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El Dique de la Cabana, el vino Astillero, la Chá de Brión y Virutas

Confieso que estaba trabajando en dos entradas de esas nostálgicas que suelo escribir cuando empiezan a arreciar las primeras lluvias de otoño: La situación política en España me parece que ha pasado de la indignidad al más patético de los esperpentos, y el pimpampúm de los machos alfa empieza a aburrirme soberanamente. Ni una letra más les dedico en esta entrada, porque hoy he relacionado varias noticias casi simultáneas que me hacen ver el futuro con algo más de optimismo.
Todo empezó el día que Jorge Suárez, o su gobierno, tuvieron su segundo y penúltimo acierto, o tal vez el día que lo acertaron por primera vez, quién sabe... pero el caso es que tal día como el 30 de septiembre de 2016 se celebró en Ferrol una mesa redonda sobre el dique y el arsenal civil de La Cabana organizada por tres asociaciones culturales: El Foro de Amigos de Ferrol, PAFERR y Buxa (Asociación galega de patrimonio industrial).
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Cartel de la mesa redonda sobre el Dique de la Cabana.
Apenas un par de meses después de esa mesa redonda se desencadenaron una serie de decisiones que culminaron con la concesión de una partida presupuestaria por parte de un Grupo de Acción Pesquera Local (GALP Costa Ártabra) para iniciar una recuperación que hoy ya está finalizada en su primera fase. No os aburro en exceso con el tema, porque cualquiera que me lea ya está más que harto de leerme, pero que quede claro que los resultados de la intervención son dignos de todo tipo de elogios.
La imagen puede contener: puente, cielo, exterior, agua y naturaleza
¿Sabíamos que teníamos esta joya?
Pero no... tal vez la historia comenzó antes, cuando hace algo más de un lustro y bajo el reinado de José Manuel I, un par de excéntricos del mundo del vino decidieron plantar unos viñedos en el Valle de Esmelle, el de los molinos y la malla del que estoy enamorado por vía interpuesta (vamos, que la familia de mi mujer procede de sus umbrías laderas). El caso es que esa decisión de plantar el viñedo más septentrional de la Península Ibérica acaba de dar su primera cosecha de verdad, que se ha hecho a mano en Ferrol y cuyo producto es un vino blanco que se llama, nada más y nada menos que Astillero. Seguro que me vais siguiendo. Van dos astilleros, uno recién nacido y otro que ha regresado del mundo de los muertos.
Vamos a otro de los aciertos del gobierno Suárez: En un momento de la historia, se expropiaron los montes de la Chá de Brión para usos militares, en otro se desafectaron y en otro volvieron a los comuneros de Doniños y Brión. El último de esos momentos fue tan recientemente que todavía no se ha hecho nada en esas tierra otrora agrestes y feraces (¿Qué, os ha molado lo de agrestes y feraces? ¡Estaba deseando escribirlo!).
El caso es que ahora ya se pueden utilizar siempre que el 10% de los beneficios que generen se reinviertan en mejoras ambientales o en su recuperación. ¡Ay, que me estoy poniendo de los nervios! ¿No lo veis claro? Pues la cosa es que los comuneros quieren darle un uso forestal pero con maderas de calidad (frondosas, fundamentalmente: robles, castaños y otras especies autóctonas).
Coincidiendo con todo eso se celebra una reunión en Ferrol de unos torneros de la madera que se llaman Virutas (os prometo que si se llegan a llamar astillas me da un parraque y no escribo esta entrada)... y casi el mismo día el entrañable Manolo Galdo publica un artículo en Galicia Ártabra Digital hablando de la Dorna que ha recuperado Arturo en Curuxeiras.
Astillas, astilleros, diques, dornas, montes, madera, vino... ¡si es que sólo faltan los toneles! ¿Pero es que nadie me sigue en mi razonamiento?
Pues yo creo que si ni siquiera así nos enteramos de que Ferrol se construyó también por la madera, y que sus muelles de San Fernando y Fontelonga los pagaron los viajantes de vino, y que los barcos salían de nuestra Ría construidos con nuestra madera es que tiene que bajar la mismísima Virgen del Nordés, nuestra señora de Chamorro, a decirnos que ya no nos va a dar más pistas.
Y es que no creo que quede otra que presentar ese vino en La Cabana y que en el próximo FEVINO haya una sección dedicada a la relación entre el vino y el mar, como esa bota de Jerez que viaja en el Elcano porque a la vuelta está mareado y alcanza unos matices que de otra forma no se consiguen... pero bueno, tal vez esa es otra historia y deba ser contada en otra ocasión... y delante de un barril de vino ferrolano: Esa sería la culminación de mi sueño.

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