El juez Santiago Pedraz ha decidido archivar la causa contra el concejal de Ahora Madrid Guillermo Zapata porque dice que aunque una mayoría pueda considerar las palabras de éste último humillantes eso no las convierte en delito. Las frases en cuestión son mofas del holocausto judío y chistes acerca de Irene Villa.
Irene Villa es, en fuentes abiertas, una mujer de 37 años que perdió las piernas y tres dedos tras la explosión de una bomba que habían puesto los valientes autoproclamados "soldados vascos", a los que la mayoría conocemos como "los hijos de puta de ETA", otros como "los miembros del movimiento de liberación nacional vasco" y unos cuantos degenerados como la consecuencia de un clima de represión. Pero Irene Villa es mucho más que eso: Es una esposa, una madre, una hija (su madre también sufrió el atentado y perdió un brazo y una pierna) y una comunicadora sensible y que jamás ha dejado traslucir rencor, ni siquiera cuando fue delegada en Madrid de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Además de todo eso tiene varios títulos académicos y practica el esquí alpino.
Pues bien, este graciosillo de Guillermo Zapata publica en una red social lo siguiente: "han tenido que cerrar el cementerio de las niñas de Alcásser para que no vaya Irene Villa a por repuestos". Las niñas de Alcásser son tres adolescentes que fueron secuestradas, violadas, torturadas, asesinadas y quemadas en el pueblo valenciano de Alcácer en 1992; tenían 14 y quince años, algo más que Irene cuando sufrió el atentado.
No voy a decir a quién dedico el título de esta entrada, que cada cual piense de que lado está. Y si en este país no hay una ley que persiga la humillación de las víctimas de semejantes brutalidades no sé a qué estamos esperando para exigir que se incluya la humillación a las víctimas de cualquier crimen como delito en el Código Penal, ya que como el juez expone en su auto "por mucho que una mayoría crea que unas palabras sean humillantes, no por ello han de constituir delito", y cito textualmente.
Y ya de paso aprovecho para recordar que hoy se cumplen doce años desde el atentado más horroroso de la historia de España, en los que murieron 193 personas, resultaron heridas 1858 y cambiaron el rumbo de un país para dejarlo en manos de los que defienden al mal. Sí, y me importa bien poco que los que puedan pensar otra cosa me acusen de integrista, de reaccionario o de lo que quieran: Sé que hay una cosa que yo no soy, y es un hijo de puta.
Irene Villa es, en fuentes abiertas, una mujer de 37 años que perdió las piernas y tres dedos tras la explosión de una bomba que habían puesto los valientes autoproclamados "soldados vascos", a los que la mayoría conocemos como "los hijos de puta de ETA", otros como "los miembros del movimiento de liberación nacional vasco" y unos cuantos degenerados como la consecuencia de un clima de represión. Pero Irene Villa es mucho más que eso: Es una esposa, una madre, una hija (su madre también sufrió el atentado y perdió un brazo y una pierna) y una comunicadora sensible y que jamás ha dejado traslucir rencor, ni siquiera cuando fue delegada en Madrid de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Además de todo eso tiene varios títulos académicos y practica el esquí alpino.
Pues bien, este graciosillo de Guillermo Zapata publica en una red social lo siguiente: "han tenido que cerrar el cementerio de las niñas de Alcásser para que no vaya Irene Villa a por repuestos". Las niñas de Alcásser son tres adolescentes que fueron secuestradas, violadas, torturadas, asesinadas y quemadas en el pueblo valenciano de Alcácer en 1992; tenían 14 y quince años, algo más que Irene cuando sufrió el atentado.
No voy a decir a quién dedico el título de esta entrada, que cada cual piense de que lado está. Y si en este país no hay una ley que persiga la humillación de las víctimas de semejantes brutalidades no sé a qué estamos esperando para exigir que se incluya la humillación a las víctimas de cualquier crimen como delito en el Código Penal, ya que como el juez expone en su auto "por mucho que una mayoría crea que unas palabras sean humillantes, no por ello han de constituir delito", y cito textualmente.
Y ya de paso aprovecho para recordar que hoy se cumplen doce años desde el atentado más horroroso de la historia de España, en los que murieron 193 personas, resultaron heridas 1858 y cambiaron el rumbo de un país para dejarlo en manos de los que defienden al mal. Sí, y me importa bien poco que los que puedan pensar otra cosa me acusen de integrista, de reaccionario o de lo que quieran: Sé que hay una cosa que yo no soy, y es un hijo de puta.
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