Yo.
Ensimismado, tratando de llegar a la historia de las letras, soñando con un Nóbel o un Pulitzer, o al menos el Príncipe de Asturias. Es posible que ansiara en algún momento asiento en la Real Academia (¿Una de las eñes por mi condición de galleguiño?) o que algún editor se se pusiera en contacto conmigo (estamos muy interesados en publicar una selección de su obra...) Es cierto que en algún momento algo cambió en mí y me sacudió, y que aunque sé lo que es no es confesable. Espero que mi conciencia no me haya movido a actuar demasiado tarde y que este esfuerzo sirva para algo más que para satisfacer mi ego.
Tú.
No sé qué estabas haciendo y no pienso preguntar si asistías al gran saqueo como testigo, si participaste en el mismo o si sólo buscabas un modo de dar cauce a tu indignación; pero ahora estás aquí, como un peregrino buscando respuestas, o apoyo, o desahogo. No sé si lo encontrarás, pero si has entrado en esta estancia es porque algo buscabas, o tal vez sin querer. Si es lo segundo gracias por tu visita y vuelve cuando quieras, si es lo primero... yo no tengo respuestas, sólo preguntas. Si quieres recorremos este camino juntos y tratamos de llegar a alguna conclusión, y si puedes aportar algo te lo agradeceré: A veces tengo la impresión de que muy pocos estamos dispuestos a desenvainar nuestra espada contra la sinrazón que nos ha traído aquí.
El.
¿Quién es el él más importante? ¿El que nos ha hundido o el que queremos que nos ayude a flotar? ¿Vamos a seguir echándole la culpa a ZP, a Rajoy, a la casta política? ¿Vamos a quedarnos en nuestra caverna lamiéndonos las heridas con el rabo entre las piernas? ¿Vamos a despotricar contra los iluminados populistas que prometen un edén de pensiones y ayudas sociales? ¿Contra aquellos que creemos que nos recortan de lo nuestro pero que nunca se recortan de lo suyo? No sé si necesitamos que cojas tu pluma o tu guitarra; ignoro si es tu inventiva o tu fuerza; desconozco que nos va a ayudar más, que estudies o que emprendas, que te formes o que te emplees... pero sal de tu casa, apaga ese infernal aparato, lee, resopla, respira, escucha y, sobre todo, date cuenta de que del sistema o se forma parte o se sufre con él, pero que no hay modo alguno de evadirse.
Nosotros.
Somos muchos más que ellos, y como en el gráfico que tan de moda ha estado podemos soltar la tabla que los mantiene en vilo sobre el desfiladero. Podemos votar valores, firmar manifiestos, participar en campañas y también podemos quedarnos en casa lamentando lo malos que han sido, ignorando que en algún momento muchos de nosotros también nos perdimos en el camino y distrajimos algún mendrugo para los nuestros, y luego nos olvidamos de decirle al tendero que nos había dado vuelta de más. Ahora no vamos a devolver el chocolate que robamos siendo niños, pero tenemos que acordarnos de cuando éramos inocentes y nos confesábamos de mentir a nuestros padres, y a ser posible dejar de mentirnos a nosotros mismos.
Vosotros.
Decididlo ya: ¿Queréis estar con nosotros o poneros enfrente? ¿Vais a apostar todo al negro ignorando que no se puede acorralar a una bestia? ¿de verdad no queréis ser conscientes de que somos millones y que la razón y la justicia están de nuestra parte? Entended que nosotros ya sabemos que el mal existe, y que la próxima vez tal vez no tengamos la guardia baja. Deponed vuestra actitud, soltad los frutos de nuestras ramas y os perdonaremos, pero siempre que os quitéis la chaqueta y la corbata, os remanguéis y, con un cubo en vuestras manos, nos ayudéis a achicar toda esta podredumbre que ensucia nuestras sentinas, hunde nuestra nave y no nos deja gobernarla hacia un puerto seguro. Dejad de ser vosotros.
Ellos.
Y a los que quieran quedarse en la sombra mostrarles vuestro desprecio, no merecen otra cosa. Es posible que algún día haga falta enfrentarse y defender nuestro ideario de luz y de principios, pero hoy no es necesario todavía: Ha llegado el momento de que sepan que están solos, y que van a seguir estándolo por siempre, porque ya hemos perdido la inocencia.
Comentarios
Publicar un comentario