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Mare Nostrum Artabrorum.

Ahora que ya casi nadie duda de que Ferrol goza de unas riqueza patrimoniales envidiables y de que su costa y su entorno natural son tal vez lo más cercano al paraíso terrenal, creo que no conviene dejar de recordar que vivimos en una ría que se encuentra potencialmente entre las más productivas y ricas del mundo.


Su longitud, su forma, la variedad de fondos y la cantidad de aportes de agua dulce se combinan con un efecto vaciado que, gracias a las potentes mareas atlánticas, la dotan de una capacidad de regeneración que ha sorprendido a cuantos han estudiado sus ciclos biológicos, como ha recordado en numerosas ocasiones el director de la Estación de Biología Marina de La Graña, Victoriano Urgorri.


Según las sociedades e instituciones que se dedican o han dedicado al estudio de la Ría de Ferrol, alberga más cantidad de especies animales y vegetales que esuarios mucho más grandes, siendoespecialmente notorias sus condiciones para la reproducción de moluscos bivalvos como las almejas, las vieiras, las zamburiñas o los berberechos. Además, sirve de refugio de invernada a varias especies de aves y de lugar de paso a otras que, en sus migraciones, hacen una casi obligada parada en nuestras tranquilas aguas.


En los próximos años se va a dar un hito que mejorará sustancialmente la calidad de sus aguas y que seguramente multiplique esa capacidad de autolimpiado que he mencionado: El sistema de depuración de aguas residuales va a incorporar a cerca de 18.000 vecinos que a día de hoy vierten directamente a la ensenada de La Malata.


En dicha ensenada se están realizando actualmente las obras de restauración del astillero civil de La Cabana, en el que brilla especialmente su dique de mareas. El puente que cruzará la ensenada para comunicar las radas interior y exterior que la autoridad portuaria tiene en Ferrol, comunicarán el Muelle con la instalación; estamos pues ante un hito que abrirá la ciudad a uno de nuestros mares interiores, precisamente al que ha sido más descuidado.


Creo que una vez se complete el sistema de depuración habra llegado el momento de invertir en una restauración real de la Ría de Ferrol. Vamos a dejar de ensuciar, cierto, pero ¿Qué pasa con los vertidos de trescientos años de poblamiento humano y con los constantes rellenos que se han ido practicando?


Porque la Ría de Ferrol tiene dos barreras artificiales que limitan el desagüe y limpieza de sus fondos, que son el puente del ferrocarril en La Faísca y el Puente de las Pías, construidos sobre escolleras o espaldones que actúan como diques y que limitan el movimiento de las mareas y el desague de los sedimentos que arrastran las corrientes de agua dulce como el Jubia o el Belelle. No son los únicos casos: Tenemos un espigón en Caranza que ha convertido su ensenada en un lodazal en el que se depositan sedimentos de varias generaciones y una carretera en La Malata que practicamente ha secado la ensenada en la que se ha construido.


Creo que todos los ferrolanos deberíamos unirnos para pedir a las Administraciones Públicas que se invierta en convertir el Mare Nostrum Artabrorum que supone la Ría de Ferrol en esa fuente de riqueza que debería ser, y que para ello es necesario que se cuente con un panel de expertos y profesionales que asesoren a los poderes públicos en las tareas de dragado, aporte de áridos, retirada de rellenos innecesarios y permeabilización de masas de agua que sean necesarios para lograr el objetivo de que la Ría se parezca cada día más a lo que fue en su origen. Es necesario por tanto el concurso de biólogos e ingenieros de obras públicas, pero también de mariscadores, marinos e ingenieros navales que aporten una visión global de la problemática y de las mejores maneras que existen para abordarla.


Y paralelamente deberíamos empezar también a exigir que se efectúen obras de adecuación que hagan lo posible por unir los paseos marítimos de Caranza y La Malata, empezando con el retranqueo de la verja del puerto interior y continuando con el arreglo del ya ajado mobiliario urbano: La idea final debería ser que se pudiese ir andando o en bicicleta por la costa desde el Montón hasta la playa de Ponzos.


Y así, tal vez en no mucho tiempo, Caranza dejará de ser la única playa urbana de Ferrol y podremos disfrutar de mejores pescados y mariscos, de una vida más sana, de deportes náuticos o competiciones deportivas que pueden suponer una atractiva fuente de ingresos con la que diversificar una economía demasiado dependiente del sector de la construcción naval.


Publicado e Galicia Ártabra Digital el 17 de Septiembre de 2018.


 http://www.galiciaartabradigital.com/archivos/183497

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