Apareció en nuestras vidas como un vendaval, subido a su indomable caballo de batalla (el 15M) y acompañado de unos paladines dignos del Rey Arturo: Monedero, Errejón, Echenique y Bescansa. El tío no caía muy bien, pero su gesto adusto y su buscado desaliño lo hacían merecedor de una confianza de la que el resto de la clase política no gozaba.
Usaba términos como casta, puertas giratorias, honradez, patriotismo... hasta el punto de que muchos creyeron que esta vez sí que iba a triunfar la revolución, y que todo iba a ser para el pueblo pero sin el gobierno, como en un populismo ilustrado en el que demostraríamos a las oligarquías nuestra capacidad de autogestión.
Los "círculos" eran su modo de extenderse: Tú ibas a un círculo (¿Sabrán que en el Opus Dei siempre van a círculos?) y contabas lo que te diera la gana, el resto te aplaudía y se anotaba tu sugerencia; Podemos era para todos y nadie debía sentirse excluido, y además ni eran comunistas ni necesitaban etiquetas.
Luego empezó a comprobarse que esos cinco amigotes no lo eran tanto, y que procedían de círculos cercanos al partido comunista. Se descubrió que la cúpula se asentaba sobre profesores contratados a dedo en la misma facultad que habían pasado su vida dando conferencias y cursando titulaciones pagadas con fondos públicos; luego llegó lo de que Irán pagaba el programa-aquelarre de Iglesias, lo de que Monodero había hecho honor a su nombre y se había guardado el dinero, lo de que Errejón había cobrado de una universidad pública por rascarse el ciruelo a quinientos kilómetros, se descubrió que habían estado en Venezuela adulando al dictador Chávez, asesorándolo para que pudiera sumir al otrora país más rico de América del Sur en la más absoluta y depravada de las miserias, descubrimos que Echenique no era aragonés, sino un argentino que vino a España a que lo tratáramos de unas dolencias que en la Argentina le habrían llevado a la muerte, que los de Podemos de Cataluña apoyaban la independencia, que tenían contactos con todos los grupos filoetarras.
El desaliñado Iglesias empezó a recomponer un poco su figura, hasta el punto de que cautivó a una pija madrileña de grandes y vacunos ojos negros, momento en el que se desprendió de su primera dama y portavoz en el congreso, sustituyéndola en todos sus menesteres por la nueva. Esta morena y esta rubia hijas del pueblo de Madrid son, cómo no, feministas antes que cualquier otra cosa, y por eso consideran normal que su pareja las nombre para cargos públicos.
Luego vino la compra de un chalet pijo con una hipoteca concedida por un banco pro-independentista a unos tipos de interés que no ofrecerían ni a Amancio Ortega ni a nadie, los niños, el marquesado de Galapagar, las críticas, el oprobio... Lo que decían de donar sus sueldos al partido quedó en que parte de lo que les apaetezca, que se lo han ganado con su trabajo, y todas esas cosas que nos iban a devolver el poder al pueblo (¿Cuándo lo tuvimos?) se quedaron en que un padre de familia necesita un buen lugar para criar a sus hijos, no la mierda de sitio en la que se crió él, le faltó decir.
Su tourné triunfal de regreso de cambiar pañales (en realidad ya había regresado, pero lo acusaron de machista por no dejar actuar a su esposa y se volvió a su humilde morada lamiéndose las heridas). Iglesias ha regresado, ÉL, y muy cabreado con los que le han desgraciado el partido y con la prensa, no sabemos muy bien si es porque no lo saca suficiente o por si lo saca demasiado: Después de no sé cuánto tiempo cambiando pañales está más preparado para gobernar. Ahora dice que van a tener una niña y la clac se apresura a llamarlo homófobo y a recordarle que no se puede asignar género a los descendientes por tener pene o vagina. En resumen: Pablo Iglesias ya se ha convertido en un personaje y nadie lo valora ni como un líder ni como un candidato serio a presidir nada que o sea el batiburrillo que gobierna con puño de hierro, del que ya se han ido Bescansa, Errejón y Monedero.
En estas andábamos cuando se descubre que una de las candidatas del partido es una asesina convicta y que otra secuestró a sus hijos después de que se descubriese que todas sus denuncias contra su pareja eran falsas. Lo del heteropatriarcado se le empieza a escapar también como arena entre los dedos... pero aparecen unas grabaciones en las que unos policías corruptos dicen que Rajoy les ordenó espiarlo y el pollo sostiene que es el mayor escándalo de la democracia desde los GAL, nada menos.
El otro día montó un numerito haciendo que lloraba ante la tumba de su tío-abuelo el panadero, que supuestamente fue represaliado por Franco y que descansa en una fosa común. Yo no sé si es verdad eso que se cuenta de que su tío el panadero era en realidad un componente de una unidad motorizada del ejército de la república que sembró el terror ya antes de 1936, y que llegó al punto de asesinar a políticos en activo antes del alzamiento de Franco y que, además, se distinguió por su crueldad en la Guerra Civil. Me parece inusual que un hombre de pelo en nuca como Iglesias se ponga a llorar porque, a lo mejor, en una fosa esté un pariente al que mataron unos cuarenta años antes de que él naciese, sobre todo después de justificar a los regímenes iraní y venezolano y de defender públicamente que hay que comprender a ETA.
Hace poco lloré que me maté en la tumba de mi padre, y confieso que hace tiempo que no me cascaba una moqueada de tal categoría; le echo mucho de menos, para qué negarlo, y recuerdo muchas cosas que me enseñó y otras que aprendí de su vida. Decía siempre que los hombres no lloran aunque tengan las tripas en la mano; hoy sé que ambos sabemos que el Hijo del Hombre lloró ante la muerte de su amigo Lázaro, pero no olvidaré mientras viva el día en que me llevó a visitar la tumba en la que yacen los restos de su padre y de otros asesinados en los albores de la contienda, tumba a la que un gobierno sectario quitó la placa que explicaba que los que están allí enterrados fueron muertos por razón de su fe católica. No derramó en mi presencia ni una sola lágrima en su vida, pese al dolor que debió sentir un niño de ocho años cuando comprobó que su padre no volvía y después supo que ya nunca lo haría.
Iglesias no llora por su tío el panadero, ni por nada de lo que le ha pasado, ni por el abandono de sus primeros espadas o de la prensa. No. Iglesias llora porque nadie se ha dado cuenta de que la clave está en "su pareja" y que él ni es machista ni es un macho alfa, sino que es un calzonazos de tomo y lomo que ha cambiado el nombre de Unidos Podemos por el de Unidas Podemos y que, aún así, va a tener millones de votos y plaza garantizada en el Congreso de los diputados, y veremos si no le da Sánchez un ministerio.
Sí, a mí pocas dudas me caben: Iglesias, que no se puede creer que tenga tal impunidad para hacer lo que le venga en gana, está llorando de la risa, vamos: Iglesias no llora, Iglesias se está descojonando por dentro de que podamos ser tan tontos.
Y es que no hay otra explicación.
Usaba términos como casta, puertas giratorias, honradez, patriotismo... hasta el punto de que muchos creyeron que esta vez sí que iba a triunfar la revolución, y que todo iba a ser para el pueblo pero sin el gobierno, como en un populismo ilustrado en el que demostraríamos a las oligarquías nuestra capacidad de autogestión.
Los "círculos" eran su modo de extenderse: Tú ibas a un círculo (¿Sabrán que en el Opus Dei siempre van a círculos?) y contabas lo que te diera la gana, el resto te aplaudía y se anotaba tu sugerencia; Podemos era para todos y nadie debía sentirse excluido, y además ni eran comunistas ni necesitaban etiquetas.
Luego empezó a comprobarse que esos cinco amigotes no lo eran tanto, y que procedían de círculos cercanos al partido comunista. Se descubrió que la cúpula se asentaba sobre profesores contratados a dedo en la misma facultad que habían pasado su vida dando conferencias y cursando titulaciones pagadas con fondos públicos; luego llegó lo de que Irán pagaba el programa-aquelarre de Iglesias, lo de que Monodero había hecho honor a su nombre y se había guardado el dinero, lo de que Errejón había cobrado de una universidad pública por rascarse el ciruelo a quinientos kilómetros, se descubrió que habían estado en Venezuela adulando al dictador Chávez, asesorándolo para que pudiera sumir al otrora país más rico de América del Sur en la más absoluta y depravada de las miserias, descubrimos que Echenique no era aragonés, sino un argentino que vino a España a que lo tratáramos de unas dolencias que en la Argentina le habrían llevado a la muerte, que los de Podemos de Cataluña apoyaban la independencia, que tenían contactos con todos los grupos filoetarras.
El desaliñado Iglesias empezó a recomponer un poco su figura, hasta el punto de que cautivó a una pija madrileña de grandes y vacunos ojos negros, momento en el que se desprendió de su primera dama y portavoz en el congreso, sustituyéndola en todos sus menesteres por la nueva. Esta morena y esta rubia hijas del pueblo de Madrid son, cómo no, feministas antes que cualquier otra cosa, y por eso consideran normal que su pareja las nombre para cargos públicos.
Luego vino la compra de un chalet pijo con una hipoteca concedida por un banco pro-independentista a unos tipos de interés que no ofrecerían ni a Amancio Ortega ni a nadie, los niños, el marquesado de Galapagar, las críticas, el oprobio... Lo que decían de donar sus sueldos al partido quedó en que parte de lo que les apaetezca, que se lo han ganado con su trabajo, y todas esas cosas que nos iban a devolver el poder al pueblo (¿Cuándo lo tuvimos?) se quedaron en que un padre de familia necesita un buen lugar para criar a sus hijos, no la mierda de sitio en la que se crió él, le faltó decir.
Su tourné triunfal de regreso de cambiar pañales (en realidad ya había regresado, pero lo acusaron de machista por no dejar actuar a su esposa y se volvió a su humilde morada lamiéndose las heridas). Iglesias ha regresado, ÉL, y muy cabreado con los que le han desgraciado el partido y con la prensa, no sabemos muy bien si es porque no lo saca suficiente o por si lo saca demasiado: Después de no sé cuánto tiempo cambiando pañales está más preparado para gobernar. Ahora dice que van a tener una niña y la clac se apresura a llamarlo homófobo y a recordarle que no se puede asignar género a los descendientes por tener pene o vagina. En resumen: Pablo Iglesias ya se ha convertido en un personaje y nadie lo valora ni como un líder ni como un candidato serio a presidir nada que o sea el batiburrillo que gobierna con puño de hierro, del que ya se han ido Bescansa, Errejón y Monedero.
En estas andábamos cuando se descubre que una de las candidatas del partido es una asesina convicta y que otra secuestró a sus hijos después de que se descubriese que todas sus denuncias contra su pareja eran falsas. Lo del heteropatriarcado se le empieza a escapar también como arena entre los dedos... pero aparecen unas grabaciones en las que unos policías corruptos dicen que Rajoy les ordenó espiarlo y el pollo sostiene que es el mayor escándalo de la democracia desde los GAL, nada menos.
El otro día montó un numerito haciendo que lloraba ante la tumba de su tío-abuelo el panadero, que supuestamente fue represaliado por Franco y que descansa en una fosa común. Yo no sé si es verdad eso que se cuenta de que su tío el panadero era en realidad un componente de una unidad motorizada del ejército de la república que sembró el terror ya antes de 1936, y que llegó al punto de asesinar a políticos en activo antes del alzamiento de Franco y que, además, se distinguió por su crueldad en la Guerra Civil. Me parece inusual que un hombre de pelo en nuca como Iglesias se ponga a llorar porque, a lo mejor, en una fosa esté un pariente al que mataron unos cuarenta años antes de que él naciese, sobre todo después de justificar a los regímenes iraní y venezolano y de defender públicamente que hay que comprender a ETA.
Hace poco lloré que me maté en la tumba de mi padre, y confieso que hace tiempo que no me cascaba una moqueada de tal categoría; le echo mucho de menos, para qué negarlo, y recuerdo muchas cosas que me enseñó y otras que aprendí de su vida. Decía siempre que los hombres no lloran aunque tengan las tripas en la mano; hoy sé que ambos sabemos que el Hijo del Hombre lloró ante la muerte de su amigo Lázaro, pero no olvidaré mientras viva el día en que me llevó a visitar la tumba en la que yacen los restos de su padre y de otros asesinados en los albores de la contienda, tumba a la que un gobierno sectario quitó la placa que explicaba que los que están allí enterrados fueron muertos por razón de su fe católica. No derramó en mi presencia ni una sola lágrima en su vida, pese al dolor que debió sentir un niño de ocho años cuando comprobó que su padre no volvía y después supo que ya nunca lo haría.
Iglesias no llora por su tío el panadero, ni por nada de lo que le ha pasado, ni por el abandono de sus primeros espadas o de la prensa. No. Iglesias llora porque nadie se ha dado cuenta de que la clave está en "su pareja" y que él ni es machista ni es un macho alfa, sino que es un calzonazos de tomo y lomo que ha cambiado el nombre de Unidos Podemos por el de Unidas Podemos y que, aún así, va a tener millones de votos y plaza garantizada en el Congreso de los diputados, y veremos si no le da Sánchez un ministerio.
Sí, a mí pocas dudas me caben: Iglesias, que no se puede creer que tenga tal impunidad para hacer lo que le venga en gana, está llorando de la risa, vamos: Iglesias no llora, Iglesias se está descojonando por dentro de que podamos ser tan tontos.
Y es que no hay otra explicación.
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