Se para un coche en las inmediaciones del parque. Sí, del de los pavos, ese que ahora se llama Reina Sofía pero que siempre se llamó el parque, así a secas. Un caballero ya entrado en años me pregunta dónde está el museo de la naturaleza. No os puedo ni esbozar la pereza mental que me dio explicarle al visitante que intentara subir por Estrella, pero bueno... no, luego cambie a la calle Alegre... no, espere: Es de sentido único... bueno mire, suba por la primera e intente seguir la misma orientación ¿Sabe donde está el cuartel? Sí, el de artillería: Pues está allí en la esquina ¿Va a ver la ballena? Bueno, pues suerte, gracias a usted, faltaría más.
No he dado ni diez pasos cuando un matrimonio de cincuentones (bueno, a lo mejor eran amantes, yo que sé) me preguntan cómo se va al puerto. Pues baje y listo, es que ya casi está ¿En coche? ¡Qué va! Cruce sólo el parque y ya casi ha llegado. De nada, hombre, que lo pase usted muy bien.
Y entonces me acuerdo de que siete días atrás asistíamos al concurso de piano como unas veinte personas en el Jofre, en una ciudad que se dice "de la música". El lunes el Facebook me recuerda que hace tres años un ruso ganó a un chino la final, y mi comentario acerca de lo que pensaría Franco de todo eso. En medio recibo media docena de insultos -en un grupo de esos que pretenden ensalzar Ferrol- por parte de algunos miembros que consideran que la mejor manera de hacerlo es pasarse todo el día criticando a los comerciantes del centro, el estado de las calles y lo poco o nada que hay que hacer en la ciudad. Mi madre dice que es que yo soy muy ferrolano, y que por eso no veo los defectos...
Me agoto, de verdad: Os he contado muchas veces que he vivido en demasiadas ciudades como para que nadie me cuente las maravillas de la vida municipal de ningún sitio, el magnífico clima, la ausencia de delincuencia o la diligencia de los servicios municipales: Hay sitios más bonitos que otros y ciudades más animadas, y suele depender de la salud que tenga la ciudad. Porque la ciudad es un sistema con sus arterias, sus pulmones, sus tejidos y sus células, y por eso cuando las calles están descuidadas y los edificios mal mantenidos la sangre (que somos los ciudadanos) no circula bien y deja de regar los tejidos cultural, asociativo, comercial... así de sencillo.
El organismo ferrolano tiene un colesterol que ni pa qué, pero no creo que por ahora haya que amputar nada (aunque acaso haya que aplicar algún by-pass, sajar alguna llaga y curar alguna infección). La mala alimentación es lo que nos está provocando el raquitismo: Hasta ahora nos la metieron por vena (flotel, obras públicas, jackets...) pero parece que en seguida mejoraremos (AOR australianos, programa F-110, tren al Puerto Exterior, Residencia de O Boial...).
Espero que los veinticinco cirujanos que están tratando al enfermo den con alguna solución que nos saque de la UCI, porque sinceramente: estoy harto de placebos y de cuidados paliativos. Creo que ya es hora de que nos den el alta y de que, poco a poco, vayamos recuperando la frescura y lozanía.
Porque cuando àrecía que estábamos desahuciados empezaron a visitarnos y puede que eso fuera lo que nos insufló algo de ánimo, aunque suframos desde hace años una dolencia que nos encoge el corazón.
No he dado ni diez pasos cuando un matrimonio de cincuentones (bueno, a lo mejor eran amantes, yo que sé) me preguntan cómo se va al puerto. Pues baje y listo, es que ya casi está ¿En coche? ¡Qué va! Cruce sólo el parque y ya casi ha llegado. De nada, hombre, que lo pase usted muy bien.
Y entonces me acuerdo de que siete días atrás asistíamos al concurso de piano como unas veinte personas en el Jofre, en una ciudad que se dice "de la música". El lunes el Facebook me recuerda que hace tres años un ruso ganó a un chino la final, y mi comentario acerca de lo que pensaría Franco de todo eso. En medio recibo media docena de insultos -en un grupo de esos que pretenden ensalzar Ferrol- por parte de algunos miembros que consideran que la mejor manera de hacerlo es pasarse todo el día criticando a los comerciantes del centro, el estado de las calles y lo poco o nada que hay que hacer en la ciudad. Mi madre dice que es que yo soy muy ferrolano, y que por eso no veo los defectos...
Me agoto, de verdad: Os he contado muchas veces que he vivido en demasiadas ciudades como para que nadie me cuente las maravillas de la vida municipal de ningún sitio, el magnífico clima, la ausencia de delincuencia o la diligencia de los servicios municipales: Hay sitios más bonitos que otros y ciudades más animadas, y suele depender de la salud que tenga la ciudad. Porque la ciudad es un sistema con sus arterias, sus pulmones, sus tejidos y sus células, y por eso cuando las calles están descuidadas y los edificios mal mantenidos la sangre (que somos los ciudadanos) no circula bien y deja de regar los tejidos cultural, asociativo, comercial... así de sencillo.
El organismo ferrolano tiene un colesterol que ni pa qué, pero no creo que por ahora haya que amputar nada (aunque acaso haya que aplicar algún by-pass, sajar alguna llaga y curar alguna infección). La mala alimentación es lo que nos está provocando el raquitismo: Hasta ahora nos la metieron por vena (flotel, obras públicas, jackets...) pero parece que en seguida mejoraremos (AOR australianos, programa F-110, tren al Puerto Exterior, Residencia de O Boial...).
Espero que los veinticinco cirujanos que están tratando al enfermo den con alguna solución que nos saque de la UCI, porque sinceramente: estoy harto de placebos y de cuidados paliativos. Creo que ya es hora de que nos den el alta y de que, poco a poco, vayamos recuperando la frescura y lozanía.
Porque cuando àrecía que estábamos desahuciados empezaron a visitarnos y puede que eso fuera lo que nos insufló algo de ánimo, aunque suframos desde hace años una dolencia que nos encoge el corazón.
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