Amanece el hasta ahora día más bonito del año; yo no soy de los que no tiene que acudir a cumplir con sus obligaciones, por lo que recorro las calles desiertas comprobando como la naturaleza corre rauda hacia la próxima primavera, ignorando las cuitas y desgracias que nos aquejan a los reyes de la creación.
Los reyes también tenemos nuestros problemas. Hemos olvidado seguir las reglas y nos hemos creído por encima de la ley: non est princeps super leges sed leges super principem, y tal vez por eso nos hayamos confinados en la República Independiente de Nuestra Casa y sólo desde nuestros vanos comprobamos como los pajarillos disfrutan de esas calles en las que se enseñorean como si esos molestos bípedos nunca hubieran existido.
Nos dice Narciso Michavila, ese hombre sin miedo a fallar, que más del 90% de los españoles hemos asumido que somos españoles, que creemos que el gobierno se ha comportado en pleno como si fuera un atajo de zopencos y que el estado (ya sea de alarma, de alerta, de emergencia, de guerra...) es el único que puede dejar claro que si uno de Cervantes se pone enfermo y tiene que ir a Ponferrada, no hay frontera idiomática que lo vaya a impedir.
Las fronteras nacionales, en cambio, acaban donde empieza el cerebro de los más infectados separatistas, que seguramente quieren gestionar su propia crisis para no tener que reconocer que han sido igual de imprudentes que el gobierno al que apoyaron en la investidura. Otra vez el Padrecito Feijoo demuestra ser de los más listos de la clase y se apresura a compartir responsabilidades con Sánchez, al que ya no hace caso ni el Sursuncorda.
El supuesto experto que ha puesto el gobierno a informarnos ha logrado ser un ex-perpento que no acierta ni a piedra, papel y tijera, y mientras tanto la podemancia quiere contratacar haciéndonos creer que lo que necesitamos en este momento es una república porque el padre del rey movió dineros de aquí para allá cuando el rey era el hijo del rey, sin que nadie haya pensado que Pujol o el PSOE andaluz movieron cientos de veces más dinero y que nadie se ha planteado seriamente disolver el putrefacto, inoperativo, insolidario y corrupto estado de las autonomías. V.E.R.D.E. y en botella, al menos mientras no exista otra opción que no suponga un suicidio.
Seguimos esperando políticos de peso, pero el sistema sólo nos ofrece políticos pesados. Mientras tanto los muertos del coronavirus ya matan más que los terroristas varones, la constitución ya no necesita tan urgentemente del lenguaje inclusivo y se demuestra que nuestras reservas no existen y que los cretinos de los nacionalistas y los comunistas no tienen ni la más remota idea de gestionar ni una pagoda.
Nuestras principales industrias están heridas de muerte, especialmente el turismo, y sólo el fin del hacinamiento forzoso las podrá devolver a la vida: Los españoles tenemos prohibida la entrada en más de cien países, somos el quinto país del mundo en contagiados, tenemos la peor curva de contagios de la humanidad... y nuestra frontera somos nosotros mismos, que nos dedicamos a hacer tortilla de patatas desde Reus hasta Ayamonte y desde el Faro de Horchilla hasta Mahón, incluyendo a todos los que veíamos la Fórmula-1 cuando Alonso ganaba o el Tour cuando lo hacía Indurain, y eso desde la Estaca de Bares hasta la Punta de Tarifa.
Y ahora resulta que dicen los de Gibraltar que no les cerremos la verja, que en realidad no eran tan valientes, y me los imagino evaluando las no-medidas que dijo Boris Johnson que iba a no-tomar antes de que se haya dado cuenta de que a lo mejor su incontinencia verbal lo convierte en población de riesgo y que tampoco está tan claro que esto sea una simple gripe.
Mañana los ferrolanos invertiremos las Pepitas, y cantaremos desde los balcones hacia la calle, celebraremos nuestro machista San José y el mundo volverá a ser tan pequeño como cuando el Puente de las Pías no existía; a partir del 19 los campanarios de la diócesis se unirán en oración; ya nadie se cuestiona la emisión de misas, un compañero de trabajo lamenta haber tenido sólo un hijo y hasta mi mujer envidia a los que han decidido vivir en el campo... hoy hace el mejor día de todo el año, y yo no dejo de pensar en Santa Bárbara, aunque haga un sol radiante y los irlandeses se apresten a contagiarse celebrando San Patricio.
Ya a nadie le importan los días que llevamos encerrados, porque lo que necesitamos es saber los que nos quedan, que ya dicen del gobierno que serán muchos más de dos semanas. Que Dios nos guarde y bendiga a todos, y también que nos perdone.
Los reyes también tenemos nuestros problemas. Hemos olvidado seguir las reglas y nos hemos creído por encima de la ley: non est princeps super leges sed leges super principem, y tal vez por eso nos hayamos confinados en la República Independiente de Nuestra Casa y sólo desde nuestros vanos comprobamos como los pajarillos disfrutan de esas calles en las que se enseñorean como si esos molestos bípedos nunca hubieran existido.
Nos dice Narciso Michavila, ese hombre sin miedo a fallar, que más del 90% de los españoles hemos asumido que somos españoles, que creemos que el gobierno se ha comportado en pleno como si fuera un atajo de zopencos y que el estado (ya sea de alarma, de alerta, de emergencia, de guerra...) es el único que puede dejar claro que si uno de Cervantes se pone enfermo y tiene que ir a Ponferrada, no hay frontera idiomática que lo vaya a impedir.
Las fronteras nacionales, en cambio, acaban donde empieza el cerebro de los más infectados separatistas, que seguramente quieren gestionar su propia crisis para no tener que reconocer que han sido igual de imprudentes que el gobierno al que apoyaron en la investidura. Otra vez el Padrecito Feijoo demuestra ser de los más listos de la clase y se apresura a compartir responsabilidades con Sánchez, al que ya no hace caso ni el Sursuncorda.
El supuesto experto que ha puesto el gobierno a informarnos ha logrado ser un ex-perpento que no acierta ni a piedra, papel y tijera, y mientras tanto la podemancia quiere contratacar haciéndonos creer que lo que necesitamos en este momento es una república porque el padre del rey movió dineros de aquí para allá cuando el rey era el hijo del rey, sin que nadie haya pensado que Pujol o el PSOE andaluz movieron cientos de veces más dinero y que nadie se ha planteado seriamente disolver el putrefacto, inoperativo, insolidario y corrupto estado de las autonomías. V.E.R.D.E. y en botella, al menos mientras no exista otra opción que no suponga un suicidio.
Seguimos esperando políticos de peso, pero el sistema sólo nos ofrece políticos pesados. Mientras tanto los muertos del coronavirus ya matan más que los terroristas varones, la constitución ya no necesita tan urgentemente del lenguaje inclusivo y se demuestra que nuestras reservas no existen y que los cretinos de los nacionalistas y los comunistas no tienen ni la más remota idea de gestionar ni una pagoda.
Nuestras principales industrias están heridas de muerte, especialmente el turismo, y sólo el fin del hacinamiento forzoso las podrá devolver a la vida: Los españoles tenemos prohibida la entrada en más de cien países, somos el quinto país del mundo en contagiados, tenemos la peor curva de contagios de la humanidad... y nuestra frontera somos nosotros mismos, que nos dedicamos a hacer tortilla de patatas desde Reus hasta Ayamonte y desde el Faro de Horchilla hasta Mahón, incluyendo a todos los que veíamos la Fórmula-1 cuando Alonso ganaba o el Tour cuando lo hacía Indurain, y eso desde la Estaca de Bares hasta la Punta de Tarifa.
Y ahora resulta que dicen los de Gibraltar que no les cerremos la verja, que en realidad no eran tan valientes, y me los imagino evaluando las no-medidas que dijo Boris Johnson que iba a no-tomar antes de que se haya dado cuenta de que a lo mejor su incontinencia verbal lo convierte en población de riesgo y que tampoco está tan claro que esto sea una simple gripe.
Mañana los ferrolanos invertiremos las Pepitas, y cantaremos desde los balcones hacia la calle, celebraremos nuestro machista San José y el mundo volverá a ser tan pequeño como cuando el Puente de las Pías no existía; a partir del 19 los campanarios de la diócesis se unirán en oración; ya nadie se cuestiona la emisión de misas, un compañero de trabajo lamenta haber tenido sólo un hijo y hasta mi mujer envidia a los que han decidido vivir en el campo... hoy hace el mejor día de todo el año, y yo no dejo de pensar en Santa Bárbara, aunque haga un sol radiante y los irlandeses se apresten a contagiarse celebrando San Patricio.
Ya a nadie le importan los días que llevamos encerrados, porque lo que necesitamos es saber los que nos quedan, que ya dicen del gobierno que serán muchos más de dos semanas. Que Dios nos guarde y bendiga a todos, y también que nos perdone.
Comentarios
Publicar un comentario