Me habéis dejado de leer.

Porque no os gusta que os lleven la contraria, porque no aceptáis el debate, porque no buscáis mejorar la vida de los ciudadanos y sí cumplir un ideario, porque recibís órdenes de una organización que os dicta lo que toca y que os pastorea como parte de un rebaño.
Y por eso se que no habéis dejado de ser vasallos, y que no nos gobernáis, porque sólo sois el eco de la voz de vuestros amos, el látigo de un capataz sin ideas ni ambiciones. Y por eso sé que no sois políticos, sino los mismos pardos que han sido siempre, con los monjes de San Martín, con los Andrade o con los borbones. O con Franco.
Ojalá llegue un día en que seáis minoría y los que se sienten en un salón de plenos, en un hemiciclo, en un parlamento... escuchen al de abajo y no al de arriba. Ojalá algún día me defienden. Ojalá algún día quieran leer -leernos- a los que criticamos pero también proponemos. Ojalá que algún día no hagamos falta.