Fue un 13 de Julio, en 1997, cuando los asesinos de ETA echaron un órdago a la grande a España asesinando a un joven concejal del Partido Popular en Ermua, Vizcaya. Ese día la balanza empezó a moverse y fue el principio del fin de ETA, en tanto la población abandonó su tibieza frente a las barbaridades cometidas por los independentistas vascos. Miguel Angel Blanco era hijo de gallegos. Hoy España tiene dos amenazas: El separatismo catalán y el extremismo musulmán, y la mayoría de los españoles de bien honran a otro joven español, gallego por haber nacido en Ferrol pero con raíces familiares en toda España.
La vida da muchas vueltas, y el nombre de Dios aparece en los momentos más raros. Incluso aunque haya gente que hace veinte años y ahora justifican la barbarie e invocan la cobardía como estrategia de vez en cuando aparece un héroe que decide hacerse concejal cuando los concejales son asesinados u otro que decide defender a una mujer cuando los demás nos escondemos.
Hay quien dice que los cuarenta segundos que duró la desigual lucha de este hombre con los tres terroristas salvaron muchas vidas, muchos sostienen que el secuestro y asesinato de Miguel Ángel también.
Los casos han sido similares, con la incertidumbre, con la nación en vilo, con el mazazo final y una hermana devolviendo la esperanza a un pueblo harto de las mentiras, de la sinrazón, de la falsedad y de la incitación al odio de aquellos que justifican la violencia en un idioma, un acento o un sentimiento. Antes fue María del Mar, ahora ha sido Ana, pero las dos ocasiones España llenó las palabras de muchos.
Hoy el presidente de la comunidad autónoma catalana ha anunciado que va a convocar un referéndum ilegal el uno de octubre para preguntarle a su pueblo si quieren que Cataluña sea una república independiente de España, mientras el Consejo de Ministros concedía a Ignacio la más alta condecoración que otorga la nación.
Todavía hay esperanza en la vieja piel de toro, porque nuestros compatriotas son capaces de encarnar el altruismo, el valor y la entrega.
Va por los dos. Descansad en paz.
La vida da muchas vueltas, y el nombre de Dios aparece en los momentos más raros. Incluso aunque haya gente que hace veinte años y ahora justifican la barbarie e invocan la cobardía como estrategia de vez en cuando aparece un héroe que decide hacerse concejal cuando los concejales son asesinados u otro que decide defender a una mujer cuando los demás nos escondemos.
Hay quien dice que los cuarenta segundos que duró la desigual lucha de este hombre con los tres terroristas salvaron muchas vidas, muchos sostienen que el secuestro y asesinato de Miguel Ángel también.
Los casos han sido similares, con la incertidumbre, con la nación en vilo, con el mazazo final y una hermana devolviendo la esperanza a un pueblo harto de las mentiras, de la sinrazón, de la falsedad y de la incitación al odio de aquellos que justifican la violencia en un idioma, un acento o un sentimiento. Antes fue María del Mar, ahora ha sido Ana, pero las dos ocasiones España llenó las palabras de muchos.
Hoy el presidente de la comunidad autónoma catalana ha anunciado que va a convocar un referéndum ilegal el uno de octubre para preguntarle a su pueblo si quieren que Cataluña sea una república independiente de España, mientras el Consejo de Ministros concedía a Ignacio la más alta condecoración que otorga la nación.
Todavía hay esperanza en la vieja piel de toro, porque nuestros compatriotas son capaces de encarnar el altruismo, el valor y la entrega.
Va por los dos. Descansad en paz.
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