Llueve de forma suave pero constante y en algún lugar cercano se oye el graznido lastimoso de un cuervo. Sólo es 16 de Octubre y parece que han pasado meses desde que empezó uno de esos periodos intensos en los que la montaña rusa de la vida ha llegado al rizo que te hace revolver las tripas. El primer día de octubre se celebró el referéndum ilegal de Cataluña; a renglón seguido el cónclave de la sedición declaró la independencia de la república más breve y estúpida de la historia; unos cuantos centenares de empresas decidieron independizarse a su vez de Cataluña; se celebra el día de la Hispanidad más espectacular y sentido que se recuerda y a su finalización fallece el Capitán del Ejército del Aire Borja Aybar; el presidente del gobierno consigue los apoyos parlamentarios suficientes para activar el artículo 155 de la Constitución y remite un ultimátum al gobierno catalán... antes de la respuesta arde Galicia otra vez, con una de las olas de incendios más virulenta que se recuerda, a consecuencia de la cual fallecen tres personas abrasadas por las llamas. Dios los tenga en su Gloria.
El domingo el sol estuvo todo el día velado, enrojeciéndose a lo largo de la jornada. Hasta Ferrol llega primero el olor de la muerte y del bosque quemado, después las cenizas y al final las noticias de la ola de terror que han vivido nuestros paisanos del Sur. Otra vez se nos parte el corazón, como cuando naufragó el Prestige o volcó el tren de Angrois.
La Sexta es la única cadena que cubre la tragedia, y lo hace de forma infame, invocando el número de 436 brigadistas como una salmodia de la infamia. La venerada Ana Pastor demuestra su sectarismo y su grey la sigue en las redes sociales. Todo esta sucio y mancillado, pero no por el humo y las cenizas, sino por la infamia de unas hienas que ríen al descubrir la carroña.
Hoy otra vez se acusa al gobierno, hoy otra vez el Partido Popular es culpable, hoy otra vez la extrema izquierda y los nacionalistas demuestran su falta de moral utilizando de forma artera y desvergonzada la tragedia para sus fines políticos. Y para mí eso los define y esos mismos se retratan: Son carroñeros que huyen al escuchar el rugido del león y regresan escondidos a disputarse los cadáveres. Hoy sigue siendo octubre y las banderas rojigualdas ondean en balcones y ventanas, a media asta, pero con el orgulloso escudo en el que el Reino de León nos presta su coraje para que digamos alto y claro que no nos creemos que la ola de incendios la haya provocado la extinción de los contratos veraniegos de los trabajadores del fuego, que Borja Aybar es un héroe que dio su vida cuando las circunstancias se lo exigieron y que los sediciosos de Cataluña merecen ser detenidos y juzgados por organizar la ola de revueltas más rabiosa desde la república y porque se han comportado como unas hienas que pretenden aprovechar que el león está herido para atacarlo, ignorando que la manada está vigilante y dispuesta a defenderse, por más que se escuchen sus indecentes risotadas y todavía se huela el humo en la sabana.
El domingo el sol estuvo todo el día velado, enrojeciéndose a lo largo de la jornada. Hasta Ferrol llega primero el olor de la muerte y del bosque quemado, después las cenizas y al final las noticias de la ola de terror que han vivido nuestros paisanos del Sur. Otra vez se nos parte el corazón, como cuando naufragó el Prestige o volcó el tren de Angrois.
La Sexta es la única cadena que cubre la tragedia, y lo hace de forma infame, invocando el número de 436 brigadistas como una salmodia de la infamia. La venerada Ana Pastor demuestra su sectarismo y su grey la sigue en las redes sociales. Todo esta sucio y mancillado, pero no por el humo y las cenizas, sino por la infamia de unas hienas que ríen al descubrir la carroña.
Hoy otra vez se acusa al gobierno, hoy otra vez el Partido Popular es culpable, hoy otra vez la extrema izquierda y los nacionalistas demuestran su falta de moral utilizando de forma artera y desvergonzada la tragedia para sus fines políticos. Y para mí eso los define y esos mismos se retratan: Son carroñeros que huyen al escuchar el rugido del león y regresan escondidos a disputarse los cadáveres. Hoy sigue siendo octubre y las banderas rojigualdas ondean en balcones y ventanas, a media asta, pero con el orgulloso escudo en el que el Reino de León nos presta su coraje para que digamos alto y claro que no nos creemos que la ola de incendios la haya provocado la extinción de los contratos veraniegos de los trabajadores del fuego, que Borja Aybar es un héroe que dio su vida cuando las circunstancias se lo exigieron y que los sediciosos de Cataluña merecen ser detenidos y juzgados por organizar la ola de revueltas más rabiosa desde la república y porque se han comportado como unas hienas que pretenden aprovechar que el león está herido para atacarlo, ignorando que la manada está vigilante y dispuesta a defenderse, por más que se escuchen sus indecentes risotadas y todavía se huela el humo en la sabana.
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