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Propuestas que no se van a materializar (I). El Centro de estudios locales.

 Hace unos días uno de mis lectores recogió un guante que lancé con tres propuestas que, a su juicio, deberían ponerse en marcha en Ferrol ya en este mandato municipal: La creación de una escuela municipal de pintura, dotar de un plan de usos al Dique de La Cabana para que una vez finalizada su restauración se convierta en escuela y taller de oficios marineros tradicionales y la creación de un centro arqueológico municipal.
Como hay que ser justo cuando uno pretende lanzar al aire una idea, he de decir que el historiador local Juan J. Burgoa lleva años defendiendo que en Ferrol hace falta un centro de estudios locales en el que se unan un archivo histórico y un museo y que se encargue como institución de coordinar publicaciones sobre temas locales, de manera que en Ferrol se cree una verdadera escuela de pensamiento y cultura. A mí la idea me parece poco concreta: si bien se nota que su autor lleva años madurándola parece responder más a responder a necesidades coyunturales que a un proyecto de futuro; y no lo digo como crítica global a la propuesta -que me gusta mucho- ya que seguramente todo responde a la cosmovisión socialdemócrata de su autor.
Yo si algo no soy es socialdemócrata, y por eso considero que nunca debemos soslayar la realidad de que los fondos públicos son finitos y que no todo puede salir del erario de las administraciones sin buscar un rendimiento material o inmaterial concreto. Sin embargo, sí es cierto que Ferrol necesita varias cosas que completen su actual estructura cultural: Que se excaven y preserven todos sus yacimientos arqueológicos, que se restauren y adecuen para que sus monumentos puedan ser visitados y contextualizados y que exista un gran centro expositivo de tantas cosas que nos harían comprendernos mejor a nosotros mismos desde nuestros orígenes.
Desgraciadamente en España llevamos demasiados años alimentando rencores históricos como para que algunos entiendan que los hay que piensan distinto a ellos y que hay verdades que dejan de serlo si no se cuenta nada más que una parte de la misma. El tema del Castillo de San Felipe, por ejemplo, que luego pasó a la Cuesta de Mella: No se ha hecho un museo porque el actual partido en el gobierno local de Ferrol ha pretendido hacer un centro de interpretación de la memoria histórica, que todos sabemos que pretende ensalzar a una parte de los protagonistas de la Guerra Civil y vilipendiar a la otra. Bien, ahí están ambas instalaciones vacías de contenido.
Yo me imagino que si fuéramos serios habríamos intentado aprovechar el Castillo de San Felipe para hacer algo que no sea para la mitad de los ciudadanos, pero suele ser un vano empeño en una ciudad en la que las únicas lealtades que mueven a nuestros representantes son las ideológicas o, lo que es peor aun, las partidarias.
Pero imaginemos que entramos en el Castillo de San Felipe y lo hacemos en un museo que empiece explicando el origen de la Ría de Ferrol (tal vez con un diorama de la Ría vacía, hace más o menos diez mil años); seguramente muchos investigadores de diversas disciplinas podrían participar con estudios arqueológicos o geológicos, de pólenes, de dinámica de placas e incluso podrían exponerse algunos minerales y restos fósiles y explicarnos fueron las causas que movieron a los humanos a asentarse en la zona. Me imagino que para ello serían necesarias las aportaciones de biólogos (botánicos y zoólogos) geólogos, arqueólogos e incluso de antropólogos, con lo que se daría pie a que colaborasen, al menos, la Sociedad Gallega de Historia Natural, la Estación de Biología Marina, la Facultad de Humanidades y muchas otras asociaciones que han estudiado y estudian actualmente la zona.
Contigua a esta sala podría haber una dedicada a la prehistoria, en la que se podría explicar el poblamiento humano inicial durante el neolítico y durante la Edad del Hierro, qué eran las mámoas o a qué se dedicaban y cómo vivían nuestros más remotos antepasados. Ni que decir tiene que el concurso de arqueólogos sería imprescindible también para diseñar la exposición de este periodo.
Con la historia antigua se debería llegar al primer periodo álgido de los asentamientos humanos en la ciudad: Aquí es tal vez donde cobra más importancia ese equipo arqueológico local al que ya me he referido varias veces: Los múltiples castros de diferentes tipologías de la comarca -así como nuestra actual división parroquial- son la prueba de que cuando los romanos llegaron a la piel de toro la comarca de Trasancos estaba más que ocupada. Un plan serio de excavaciones y posteriores adecuaciones para visitantes haría de Ferrol un epicentro de los estudios "castrexos". Muchos dirán que todos los castros han sido expoliados, que no se va a encontrar nada, que lo poco que había se esquilmó... es posible, pero ante la posibilidad de que podamos avanzar en el conocimiento de nuestros orígenes e incrementar los fondos arqueológicos pre-celtas, celtas y romanos que actualmente están diseminados por diferentes instituciones considero que es nuestra obligación intentarlo.
Además de estas dos salas considero necesaria otra de la época medieval (templos, castillos, molinos, monasterios y todo lo relacionado con la Casa de Andrade) y otra dedicada íntegramente a la ciudad, puerto y fortificaciones de la Ilustración, que no sustituiría a un centro de interpretación del conjunto de la candidatura a Patrimonio Mundial, que desde mi punto de vista debería estar situado en esa instalación señera y emblemática que casi ni hace falta nombrar (sí, me refiero a que en la antigua Capitanía debería estar la sede de la candidatura y el centro de interpretación de la misma y -en caso de que algún día se consiga la distinción de la UNESCO- la sede del órgano de gestión, el archivo específico y los principales fondos que se quieran mostrar de la época). Esta sala podría servir también para explicar con profusión la Batalla de Brión en el contexto histórico en que se produjo.
Ya en una sala final entrarían la pintura, la música, la Semana Santa, los molinos de esmelle o los de mareas, la construcción naval, las rondallas, los coros, el puerto, las migraciones, las defensas costeras del Siglo XX, el Modernismo y cualquier cosa que ayude a los visitantes y nos ayude a nosotros mismos a comprender cómo llegamos a ser lo que hoy en día somos.
Y ese centro de estudios con una plantilla profesional y permanente no necesitaría muchos fondos para empezar a andar ni un gran desembolso económico inicial: Desde mi punto de vista se trata simplemente de contratar a personal cualificado y asignarles una partida anual en los presupuestos que les permitan investigar, hacer prospecciones y, en su caso, excavaciones. Dependiendo de los hallazgos se asignarían partidas específicas para las intervenciones en los yacimientos o sitios, que deberían en cualquier caso ser consignadas en los presupuestos anuales municipales y nunca ser detraídos de los destinados al mantenimiento del centro.
A partir de ahí decidir cuál de las estancias del Castillo de San Felipe es la idónea para mostrar los hallazgos, cuál para servir de almacén, cuál para archivo, cuál para taller... y tener en mente que cada estancia que se recupere tendrá que tener una utilidad pre-fijada antes de la restauración, para así evitar el costoso mantenimiento de una instalación que hoy en día apenas genera rendimiento económico y si muchos gastos.
Sí, lo sé: Es mucho dinero, se tardaría mucho en completar todo, no hay unos accesos dignos a San Felipe, a saber cuánta gente iría... y yo contesto: Es una inversión de futuro, se tardaría siempre (porque debe ser algo vivo), generando necesidad sin duda se mejorarían los accesos a "la joya de nuestro patrimonio" y además los visitantes estarían garantizados promoviendo desde un principio que los alumnos de todos los colegios de la zona lo visiten durante su etapa escolar, además de que por lógica se tendría que promocionar en los diferentes eventos turísticos en los que se participase.
Ver las imágenes de origen
¿Cuánto cabe en un castillo?
Pero es que además se podría financiar una publicación periódica (apartidista, de las que hacen los profesionales), se podrían convocar becas de formación para abaratar el coste de los trabajadores, se podrían pedir voluntarios para que hicieran de guías en los periodos de más afluencia de visitantes, incluir las prácticas en el centro como créditos de libre configuración en diferentes carreras, certificar guías autorizados, organizar actuaciones musicales o teatrales, cobrar una entrada, proponerlo como escenario para la grabación de películas o series, se podría habilitar un espacio como local de hostelería, se podrían pedir anclas, cañones y otras piezas al Ministerio de Defensa, se podría intentar construir alguna embarcación de madera que permitiera a los visitantes sentirse en otra época, promocionar cruceros hasta el castillo en periodos vacacionales como Navidad, Semana Santa o verano...


Pero lo cierto es que no importa lo que se puede hacer; no: lo importante es lo que se quiera hacer; cuando se empezó a gestionar EXPONAV pocos creyeron que fuera a interesar a nadie. Hoy, con más de 30.000 visitas todos los años y con un presupuesto bastante alto a nadie se le ocurriría que un equipamiento cultural de esa categoría pueda ser algo prescindible.
Pues ahora haceros una idea de lo que sería un EXPONAV de la ciudad y la comarca en el Castillo de San Felipe, al que se pudiera llegar en barco, con su tienda, su mascota, su logo, su merchandising a base de camisetas, tazas, gorras... con sus soldados de época (o con todos los que atiendan al público de época, qué narices) en el que además hubiera un centro de estudios al estilo de la Estación de Biología Marina. Ni que decir tiene que un castillo en buenas condiciones podría albergar una feria de la Ilustración difícilmente igualable o que podría convertirse en un punto de información turística de todo el geo-destino Ferrolterra-Rías Altas desde el que canalizar a los turistas a diferentes sitios de interés como las Fragas del Eume, Monfero, Jubia o San Andrés de Teixido.


Pues eso: Que el día que nuestros gobernantes sean capaces de parir una fundación con un buen patronato y que lleguen a un acuerdo con alguna de las universidades gallegas para hacer una cátedra de estudios ferrolanos tendremos eso que reclamaba Burgoa; y si somos capaces de vencer nuestros odios, nuestro sectarismo y nuestros rencores históricos también podemos tener allí ese centro de interpretación de la Guerra Civil, en el que podremos contar a nuestros hijos que un día nos matamos entre nosotros por culpa de muchas cosas y que tal vez, si conseguimos ser objetivos, lograremos comprender las causas y tratar de que no vuelva a pasar.

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