Así, en bruto, como suena: son unos descerebraus, y además se jactan y alardean de ello en redes sociales, en comentarios en prensa digital y cada vez que el mundo, el demonio o la carne les dan una ocasión de rebuznar.
Este domingo se han concentrado en toda España cientos de miles de personas en contra de la secesión de Cataluña y en favor de la unidad de España. Que había de todo menos nacionalistas y comunistas está claro, porque los primeros defienden el derecho a la autodeterminación por la vía que sea y los segundos ya tienen la mollera reblandecida a base de cambiar de opinión más que de camisa. Francamente más, de hecho.
En los diarios ferrolanos se empezó equiparando la asistencia a la concentración por el diálogo del sábado, una charlotada convocada por ni se sabe quién de la que los pocos que asistieron comentaron que no llegaban a cincuenta (especialmente mi amiga Lolina, que se creyó que era la otra y contó a unos diecisiete que querían hablar). De la del domingo... pues dicen que unos cientos, aunque curiosamente y, pese a la nula atención prestada por los partidos políticos, llenaban la plaza de armas. Con dos...
¿Quién sale reforzado? Pues los que salieron a decir que Puigdemont y sus gangsters son unos delincuentes que deben ser detenidos. ¿Quién no? Pues el resto: Rajoy y Soralla (porque yo lo valgo), Pedro Sánchez (ni sí, ni no, ni blanco, ni negro), Iglesias (escaqueándose de Barcelona entre abucheos la mañana del domingo en la estación de Sants), todos los nacionalistas (ahora que ya estamos solos, vamos a contar mentiras, tralará) y la iglesia española, que en general para lo poco que ha opinado lo ha hecho mal.
¿Y con qué sensaciones nos quedamos? Pues con la sensación de que tenemos rey, de que somos ciudadanos, de que nos hemos cansado de las mentiras, de que algunos no están a lo que deben estar y de que estábamos callados, silenciados y acomplejados. Ah, y de que la prensa por fin ha abandonado su discurso tolerante o su mutismo ante las agresiones nacionalistas.
Hoy o mañana -escribo la tarde del lunes- el señor de los pelos va a declarar la independencia, y dicen que lo va a hacer de mentira para acallar a los de las antorchas y no enfadar a los de las sogas. Todo es una incógnita, pero ya ciertos medios dicen que los principales beneficiados de la algarada son Rivera, Susana Díaz, Abascal y España, los tres políticos porque han sabido recoger el sentir de la mayoría y España porque sus hijos se han cansado de los vómitos dialécticos de una pandilla de corruptos mentirosos que jamás han buscado nada salvo su propio bienestar. Lo que son las cosas, el Puigdemont reafirmando a los españoles, si al final va a haber que condecorarlo.
PD: La izquierda populista, además de hacernos ver que son ciegos, se creen que somos idiotas, cosa que no importa especialmente porque acaban de recibir un estacazo brutal; la social-democracia dominante no tienen valor para aceptar que el domingo la mayor parte del pueblo español pidió que se actuara contra los golpistas, no las subnormalidades que dijo Borrell de ser más europeos y de dejar que actúe la justicia.
Este domingo se han concentrado en toda España cientos de miles de personas en contra de la secesión de Cataluña y en favor de la unidad de España. Que había de todo menos nacionalistas y comunistas está claro, porque los primeros defienden el derecho a la autodeterminación por la vía que sea y los segundos ya tienen la mollera reblandecida a base de cambiar de opinión más que de camisa. Francamente más, de hecho.
En los diarios ferrolanos se empezó equiparando la asistencia a la concentración por el diálogo del sábado, una charlotada convocada por ni se sabe quién de la que los pocos que asistieron comentaron que no llegaban a cincuenta (especialmente mi amiga Lolina, que se creyó que era la otra y contó a unos diecisiete que querían hablar). De la del domingo... pues dicen que unos cientos, aunque curiosamente y, pese a la nula atención prestada por los partidos políticos, llenaban la plaza de armas. Con dos...
¿Quién sale reforzado? Pues los que salieron a decir que Puigdemont y sus gangsters son unos delincuentes que deben ser detenidos. ¿Quién no? Pues el resto: Rajoy y Soralla (porque yo lo valgo), Pedro Sánchez (ni sí, ni no, ni blanco, ni negro), Iglesias (escaqueándose de Barcelona entre abucheos la mañana del domingo en la estación de Sants), todos los nacionalistas (ahora que ya estamos solos, vamos a contar mentiras, tralará) y la iglesia española, que en general para lo poco que ha opinado lo ha hecho mal.
¿Y con qué sensaciones nos quedamos? Pues con la sensación de que tenemos rey, de que somos ciudadanos, de que nos hemos cansado de las mentiras, de que algunos no están a lo que deben estar y de que estábamos callados, silenciados y acomplejados. Ah, y de que la prensa por fin ha abandonado su discurso tolerante o su mutismo ante las agresiones nacionalistas.
Hoy o mañana -escribo la tarde del lunes- el señor de los pelos va a declarar la independencia, y dicen que lo va a hacer de mentira para acallar a los de las antorchas y no enfadar a los de las sogas. Todo es una incógnita, pero ya ciertos medios dicen que los principales beneficiados de la algarada son Rivera, Susana Díaz, Abascal y España, los tres políticos porque han sabido recoger el sentir de la mayoría y España porque sus hijos se han cansado de los vómitos dialécticos de una pandilla de corruptos mentirosos que jamás han buscado nada salvo su propio bienestar. Lo que son las cosas, el Puigdemont reafirmando a los españoles, si al final va a haber que condecorarlo.
PD: La izquierda populista, además de hacernos ver que son ciegos, se creen que somos idiotas, cosa que no importa especialmente porque acaban de recibir un estacazo brutal; la social-democracia dominante no tienen valor para aceptar que el domingo la mayor parte del pueblo español pidió que se actuara contra los golpistas, no las subnormalidades que dijo Borrell de ser más europeos y de dejar que actúe la justicia.
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