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El clan de los optimistas.

Reconozco que yo no pertenezco al clan de los optimistas, antes bien estoy evaluando unirme al de los escépticos o al de los realistas, pero aún no lo tengo claro y por eso sigo afiliado al de los irónicos. Creo haber comentado que no creo que si conseguimos que nuestros hijos naden a la perfección su vida vaya a mejorar sustancialmente; yo nadaba bastante rápido de pollito, y ahora no lo hago mal para mi edad, pero eso no me ha dado ninguna ventaja competitiva en mi vida, ni ha hecho mejorar mi salud especialmente, porque de hecho mi vida no me ha dado a elegir entre nadar y no hacerlo, sino que me fue orientando hacia el medio terrestre, que es al que pertenezco en la actualidad.
Con lo del inglés también me debato entre el mutismo y la negación: Hablo inglés lo suficientemente bien como para trabajar en el extranjero y escribir documentos; o como dijo un jefe que tuve "puedo hablar en inglés por teléfono". Eso sí me ha dado más ventajas... pero quiero dejar claro que si pongo una película en inglés no entiendo ni papa, bueno... entiendo más que la mayoría que no sabe inglés, pero de bilingüe no tengo nada.
En casa me enseñaron a esforzarme, o más bien me obligaron a hacerlo. No sé si el camino hacia la responsabilidad me fue impuesto, lo adquirí o se me enseñó, pero estoy casi seguro que fue una mezcla de todas esas cosas.
Tras acabar mis estudios (es un decir, porque nunca he dejado de estudiar) empecé a trabajar muy pronto, me independicé y al cabo de unos años me casé y formé una familia junto con mi mujer... en España, en Galicia, en Ferrol, sin importarme a dónde nos moviéramos siempre que estuviéramos juntos, y tratando de educar a nuestra familia como nos educaron a nosotros, o tal vez intentando hacerlo mejor en algunas cosas y fallando en casi todas como hacemos todos los padres.
Un día decidimos que lo que queríamos transmitir eran valores, y especialmente nos centramos en la familia como máximo valor y base de nuestra sociedad; para ello tratamos de inculcar el respeto a los mayores, la generosidad, la renuncia y el esfuerzo. También hemos querido transmitir lealtad a los tuyos y valor. Hay otras cosas que a mí no se me dan especialmente bien (la humildad, la constancia, la prudencia), de esas se suele encargar mi mujer.
Quiero ser un padre que acompañe a sus hijos en el camino que elijan, no un padre que elija el camino de sus hijos. Seguramente mi falta de humildad provocará que tenga algunas omisiones y bastantes fallos que tendrán que superar sin mí, y de los que espero que aprendan aunque sean míos y yo sea el único culpable.
Respeto las decisiones de los demás padres: Si alguien considera que si sus hijos nadan y hablan inglés tendrán las cosas más fáciles yo no voy a negarlo, aunque a veces me dé la impresión de que queremos huir a Inglaterra por el Canal de la Mancha, pero no creo que sea tan difícil de entender que yo quiero que si alguno de esos pequeños seres que yo gestiono quiere ser médico, que ponga todo lo necesario para serlo, igual que si quiere ser camarero en un bar de Greenwich... no pienso impedírselo, sino ofrecerles lo que yo aprendí para que lo usen cuando tengan que tomar una decisión.
Conversaba tranquilamente con un diplomático que me contó que había elegido esa carrera por sus hijos; siguió diciendo que no ganaba poco, yo le comenté que eso era un eufemismo, el me contestó que pagaba por cada uno de sus hijos 24.000 euros al año de colegio y que el estado "sólo" le pagaba 4.000 por cada uno. La cosa siguió por un derrotero que ya sacó a ese pequeño animal que llevo dentro: Es que mis hijos hablan árabe y tienen amigos de distintas nacionalidades, y eso enriquece. Yo pensé que el AVECREM también, pero lo omití porque los llevo boicoteando desde que empezó la rebelión catalanazi... El caso es que al ver que sus argumentos no hacían mella en mi presencia de ánimo, me dijo algo así como "Pues que tus hijos no lean".
He de decir que en ese momento mi interés languideció por completo: Me da igual que mis hijos no hablen árabe, yo no sé una puñetera palabra de árabe y, salvo invasión, no creo que vaya a sufrir graves consecuencias de mi ignorancia de la lengua de Mahoma, pero es que el día antes había tenido otra conversación similar con un cincuentón que me decía que le hacían falta tres vidas para hacer todo lo que tenía que hacer.
Y pienso en todos aquellos que he conocido que ni siquiera dominaban del todo bien su propia lengua y que apenas conocieron más mundo que el que les rodeaba al nacer, y en lo tremendamente gilipollas y soberbios que nos estamos volviendo, creyéndonos que somos mejores que otros porque sabemos más idiomas o porque hemos estado en más sitios, y olvidándonos a cada instante en que lo que importa es ser buena persona y mejorar lo que te rodea.
Y no por eso voy a solicitar mi ingreso en la Asociación Española de Pesimistas, pero lo cierto es que hay gente de la que me gustaría saber el final de su vida para poder preguntarle (aunque ya sé la respuesta) si de verdad mereció la pena tanto esfuerzo y si cree que los gusanos disfrutarán de sus neuronas más que de las mías.
Lee, escribe, sueña, viaja, conoce, se curioso, estudia, sé bueno, comparte, pinta, enseña, aprende, convive, nada, corre, cose, cocina, haz pajaritas de papel, rellena crucigramas o sudokus, cáete de la bici, súbete a un árbol, escápate de un perro... al atardecer de la vida te examinarán del amor, y sólo en tu último adiós sabrás si lo que hiciste mejoró la vida de los demás o si la convertiste en esa carrera infinita en la que seguramente nunca llegaste a entender nada de lo que realmente importaba, y eso que podrías haberlo intentado en tres idiomas mientras nadabas incesantemente sin saber que esa piscina en la que creías avanzar era poco más que la pecera de donde nunca lograste salir.

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