una visita a la Isla del Hierro (Canarias) hace unos años caí en la cuenta de que los observatorios del sistema defensivo de Ferrol y de todo el Golfo Ártabro están situados de tal manera que controlan absolutamente gran parte de la costa coruñesa. Todo esto me hizo pensar que podríamos aprovechar ese turismo lento para atraer a propios y extraños y dinamizar un poco la economía, que tan necesitada está de alegrías y diversificación.
Monteventoso es el más significativo ejemplo de lo que podría ser y no es: Un observatorio en el que un particular ha instalado un banco y ha visto incrementado el número de visitantes ávidos de hacerse una foto para atestiguar su paso por allí, difundirlo en las redes sociales y hacer publicidad gratuita a la comarca. Tal vez con el tiempo veremos como el antiguo Observatorio de la Armada se convierte en un local de hostelería y se arregla la carretera; por supuesto soy consciente de que el hecho de que sea de Defensa y de la lentitud en la aprobación del tristemente famoso convenio entre este ministerio y el gobierno de Ferrol sitúan al área en un limbo que imposibilita que se acometan obras de adecuación.
Otro observatorio francamente poco aprovechado es el conjunto de Montefaro y de la Bailadora, creo que cedido en parte al Ayuntamiento de Ares. Toda el área comprende un conjunto de baterías antiaéreas y de costa que, como no podía ser de otra manera, domina las rías de Ferrol y Ares, ampliando su campo de visión hacia el sur hasta la propia ciudad de La Coruña y las Islas Sisargas. Qué listos fueron los militares de principios del XX. Estas baterías están tan bien situadas que sólo su existencia zanjó la guerra civil en Ferrol en los primeros días del conflicto, dado que la afección de sus mandos al alzamiento imposibilitó que ningún barco pudiera entrar o salir de la Ría, lo que da cuenta de lo dominante de su posición. Toda la zona es una joya natural y arquitectónica, en la que destaca el Monasterio de Santa Catalina como tesoro arquitectónico e incluso histórico, al ser uno de los primeros monasterios del mundo en el que se instaló artillería.
La tercera instalación es el Mirador de Pedrouzo, también construido por los militares. De hecho no existe tal mirador, sino los restos de una instalación a la que se accede por un camino sin cuidados ni desbroces. Su dominio del Cabo Prior y su línea de visión con Montefaro amplían el campo de visión del visitante al Valle de Esmelle y nos enseñan un norte desconocido por casi todos.
Desde Chamorro, aunque más bajo y sin historia militar, el dominio es hacia el sur, llamando la atención lo cercano que parece Breamo y que en los días claros se observa de forma bastante clara la Torre de Nogueirosa, también conocida como Castillo de Andrade.
En Prioriño parece que estás tocando Coruña, la Ría de Ares y Chanteiro, y además sorprende la ubicación de sus baterías alta y baja y la existencia de la de Viñas, que se trasladó setecientos metros para construir el puerto exterior.
Para terminar tenemos en Neda el prodigioso Mirador de Ancos, desde donde la Ría de Ferrol parece un lago y que permite una visión sorprendente del faro de Meirás y de todas las tierra desde Neda hasta Moeche.
Une a todas estas instalaciones que están en terrenos con escasa o nula ocupación o actividad humana, su inexistente gestión y lo complicado de su acceso. Los eucaliptos limitan el campo de visión en varios de ellos, la maleza cubre muchos de los bienes -inventariados o no-, no existen apenas carteles indicativos, no hay instalaciones hosteleras o de alojamiento, ni actividades que que traten de aprovechar el entorno o pruebas deportivas que ayuden a su difusión.
Por todo lo que he contado y todo lo que conocemos os suelto a vuelapluma...:
- Considero que de una forma mancomunada se podría crear directamente una ruta de los miradores, en la que deberían implicarse en una primera fase al menos los municipios de Ferrol, Neda y Ares, la Diputación de la Coruña y la Xunta de Galicia.
- Considero asimismo que los municipios de Narón, Fene y Mugardos deberían unirse en una segunda fase puesto que gran parte de lo observado está dentro de su término municipal.
- Considero también que a estos grandes miradores podrían unirse otros dentro del Geodestino Ferrolterra-Rías Altas (no podemos olvidar el Vixía de Herbeira o Loiba) y que al final la costa gallega debería convertirse por la acción humana en lo que ya es georgráficamente: El balcón del Atlántico.
Y es que lo bueno de un mirador es que es relativamente barato y que apenas necesita una senda para llegar y un aparcamiento relativamente cercano. Además cada uno de ellos puede convertirse en un pequeño parque en el que la gestión se dedique a desbrozar y a talar aquellas especies que impidan o dificulten la visibilidad, por lo que tampoco implica una acción constante. Eso, una imagen distintiva y un poco de publicidad.
PD: Como siempre, voy a insistir en que creo que es fundamental que la protección del patrimonio histórico, arquitectónico, natural o paisajístico sea capaz de generar recursos para así garantizar su mantenimiento y conservación. El caso de los miradores no es de fácil solución por la baja afluencia de visitantes, pero ante el previsible aumento de las visitas en caso de que se adecuen habría que pensar en crear zonas libres de vehículos, aparcamientos y algún equipamiento hostelero, y que nadie se escandalice porque es lo que se ha hecho en la playa de las Catedrales.
¿De dónde viene esto? Pues un poco del Camino, otro de la gastronomía y mucho de las redes sociales... y algunos sostienen que algo tiene que ver el cambio climático y las guerras del Mediterráneo, que ha derivado clientes a España. ¿Debemos entonces buscar un turismo masivo aprovechando el tirón? Pues desde mi punto de vista rotundamente no, pero tampoco estamos para darle margaritas a los cerdos, por lo que debemos enfocar nuestra apuesta a un turismo de calidad y desestacionalizado, y recordando una visita a la Isla del Hierro (Canarias) hace unos años caí en la cuenta de que los observatorios del sistema defensivo de Ferrol y de todo el Golfo Ártabro están situados de tal manera que controlan absolutamente gran parte de la costa coruñesa. Todo esto me hizo pensar que podríamos aprovechar ese turismo lento para atraer a propios y extraños y dinamizar un poco la economía, que tan necesitada está de alegrías y diversificación.
Monteventoso es el más significativo ejemplo de lo que podría ser y no es: Un observatorio en el que un particular ha instalado un banco y ha visto incrementado el número de visitantes ávidos de hacerse una foto para atestiguar su paso por allí, difundirlo en las redes sociales y hacer publicidad gratuita a la comarca. Tal vez con el tiempo veremos como el antiguo Observatorio de la Armada se convierte en un local de hostelería y se arregla la carretera; por supuesto soy consciente de que el hecho de que sea de Defensa y de la lentitud en la aprobación del tristemente famoso convenio entre este ministerio y el gobierno de Ferrol sitúan al área en un limbo que imposibilita que se acometan obras de adecuación.
Otro observatorio francamente poco aprovechado es el conjunto de Montefaro y de la Bailadora, creo que cedido en parte al Ayuntamiento de Ares. Toda el área comprende un conjunto de baterías antiaéreas y de costa que, como no podía ser de otra manera, domina las rías de Ferrol y Ares, ampliando su campo de visión hacia el sur hasta la propia ciudad de La Coruña y las Islas Sisargas. Qué listos fueron los militares de principios del XX. Estas baterías están tan bien situadas que sólo su existencia zanjó la guerra civil en Ferrol en los primeros días del conflicto, dado que la afección de sus mandos al alzamiento imposibilitó que ningún barco pudiera entrar o salir de la Ría, lo que da cuenta de lo dominante de su posición. Toda la zona es una joya natural y arquitectónica, en la que destaca el Monasterio de Santa Catalina como tesoro arquitectónico e incluso histórico, al ser uno de los primeros monasterios del mundo en el que se instaló artillería.
La tercera instalación es el Mirador de Pedrouzo, también construido por los militares. De hecho no existe tal mirador, sino los restos de una instalación a la que se accede por un camino sin cuidados ni desbroces. Su dominio del Cabo Prior y su línea de visión con Montefaro amplían el campo de visión del visitante al Valle de Esmelle y nos enseñan un norte desconocido por casi todos.
Desde Chamorro, aunque más bajo y sin historia militar, el dominio es hacia el sur, llamando la atención lo cercano que parece Breamo y que en los días claros se observa de forma bastante clara la Torre de Nogueirosa, también conocida como Castillo de Andrade.
En Prioriño parece que estás tocando Coruña, la Ría de Ares y Chanteiro, y además sorprende la ubicación de sus baterías alta y baja y la existencia de la de Viñas, que se trasladó setecientos metros para construir el puerto exterior.
Para terminar tenemos en Neda el prodigioso Mirador de Ancos, desde donde la Ría de Ferrol parece un lago y que permite una visión sorprendente del faro de Meirás y de todas las tierra desde Neda hasta Moeche.
Une a todas estas instalaciones que están en terrenos con escasa o nula ocupación o actividad humana, su inexistente gestión y lo complicado de su acceso. Los eucaliptos limitan el campo de visión en varios de ellos, la maleza cubre muchos de los bienes -inventariados o no-, no existen apenas carteles indicativos, no hay instalaciones hosteleras o de alojamiento, ni actividades que que traten de aprovechar el entorno o pruebas deportivas que ayuden a su difusión.
Por todo lo que he contado y todo lo que conocemos os suelto a vuelapluma...:
- Considero que de una forma mancomunada se podría crear directamente una ruta de los miradores, en la que deberían implicarse en una primera fase al menos los municipios de Ferrol, Neda y Ares, la Diputación de la Coruña y la Xunta de Galicia.
- Considero asimismo que los municipios de Narón, Fene y Mugardos deberían unirse en una segunda fase puesto que gran parte de lo observado está dentro de su término municipal.
- Considero también que a estos grandes miradores podrían unirse otros dentro del Geodestino Ferrolterra-Rías Altas (no podemos olvidar el Vixía de Herbeira o Loiba) y que al final la costa gallega debería convertirse por la acción humana en lo que ya es georgráficamente: El balcón del Atlántico.
Y es que lo bueno de un mirador es que es relativamente barato y que apenas necesita una senda para llegar y un aparcamiento relativamente cercano. Además cada uno de ellos puede convertirse en un pequeño parque en el que la gestión se dedique a desbrozar y a talar aquellas especies que impidan o dificulten la visibilidad, por lo que tampoco implica una acción constante. Eso, una imagen distintiva y un poco de publicidad.
PD: Como siempre, voy a insistir en que creo que es fundamental que la protección del patrimonio histórico, arquitectónico, natural o paisajístico sea capaz de generar recursos para así garantizar su mantenimiento y conservación. El caso de los miradores no es de fácil solución por la baja afluencia de visitantes, pero ante el previsible aumento de las visitas en caso de que se adecuen habría que pensar en crear zonas libres de vehículos, aparcamientos y algún equipamiento hostelero, y que nadie se escandalice porque es lo que se ha hecho en la playa de las Catedrales.
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