1. Prepotencia.
Mientras escucho, y siento, la candidez de la niñez en los infantiles sonidos de una mañana de domingo no dejo de pensar, a modo de recapitulación o personal examen de conciencia semanal, cuán extraño y torcido puede resultar todo.
En mi última publicación hablaba de la soberbia (de mí soberbia, concretamente) y ahora me encuentro con que los efluvios alcohólicos en una mente con una mentalidad en concreto le invitan a echarme en cara mi prepotencia, y van dos en dos semanas, que no es poco. Me pregunto si dentro de dos va a venir alguien a echarme en cara mi vanidad y dentro de cuatro mi falta de humildad. Pero ya independientemente de que lo que se me achaca sea cierto o no -cosa que me importa, valoro y reflexiono en su justa medida- lo realmente curioso es el estado general de crispación que parece haberse asentado en todas las capas de la sociedad, como un colesterol que endurece nuestras arterias y no nos permite ni siquiera querer salir de esta crisis política y moral en la que nos estamos enlodando.
2. No es corrupción, es podredumbe.
Las detenciones de dirigentes de los principales partidos políticos, de algún independiente y de empresarios de diversas ramas del mundo de los negocios nos hunden un poco más en nuestra miseria, agravado este último hecho por la falta de reacción de los partidos clásicos que se mueven como salmones intentando alcanzar un suelo pedregoso y oxigenado donde depositar sus frezas y morir.
Porque los líderes de los partidos grandes (que no grandes partidos) reaccionan a base de telediario, y eso no es lo que exigen las circunstancias actuales. Reconozco que el presidente del gobierno ha estado luchando en un frente, el económico, y que no sólo ha parado la acometida enemiga sino que va ganando terreno día a día; pero lo han flanqueado la consulta soberanista y la corrupción en sus filas, que ha propiciado una trama criminal con el único objetivo de enriquecer a sus componentes: Vileza moral y nada más, eso es lo que tenemos.
Y esa vileza moral, ese relativismo egoísta y hedonista en el que nos hemos hecho fuertes no es la medicina que va a curarnos de aquello que nos debilita. Cada vez más voces se unen a lo que muchos, por muy prepotentes y soberbios que seamos, llevamos tiempo diciendo: El estado autonómico esta corrompido desde sus raíces, y ya no llega con una poda en las ramas superiores. Hay que centralizar, unificar, simplificar, abaratar y racionalizar el estado y sus administraciones, y para ello hay que seguir un régimen de adelgazamiento muy restrictivo y amputar los órganos dañados. Hoy en día sólo VOX y, en menor medida, Ciudadnos y UPyD apuestan por una racionalización que permita que la ciudadanía recupere lo poderes que nunca debió perder a manos de políticos sin escrúpulos y prepotentes, como ese caso obeso Junqueras que ha amenazado a España con el default, como si supiéramos lo que eso significa.
3. Las maniobras.
Me cuentan que hace unos días atravesó el Estrecho de Gibraltar una flotilla compuesta por dos buque de proyección, dos fragatas F-100, dos fragatas FFG y un buque de aprovisionamiento. Los ojos de ferrolano que contemplaron el despliegue se llenaron de orgullo al comprobar como esos siete colosos de acero comparten lugar de nacimiento. Es hora ya de que nos despertemos del letargo, de las aguas del Mar de los Ártabros deben salir nuevos buques de guerra y volver a ser el asombro de propios y extraños. Tal vez no sólo esté en nuestras manos, pero espero de corazón que nuestro sudor, nuestros callos, nuestra sangre y alguna que otra lágrima sigan haciendo que un ferrolano pueda sentirse orgulloso de cruzar las Columnas de Hércules gracias a los corazones de acero de los suyos.
Espero no pecar de prepotencia en mis relaciones con los demás, y que nuestros dirigentes no lo hagan y que sepan competir para que nuestras gradas se llenen de vida, pero ni yo ni ninguno de mis paisanos debemos caer en ningún complejo: Tenemos defectos, tal vez muchos, pero en nuestra individualidad y en nuestras particularidades debemos de salir ahí fuera con la cabeza muy alta: Tenemos de qué sentirnos orgullosos.
Mientras escucho, y siento, la candidez de la niñez en los infantiles sonidos de una mañana de domingo no dejo de pensar, a modo de recapitulación o personal examen de conciencia semanal, cuán extraño y torcido puede resultar todo.
prepotente
- adj. y com. Que tiene más poder que otros.
- Que abusa de su poder:
es un arrogante y un prepotente.
En mi última publicación hablaba de la soberbia (de mí soberbia, concretamente) y ahora me encuentro con que los efluvios alcohólicos en una mente con una mentalidad en concreto le invitan a echarme en cara mi prepotencia, y van dos en dos semanas, que no es poco. Me pregunto si dentro de dos va a venir alguien a echarme en cara mi vanidad y dentro de cuatro mi falta de humildad. Pero ya independientemente de que lo que se me achaca sea cierto o no -cosa que me importa, valoro y reflexiono en su justa medida- lo realmente curioso es el estado general de crispación que parece haberse asentado en todas las capas de la sociedad, como un colesterol que endurece nuestras arterias y no nos permite ni siquiera querer salir de esta crisis política y moral en la que nos estamos enlodando.
2. No es corrupción, es podredumbe.
Las detenciones de dirigentes de los principales partidos políticos, de algún independiente y de empresarios de diversas ramas del mundo de los negocios nos hunden un poco más en nuestra miseria, agravado este último hecho por la falta de reacción de los partidos clásicos que se mueven como salmones intentando alcanzar un suelo pedregoso y oxigenado donde depositar sus frezas y morir.
Porque los líderes de los partidos grandes (que no grandes partidos) reaccionan a base de telediario, y eso no es lo que exigen las circunstancias actuales. Reconozco que el presidente del gobierno ha estado luchando en un frente, el económico, y que no sólo ha parado la acometida enemiga sino que va ganando terreno día a día; pero lo han flanqueado la consulta soberanista y la corrupción en sus filas, que ha propiciado una trama criminal con el único objetivo de enriquecer a sus componentes: Vileza moral y nada más, eso es lo que tenemos.
Y esa vileza moral, ese relativismo egoísta y hedonista en el que nos hemos hecho fuertes no es la medicina que va a curarnos de aquello que nos debilita. Cada vez más voces se unen a lo que muchos, por muy prepotentes y soberbios que seamos, llevamos tiempo diciendo: El estado autonómico esta corrompido desde sus raíces, y ya no llega con una poda en las ramas superiores. Hay que centralizar, unificar, simplificar, abaratar y racionalizar el estado y sus administraciones, y para ello hay que seguir un régimen de adelgazamiento muy restrictivo y amputar los órganos dañados. Hoy en día sólo VOX y, en menor medida, Ciudadnos y UPyD apuestan por una racionalización que permita que la ciudadanía recupere lo poderes que nunca debió perder a manos de políticos sin escrúpulos y prepotentes, como ese caso obeso Junqueras que ha amenazado a España con el default, como si supiéramos lo que eso significa.
¿Volverán nuestras aguas a ser surcadas por colosos? |
3. Las maniobras.
Me cuentan que hace unos días atravesó el Estrecho de Gibraltar una flotilla compuesta por dos buque de proyección, dos fragatas F-100, dos fragatas FFG y un buque de aprovisionamiento. Los ojos de ferrolano que contemplaron el despliegue se llenaron de orgullo al comprobar como esos siete colosos de acero comparten lugar de nacimiento. Es hora ya de que nos despertemos del letargo, de las aguas del Mar de los Ártabros deben salir nuevos buques de guerra y volver a ser el asombro de propios y extraños. Tal vez no sólo esté en nuestras manos, pero espero de corazón que nuestro sudor, nuestros callos, nuestra sangre y alguna que otra lágrima sigan haciendo que un ferrolano pueda sentirse orgulloso de cruzar las Columnas de Hércules gracias a los corazones de acero de los suyos.
Espero no pecar de prepotencia en mis relaciones con los demás, y que nuestros dirigentes no lo hagan y que sepan competir para que nuestras gradas se llenen de vida, pero ni yo ni ninguno de mis paisanos debemos caer en ningún complejo: Tenemos defectos, tal vez muchos, pero en nuestra individualidad y en nuestras particularidades debemos de salir ahí fuera con la cabeza muy alta: Tenemos de qué sentirnos orgullosos.
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