No, no voy a escribir acerca de la relación que pudiesen tener ambos hitos para nuestro vecindario, porque creo que realmente no tendrían aparentemente ninguna; la cosa va más de la transformación que van teniendo las opiniones personales (en este caso las mías) a lo largo del tiempo.
La candidatura, nuestra eterna candidatura, esta tan verde que lo mejor es que no vayamos a ninguna institución a hacer más el ridículo. Seguimos intentando llegar a la meta sin recorrer el trazado, y así no se puede llegar a ninguna parte, porque es como si corriéramos la pista en sentido contrario al resto de los atletas. Se ha presentado un documento de gestión, sin memoria económica, sin consensos, sin que exista un órgano de algún tipo que lo controle y dando la impresión general de un estudiante inmaduro que tiene que aprobar un examen. He insistido muchas veces en que no se puede poner el carro antes que los bueyes, pero en este caso resulta notorio: Bienes sin plan de usos/gestión deteriorándose (y no sólo me refiero a Dolores, que de las baterías de costa y los castillos habría mucho que escribir); sin una unidad de acción, con una sola reunión preliminar en la que faltaban muchos de los participantes necesarios para llevar la nave a buen puerto, sin apenas inversiones en estudio, promoción y difusión del patrimonio ilustrado, con apenas algunas iniciativas turísticas privadas... ¿Qué queremos, pedirle al resto de la humanidad que vengan a ver que no somos capaces de hacer lo mínimo? ¿Pretendemos que por una declaración institucional de la UNESCO se arreglen nuestros problemas? ¿Queremos peces sin mojarnos el culo? ¿Vamos a consentir que el peso crítico de la candidatura recaiga en dos o tres asociaciones culturales y en poco más de media docena de particulares? ¿Vamos a seguir sin implicar a nuestra población? Y por eso tenemos que leer auténticas sandeces en los medios de comunicación, perpetradas por desinformados que apenas saben comprender la legislación relativa a la conservación del patrimonio y no tienen ganas de molestarse en saber qué es lo que se necesita para sacarle rendimiento al patrimonio cultural.
Con la fusión con Narón pasa un poco lo mismo, pero peor: Narón y Ferrol están pegados, comparten algunos servicios (los que dependen de instituciones superiores) y poco más: No hay apenas colaboración, no se comparten apenas gastos, no hay ninguna unidad de acción y las pocas veces que uno de los dos municipios saca provecho del otro es porque desde Ferrol se toman decisiones o se cometen errores en favor de nuestros vecinos, a los que no tengo una palabra que criticar, por cierto.
Se decide no aceptar la instalación de centros comerciales en Ferrol, Narón construye el más que exitoso Odeón; se decide restringir la construcción de nueva planta, pues ellos crean bolsas de suelo; se hacen zonas peatonales sin una planificación realista, pues Narón urbaniza calles; se descarta invertir en el Camino Inglés, pues Narón lo potencia como los chorros del oro; olvidamos la ruta de los molinos de Esmelle, pues Narón señaliza e invierte en la suya (cuyos molinos, por cierto, son francamente más valiosos).
Y yo, que siempre he pensado que los fondos extra que tendríamos si fuésemos Patrimonio Mundial y si Narón y Ferrol se convirtieran en Feirón, he mutado al más absoluto de los escepticismos al respecto: El conjunto de bienes de Ferrol que optan a ser patrimonio mundial reúne todo lo necesario para alcanzar la distinción, pero los ferrolanos no la merecemos; Narón y Ferrol serían la tercera ciudad de Galicia si se fusionasen de una manera estudiada en la que todo se centralizase teniendo en cuenta las necesidades de toda la población, pero a día de hoy lo único que se conseguiría es crear un Villarriba y un Villabajo en permanente enemistad y sin visos de prosperar juntos.
Y ni siquiera me da pena o me enfada, no os creáis: La historia del poblamiento humano corre pareja a las acciones de los habitantes de cada espacio, y algunos creen que tenemos que dedicar nuestro tiempo a llorar lo mal que nos van las cosas sin que queramos aportar nada más que cuatro lemas escuchados en otro sitio y unos minutos de rueda de prensa.
Y por eso en los terrenos desafectados en Coruña van a construir una ciudad de las TIC y en los nuestros se almacenan coches desvencijados: Porque somos incapaces de abandonar nuestro sectarismo y de coger al toro por los cuernos, o por las pelotas llegado el caso, que anda desbocado desde hace ya algún tiempo.
La candidatura, nuestra eterna candidatura, esta tan verde que lo mejor es que no vayamos a ninguna institución a hacer más el ridículo. Seguimos intentando llegar a la meta sin recorrer el trazado, y así no se puede llegar a ninguna parte, porque es como si corriéramos la pista en sentido contrario al resto de los atletas. Se ha presentado un documento de gestión, sin memoria económica, sin consensos, sin que exista un órgano de algún tipo que lo controle y dando la impresión general de un estudiante inmaduro que tiene que aprobar un examen. He insistido muchas veces en que no se puede poner el carro antes que los bueyes, pero en este caso resulta notorio: Bienes sin plan de usos/gestión deteriorándose (y no sólo me refiero a Dolores, que de las baterías de costa y los castillos habría mucho que escribir); sin una unidad de acción, con una sola reunión preliminar en la que faltaban muchos de los participantes necesarios para llevar la nave a buen puerto, sin apenas inversiones en estudio, promoción y difusión del patrimonio ilustrado, con apenas algunas iniciativas turísticas privadas... ¿Qué queremos, pedirle al resto de la humanidad que vengan a ver que no somos capaces de hacer lo mínimo? ¿Pretendemos que por una declaración institucional de la UNESCO se arreglen nuestros problemas? ¿Queremos peces sin mojarnos el culo? ¿Vamos a consentir que el peso crítico de la candidatura recaiga en dos o tres asociaciones culturales y en poco más de media docena de particulares? ¿Vamos a seguir sin implicar a nuestra población? Y por eso tenemos que leer auténticas sandeces en los medios de comunicación, perpetradas por desinformados que apenas saben comprender la legislación relativa a la conservación del patrimonio y no tienen ganas de molestarse en saber qué es lo que se necesita para sacarle rendimiento al patrimonio cultural.
Con la fusión con Narón pasa un poco lo mismo, pero peor: Narón y Ferrol están pegados, comparten algunos servicios (los que dependen de instituciones superiores) y poco más: No hay apenas colaboración, no se comparten apenas gastos, no hay ninguna unidad de acción y las pocas veces que uno de los dos municipios saca provecho del otro es porque desde Ferrol se toman decisiones o se cometen errores en favor de nuestros vecinos, a los que no tengo una palabra que criticar, por cierto.
Se decide no aceptar la instalación de centros comerciales en Ferrol, Narón construye el más que exitoso Odeón; se decide restringir la construcción de nueva planta, pues ellos crean bolsas de suelo; se hacen zonas peatonales sin una planificación realista, pues Narón urbaniza calles; se descarta invertir en el Camino Inglés, pues Narón lo potencia como los chorros del oro; olvidamos la ruta de los molinos de Esmelle, pues Narón señaliza e invierte en la suya (cuyos molinos, por cierto, son francamente más valiosos).
Y yo, que siempre he pensado que los fondos extra que tendríamos si fuésemos Patrimonio Mundial y si Narón y Ferrol se convirtieran en Feirón, he mutado al más absoluto de los escepticismos al respecto: El conjunto de bienes de Ferrol que optan a ser patrimonio mundial reúne todo lo necesario para alcanzar la distinción, pero los ferrolanos no la merecemos; Narón y Ferrol serían la tercera ciudad de Galicia si se fusionasen de una manera estudiada en la que todo se centralizase teniendo en cuenta las necesidades de toda la población, pero a día de hoy lo único que se conseguiría es crear un Villarriba y un Villabajo en permanente enemistad y sin visos de prosperar juntos.
Y ni siquiera me da pena o me enfada, no os creáis: La historia del poblamiento humano corre pareja a las acciones de los habitantes de cada espacio, y algunos creen que tenemos que dedicar nuestro tiempo a llorar lo mal que nos van las cosas sin que queramos aportar nada más que cuatro lemas escuchados en otro sitio y unos minutos de rueda de prensa.
Y por eso en los terrenos desafectados en Coruña van a construir una ciudad de las TIC y en los nuestros se almacenan coches desvencijados: Porque somos incapaces de abandonar nuestro sectarismo y de coger al toro por los cuernos, o por las pelotas llegado el caso, que anda desbocado desde hace ya algún tiempo.
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