La primera reflexión es que la campaña electoral ha sido patética, con pocas ideas nuevas para avanzar en la necesaria regeneración, y creo que ese es el principal runrún que se mastica por los mentideros en los que las propuestas no pasan de anécdotas entre el Episodio VII de Star Wars, el sorteo de la competición de fútbol que toque o el mamporro que le han dado al mismísimo presidente del gobierno; entre estas minucias una serie de debates en los que todo el mundo se ha dedicado a contarnos lo malos que son los otros o lo malos que han sido anteriormente.
Y el problema es que con los apriorismos de siempre olvidamos tres verdades a base de que nos las repitan, o creemos en tres mentiras a base de que nos las repitan (Goebbles dixit).
Primer mentira: La izquierda es pacifista.
Claro, por eso todas las revoluciones desde la francesa las ha hecho la izquierda, por eso la inmensa mayoría de las muertes violentas desde el Siglo XIX las ha provocado la izquierda, por eso Hitler bautizó a su partido como nacional-socialista y en la URSS se dedicaban a purgar los elementos que pudieran desestabilizar el régimen. Ni que decir tiene que Cuba, Vietnam, China o Corea del Norte son países pacíficos que han llegado a la actualidad tras legítimos procesos democráticos. No pienso entrar en cuál es la inversión en armamento per cápita en todos los países considerados rojos, porque ahí están las exhibiciones de fuerza y de armamento, además de las baladronadas constantes que dedican al resto del mundo. La bofetada a Rajoy ha sido dada antes en forma de agresión verbal o física, con impunidad cuando de símbolos se trataba o de insultar, perseguir, denigrar o escanear. Si el mamporrro sirve para que todas las agresiones sean perseguidas bienvenido sea (y que conste que me ha parecido vergonzoso, pero incomparablemente menos grave que la brutal paliza a Inma Sequí).
Segunda mentira: La izquierda defiende la diversidad.
Lo que explica la enorme población negra en las repúblicas soviéticas o en la popular China, la convivencia pacífica en la Yugoslavia de Tito o los occidentales que viven en los regímenes comunistas asiáticos... y el respeto a la libertad de pensamiento (especialmente la religiosa) en todos los regímenes de izquierda. A esta falta de amor a lo plural se ha sumado el gobierno y la prensa, acallando de la forma más torticera y metódica la existencia de VOX y de UPyD.
Tercera mentira: La izquierda es universalista.
Y por eso los grupos terroristas independentistas siempre son nacionalistas. Es digno de mención el caso español, en el que los que niegan su españolidad se unen entre ellos, como el mentecato que atizó a Rajoy, que posa con la bandera vasca y no con la de Quebec, sin duda les une el enemigo común... o es que son tan españoles que ni siquiera lo saben. A todos los precesos electorales, separatistas o folclóricos de distinto pelaje han concurrido juntos los vascos, catalanes y gallegos ¿Y por qué no con los sajones, piamonteses, escoceses o corsos? Pues está claro: Contra España viven mejor. Ni mencionar a la contradicción absoluta en el vodevil partidista: La CUP es de extrema izquierda y quieren separarse de todo, creo que hasta de ellos mismos.
Y claro, a los partidos de la casta les quieren sustituir otras castas para seguir haciendo lo mismo pero con otros protagonistas. En apenas seis meses de inacción política toda la mancha de pro-venezolanos han empezado a colocar a los suyos en opacos procesos digitales (a dedo, vamos) y ninguno es capaz de reconocer que en Estados Unidos el presidente es negro o que en Alemania es una mujer separada que procede de la República Democrática alemana (¿Pero no hemos quedado en que los yankees y los alemanes son unos fachas retrógrados?)
No me cabe duda de que el único partido al que puedo votar es VOX, pero por si alguno se cree que es porque está en contra del aborto diré que no, que también es porque es el único que defiende que sólo hay una España, que hay que invertir más en defensa, que hay que triturar la administración, que hay que re-educar a todos los adoctrinados, que Europa no es nuestro país y que hay que fiscalizar hasta el último euro que se invierta.
Sé que todos somos demasiado humanos y que a cualquier partido que gobierne le van a entrar tentaciones de malversar el dinero de todos porque no es de nadie, que decía Aído, pero tendréis que convenir conmigo que lo principal debería ser que lo que nos proponen nos guste ¿No?
Veremos mañana a dónde van los votos de ese más del 20 de indecisos; yo no espero que me haga feliz el resultado, pero de natural optimista como soy, sí espero que me proporcione un poco de esperanza.
Y el problema es que con los apriorismos de siempre olvidamos tres verdades a base de que nos las repitan, o creemos en tres mentiras a base de que nos las repitan (Goebbles dixit).
Primer mentira: La izquierda es pacifista.
Claro, por eso todas las revoluciones desde la francesa las ha hecho la izquierda, por eso la inmensa mayoría de las muertes violentas desde el Siglo XIX las ha provocado la izquierda, por eso Hitler bautizó a su partido como nacional-socialista y en la URSS se dedicaban a purgar los elementos que pudieran desestabilizar el régimen. Ni que decir tiene que Cuba, Vietnam, China o Corea del Norte son países pacíficos que han llegado a la actualidad tras legítimos procesos democráticos. No pienso entrar en cuál es la inversión en armamento per cápita en todos los países considerados rojos, porque ahí están las exhibiciones de fuerza y de armamento, además de las baladronadas constantes que dedican al resto del mundo. La bofetada a Rajoy ha sido dada antes en forma de agresión verbal o física, con impunidad cuando de símbolos se trataba o de insultar, perseguir, denigrar o escanear. Si el mamporrro sirve para que todas las agresiones sean perseguidas bienvenido sea (y que conste que me ha parecido vergonzoso, pero incomparablemente menos grave que la brutal paliza a Inma Sequí).
Segunda mentira: La izquierda defiende la diversidad.
Lo que explica la enorme población negra en las repúblicas soviéticas o en la popular China, la convivencia pacífica en la Yugoslavia de Tito o los occidentales que viven en los regímenes comunistas asiáticos... y el respeto a la libertad de pensamiento (especialmente la religiosa) en todos los regímenes de izquierda. A esta falta de amor a lo plural se ha sumado el gobierno y la prensa, acallando de la forma más torticera y metódica la existencia de VOX y de UPyD.
Tercera mentira: La izquierda es universalista.
Y por eso los grupos terroristas independentistas siempre son nacionalistas. Es digno de mención el caso español, en el que los que niegan su españolidad se unen entre ellos, como el mentecato que atizó a Rajoy, que posa con la bandera vasca y no con la de Quebec, sin duda les une el enemigo común... o es que son tan españoles que ni siquiera lo saben. A todos los precesos electorales, separatistas o folclóricos de distinto pelaje han concurrido juntos los vascos, catalanes y gallegos ¿Y por qué no con los sajones, piamonteses, escoceses o corsos? Pues está claro: Contra España viven mejor. Ni mencionar a la contradicción absoluta en el vodevil partidista: La CUP es de extrema izquierda y quieren separarse de todo, creo que hasta de ellos mismos.
Y claro, a los partidos de la casta les quieren sustituir otras castas para seguir haciendo lo mismo pero con otros protagonistas. En apenas seis meses de inacción política toda la mancha de pro-venezolanos han empezado a colocar a los suyos en opacos procesos digitales (a dedo, vamos) y ninguno es capaz de reconocer que en Estados Unidos el presidente es negro o que en Alemania es una mujer separada que procede de la República Democrática alemana (¿Pero no hemos quedado en que los yankees y los alemanes son unos fachas retrógrados?)
No me cabe duda de que el único partido al que puedo votar es VOX, pero por si alguno se cree que es porque está en contra del aborto diré que no, que también es porque es el único que defiende que sólo hay una España, que hay que invertir más en defensa, que hay que triturar la administración, que hay que re-educar a todos los adoctrinados, que Europa no es nuestro país y que hay que fiscalizar hasta el último euro que se invierta.
Sé que todos somos demasiado humanos y que a cualquier partido que gobierne le van a entrar tentaciones de malversar el dinero de todos porque no es de nadie, que decía Aído, pero tendréis que convenir conmigo que lo principal debería ser que lo que nos proponen nos guste ¿No?
Veremos mañana a dónde van los votos de ese más del 20 de indecisos; yo no espero que me haga feliz el resultado, pero de natural optimista como soy, sí espero que me proporcione un poco de esperanza.
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