Pues la cosa es que un día un alguien dijo que se iba a hacer una senda peatonal que rodeara toda nuestra costa, y algunos nos lo creímos... y alguien perdió las elecciones y la senda no se hizo. Es lo que hay.
Bueno, no: Hay trozos, y son alucinantes, la verdad. Si empiezas en el Castillo de San Felipe te encuentras una send -que ya muestra cierta falta de mantenimiento- que une la fortaleza (como me mola a mí eso de la fortaleza) con las baterías de San Cristóbal y San Carlos. Quitando que los días de mucha afluencia no hay quien aparque, la verdad es que merece muchísimo la pena recorrer la boca de la Ría por un sendero amplio y con poco desnivel que va mostrándonos bosquetes y calas de aguas cada vez más cristalinas. De verdad que felicito de forma efusiva al que la ideo, proyectó, presupuestó y ejecutó, o a todos los que la hicieron posible.
Hay otro trozo no menos espectacular en Ponzos, aunque en este caso sí tiene un pronunciado desnivel. ¿Problema? Nada, poca cosa... que además de estar como a dos horas del otro sendero se quemó recientemente y no ha quedado muy allá. Cosas que pasan cuando no le sacas rendimiento al monte, que dicen ahora.
Pero en medio hay nada menos que algunas de las playas más bellas que yo haya conocido, y os aseguro que he conocido muchas y en muchas latitudes: Doniños con su lago, sus dunas y su pinar; San Jorge, con ese acantilado lleno de pinos, su concha de aguas color esmeralda y el Cabo Prior abrigándola desde el Norte; luego está Santa Comba, con su ermita en ese islote que un día quiso dejar de ser península; y Ponzos, con el amenazante acantilado bajo el cual la ropa parece sobrar ante tan desbordante naturaleza... sí, lo digo porque Ponzos es nudista en su parte más apartada.
Pero esto no va solamente de playas y de nudistas, ni siquiera va de bañistas y turisteo de fiambrera y paravientos; no: los valores naturales y patrimoniales entre San Felipe y Ponzos son más que conocidos y a falta de una mejor gestión se están convirtiendo en un paraíso salvaje.
Prioriño Grande, Prioriño Chico, Caneliñas, Monteventoso, Lume Boo, Punta Penencia, Outeiro, la laguna y el pinar de Doniños, San Jorge, Vila da Area, Covas, el Porto da Cova o playa de los botes, el Faro de Prior, el sistema dunar de Santa Comba, su ermita, Sartaña, Medote, Ponzos con su lavadero y su mina de oro... y en medio restos de fuertes del Siglo XVIII, de defensas costeras, de castros celtas, edificaciones tradicionales, una biodiversidad botánica y faunística digna de las figuras de protección más restrictivas... la costa de Ferrol es un edén soñado y cualquiera que la recorra lo reconoce.
Y en medio hay un humilde fuerte, o sus restos: En Doniños, en la llamada Croa, hay un pequeño fuerte que fue el primero en recibir las atenciones de la flota inglesa en agosto de 1.800. No está cuidado, no se le da importancia, no forma parte de una ruta ni lo mantiene nadie, y empieza a resentirse de esa falta de atención.
Creo que una actuación muy efectista y no especialmente cara sería diseñar y demarcar un sendero entre Lume Boo y Outeiro que pase justo por debajo de la batería de Doniños. No se trataría de una gran obra, sino de coordinar con asociaciones como el Club de Montaña o la SGHN por dónde habría de pasar para permitir compatibilizar el disfrute de los indudables valores naturales de la zona con la conservación de sus riquezas, poco más.
Y tal vez algún día podamos arreglar la batería, ponerle unos mástiles con las banderas reglamentarias y dedicar ¿No sé? ¿Una escuela taller? a ser un poco menos burros y menos zafios; y tal vez si ese día llega los miles de visitantes que tiene Doniños al año se sientan un poco más orgullosos de ver al sol fundirse con el mar en esa pequeña joya de la que ya algunos llaman la costa inexpugnable.
Bueno, no: Hay trozos, y son alucinantes, la verdad. Si empiezas en el Castillo de San Felipe te encuentras una send -que ya muestra cierta falta de mantenimiento- que une la fortaleza (como me mola a mí eso de la fortaleza) con las baterías de San Cristóbal y San Carlos. Quitando que los días de mucha afluencia no hay quien aparque, la verdad es que merece muchísimo la pena recorrer la boca de la Ría por un sendero amplio y con poco desnivel que va mostrándonos bosquetes y calas de aguas cada vez más cristalinas. De verdad que felicito de forma efusiva al que la ideo, proyectó, presupuestó y ejecutó, o a todos los que la hicieron posible.
Hay otro trozo no menos espectacular en Ponzos, aunque en este caso sí tiene un pronunciado desnivel. ¿Problema? Nada, poca cosa... que además de estar como a dos horas del otro sendero se quemó recientemente y no ha quedado muy allá. Cosas que pasan cuando no le sacas rendimiento al monte, que dicen ahora.
Pero en medio hay nada menos que algunas de las playas más bellas que yo haya conocido, y os aseguro que he conocido muchas y en muchas latitudes: Doniños con su lago, sus dunas y su pinar; San Jorge, con ese acantilado lleno de pinos, su concha de aguas color esmeralda y el Cabo Prior abrigándola desde el Norte; luego está Santa Comba, con su ermita en ese islote que un día quiso dejar de ser península; y Ponzos, con el amenazante acantilado bajo el cual la ropa parece sobrar ante tan desbordante naturaleza... sí, lo digo porque Ponzos es nudista en su parte más apartada.
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Doniños bien merece algo más de inversión. |
Prioriño Grande, Prioriño Chico, Caneliñas, Monteventoso, Lume Boo, Punta Penencia, Outeiro, la laguna y el pinar de Doniños, San Jorge, Vila da Area, Covas, el Porto da Cova o playa de los botes, el Faro de Prior, el sistema dunar de Santa Comba, su ermita, Sartaña, Medote, Ponzos con su lavadero y su mina de oro... y en medio restos de fuertes del Siglo XVIII, de defensas costeras, de castros celtas, edificaciones tradicionales, una biodiversidad botánica y faunística digna de las figuras de protección más restrictivas... la costa de Ferrol es un edén soñado y cualquiera que la recorra lo reconoce.
Y en medio hay un humilde fuerte, o sus restos: En Doniños, en la llamada Croa, hay un pequeño fuerte que fue el primero en recibir las atenciones de la flota inglesa en agosto de 1.800. No está cuidado, no se le da importancia, no forma parte de una ruta ni lo mantiene nadie, y empieza a resentirse de esa falta de atención.
Creo que una actuación muy efectista y no especialmente cara sería diseñar y demarcar un sendero entre Lume Boo y Outeiro que pase justo por debajo de la batería de Doniños. No se trataría de una gran obra, sino de coordinar con asociaciones como el Club de Montaña o la SGHN por dónde habría de pasar para permitir compatibilizar el disfrute de los indudables valores naturales de la zona con la conservación de sus riquezas, poco más.
Y tal vez algún día podamos arreglar la batería, ponerle unos mástiles con las banderas reglamentarias y dedicar ¿No sé? ¿Una escuela taller? a ser un poco menos burros y menos zafios; y tal vez si ese día llega los miles de visitantes que tiene Doniños al año se sientan un poco más orgullosos de ver al sol fundirse con el mar en esa pequeña joya de la que ya algunos llaman la costa inexpugnable.
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