Pues ahora se habla mucho de una serie de temas relativos a la regeneración de espacios naturales tras la acción humana. Hay una perniciosa teoría acerca de que si los humanos desapareciésemos el medio natural mejoraría al instante, cosa que yo no niego, pero que está totalmente en contra de mi cosmovisión, pero no sigo, que me lío... la cosa es que ante una actividad humana continuada, siempre que sea dañina para el medio, sólo proceden dos formas de actuar: No hacer nada o hacerlo, y pondré ciertos ejemplos.
No hacer nada:
En diferentes puntos del planeta una actividad humana tradicional, de esas que ahora se defienden tanto, provocó un cambio en el paisaje que modificó totalmente el medio natural: Existen bahías colmatadas simplemente por el sobrepastoreo de ovejas y cabras, que eliminó la cubierta vegetal que fijaba el terreno (manto) al suelo. El puerto de Ostia o la Bahía de Souda son actualmente lugares de interior, debido a la sedimentación del aluvión a lo largo de los siglos. Lo mismo puede ocurrir por la acción humana directa, como pueden ser rellenos para cualquier tipo de uso humano. Está perfectamente justificado el no hacer nada, porque la vida encontrará su lugar del mismo modo que lo haría si el relleno lo produjese una erupción volcánica, queda claro ¿No?
Hacer algo:
Paisajes como Lanzarote o la Ribeira Sacra se consideran mejoras al terreno existente, además de resultar ambientalmente sostenibles ¿Conviene revertirlos a su estado original? Lo mismo pasa con los oasis en el Sahara, las dehesas mediterráneas o en el caso de la escombrera y lago de As Pontes (Puentes de García Rodríguez, La Coruña) en el que se observa la presencia de fauna que seguramente no se habría asentado si los humanos no hubieran decidido acometer una acción de reinvención del terreno, que no restauración. Resulta que el ser humano tiene la capacidad de modificar para bien un paisaje e incluso de regular las poblaciones de fauna o flora en un determinado espacio.
Ayudar:
Luego está la otra opción, que es ayudar. Últimamente he leído varios artículos acerca de descubrimientos de organismos descomponedores cuya presencia suele revertir positivamente en espacios degradados por contaminación. Resulta que en zonas de la costa gallega donde se habían dado vertidos de crudo existían en estado latente bacterias descomponedoras que consiguieron que hoy nadie sea capaz de hallar un sólo rastro del Prestige, del Cason o del Mar Egeo. ¿Significa eso que no se produjo un daño ambiental? En absoluto, lo que significa es que si existe una bacteria en un sistema trófico cuya misión es la descomposición mediante ingesta de cualquier componente la cadena llegará hasta donde esté prevista, sin que nosotros podamos más que ayudar al proceso. Voy a poner el ejemplo de los fangos acumulados en la Ría de Ferrol, puesto que se están conectando actualmente los interceptores que llevarán los vertidos a la EDAR de Prioriño Chico: Resulta que las rías gallegas están básicamente llenas de miñocas, que es como se llama a los gusanos marinos que viven de filtrar los fangos, almejas, berberechos, navajas... y un sinfín de organismos que filtran el fango (contaminado, sí) absorbiendo los nutrientes necesarios en la digestión. Estos organismos sufren de una depredación prácticamente constante por parte del ser humano y de una gran variedad de peces, moluscos y crustáceos que también aprecian la delicadeza de los frutos del mar. En su proceso digestivo es de suponer que se produzcan nuevas descomposiciones y una pérdida de los elementos dañinos originales. Los seres humanos también mueren y pasan a formar parte de otra cadena trófica, pero es casi más importante tener en cuenta que quitando los cetáceos en la cadena trófica de la costa gallega existe una depredación constante de, entre y contra todos en diferentes etapas del crecimiento de todas las especies animales o vegetales.
¿Qué quiero decir con esto? Pues que seguramente, si no persistimos en las agresiones constantes y nos dedicamos a tratar de buscar constantemente el vertido cero, la sedimentación natural y la remoción de los fangos por parte de la fauna (y parte de la flora) presente y los fenómenos meteorológicos frecuentes en los inviernos gallegos harán que la Ría de Ferrol se regenere bastante más de lo que algunos auguran, y me refiero a cuando se acabe de verdad de verter, no ahora, que sólo es parcialmente.
Y con esto lo que quiero es lanzar un mensaje de optimismo relativo a las regeneraciones ambientales: En mis viajes he observado frecuentemente cómo paisajes que más parecían lunares que terráqueos se han regenerado con un poco de ayuda, alguna repoblación y, sobre todo, con una actitud de respeto. Seguro que entre todos lo logramos.
No hacer nada:
En diferentes puntos del planeta una actividad humana tradicional, de esas que ahora se defienden tanto, provocó un cambio en el paisaje que modificó totalmente el medio natural: Existen bahías colmatadas simplemente por el sobrepastoreo de ovejas y cabras, que eliminó la cubierta vegetal que fijaba el terreno (manto) al suelo. El puerto de Ostia o la Bahía de Souda son actualmente lugares de interior, debido a la sedimentación del aluvión a lo largo de los siglos. Lo mismo puede ocurrir por la acción humana directa, como pueden ser rellenos para cualquier tipo de uso humano. Está perfectamente justificado el no hacer nada, porque la vida encontrará su lugar del mismo modo que lo haría si el relleno lo produjese una erupción volcánica, queda claro ¿No?
Hacer algo:
Paisajes como Lanzarote o la Ribeira Sacra se consideran mejoras al terreno existente, además de resultar ambientalmente sostenibles ¿Conviene revertirlos a su estado original? Lo mismo pasa con los oasis en el Sahara, las dehesas mediterráneas o en el caso de la escombrera y lago de As Pontes (Puentes de García Rodríguez, La Coruña) en el que se observa la presencia de fauna que seguramente no se habría asentado si los humanos no hubieran decidido acometer una acción de reinvención del terreno, que no restauración. Resulta que el ser humano tiene la capacidad de modificar para bien un paisaje e incluso de regular las poblaciones de fauna o flora en un determinado espacio.
Ayudar:
Luego está la otra opción, que es ayudar. Últimamente he leído varios artículos acerca de descubrimientos de organismos descomponedores cuya presencia suele revertir positivamente en espacios degradados por contaminación. Resulta que en zonas de la costa gallega donde se habían dado vertidos de crudo existían en estado latente bacterias descomponedoras que consiguieron que hoy nadie sea capaz de hallar un sólo rastro del Prestige, del Cason o del Mar Egeo. ¿Significa eso que no se produjo un daño ambiental? En absoluto, lo que significa es que si existe una bacteria en un sistema trófico cuya misión es la descomposición mediante ingesta de cualquier componente la cadena llegará hasta donde esté prevista, sin que nosotros podamos más que ayudar al proceso. Voy a poner el ejemplo de los fangos acumulados en la Ría de Ferrol, puesto que se están conectando actualmente los interceptores que llevarán los vertidos a la EDAR de Prioriño Chico: Resulta que las rías gallegas están básicamente llenas de miñocas, que es como se llama a los gusanos marinos que viven de filtrar los fangos, almejas, berberechos, navajas... y un sinfín de organismos que filtran el fango (contaminado, sí) absorbiendo los nutrientes necesarios en la digestión. Estos organismos sufren de una depredación prácticamente constante por parte del ser humano y de una gran variedad de peces, moluscos y crustáceos que también aprecian la delicadeza de los frutos del mar. En su proceso digestivo es de suponer que se produzcan nuevas descomposiciones y una pérdida de los elementos dañinos originales. Los seres humanos también mueren y pasan a formar parte de otra cadena trófica, pero es casi más importante tener en cuenta que quitando los cetáceos en la cadena trófica de la costa gallega existe una depredación constante de, entre y contra todos en diferentes etapas del crecimiento de todas las especies animales o vegetales.
¿Qué quiero decir con esto? Pues que seguramente, si no persistimos en las agresiones constantes y nos dedicamos a tratar de buscar constantemente el vertido cero, la sedimentación natural y la remoción de los fangos por parte de la fauna (y parte de la flora) presente y los fenómenos meteorológicos frecuentes en los inviernos gallegos harán que la Ría de Ferrol se regenere bastante más de lo que algunos auguran, y me refiero a cuando se acabe de verdad de verter, no ahora, que sólo es parcialmente.
Y con esto lo que quiero es lanzar un mensaje de optimismo relativo a las regeneraciones ambientales: En mis viajes he observado frecuentemente cómo paisajes que más parecían lunares que terráqueos se han regenerado con un poco de ayuda, alguna repoblación y, sobre todo, con una actitud de respeto. Seguro que entre todos lo logramos.
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