De bobos que nos hemos vuelto hemos conseguido aupar a los gatitos a imagen diaria de actualidad, que son una monada y siempre nos sacan una sonrisa tierna: Arderemos en el infierno por gilipollas.
En este mundo light en el que vivimos hemos conseguido ponernos al nivel de las preadolescentes en nuestra capacidad de empatizar con nuestro entorno; no queremos ver los cuerpecillos mutilados de apenas unos centímetros de los hijos que ya nunca nacerán. No, a nosotros nos gusta la miseria extranjera, si puede ser en lugares ignotos mejor.
¿Qué decimos en España de los cristianos masacrados en los conflictos de Oriente Medio? Pues nada, que nos desarma nuestro discurso idiota de la alianza de civilizaciones; no: a nosotros lo que nos va son los rohinyás, que nadie sabe que son bengalíes de religión musulmana suní que iniciaron una yihad para escindir de Birmania un estado islámico con la misma excusa que en todas partes del mundo: Que ellos son de allí.
Los occidentales, que en realidad somos un poco gilipollas, nos escandalizamos de que el gobierno de Birmania (un país budista, por cierto) haya reaccionado confinando a su población en campos de concentración; nosotros no creemos que los estados puedan defenderse de las agresiones, pero hay países en que ven de lo más natural defenderse de una población que nunca ha pretendido integrarse sino robarles un pellizco y que para conseguir tal fin han hecho también lo mismo que en otras partes del mundo: Asesinar y cometer actos de terrorismo contra el estado que los acogió.
Pero nos da igual: sale el bobo de Dani Rovira, que se espanta ante la violencia de la policía en Cataluña y que dice que hay que dejarles votar, nos enseña un perro cojito y nos cuenta que ha estado con su novia unos días en un campo de concentración y nos enternecemos como niñitas ante los lametones de Flipi, que fue torturado por sus dueños dejándolo en una azotea. Después pasamos corriendo sobre las páginas que dicen que en Europa se despedaza, quema o envenena a entre el 50 y el 100% de los niños con Síndrome de Down en el vientre de sus madres.
Somos crueles e inhumanos, cada día más, y hemos creído que la empatía que nos provocan los animales que han salido en pelis de dibus nos engrandecen y hacen buenos; hace poco leí las declaraciones de un vegano declarándose incapaz de comer "con un cadáver en la mesa". Y seguramente nos creemos que cuando traigamos aquí a unos cuantos millones de suníes estos se pondrán a cotizar como locos para pagar nuestra pensión mientras nosotros gastamos las miserias que nos permite el putrefacto estado autonómico en comprarle a nuestro gatito una mousse de canard gourmet baja en grasas, porque al pobre lo hemos castrado y ha engordado una barbaridad.
Y repito que los bárbaros están en el limes y se limpian los dientes con los huesos de sus víctimas, y no los vemos porque otra vez hemos entrado en internet a ver una página de gatitos mientras nos indignamos porque se juzga a los borricos de los futbolistas por defraudar millones de euros de diez en diez.
En este mundo light en el que vivimos hemos conseguido ponernos al nivel de las preadolescentes en nuestra capacidad de empatizar con nuestro entorno; no queremos ver los cuerpecillos mutilados de apenas unos centímetros de los hijos que ya nunca nacerán. No, a nosotros nos gusta la miseria extranjera, si puede ser en lugares ignotos mejor.
¿Qué decimos en España de los cristianos masacrados en los conflictos de Oriente Medio? Pues nada, que nos desarma nuestro discurso idiota de la alianza de civilizaciones; no: a nosotros lo que nos va son los rohinyás, que nadie sabe que son bengalíes de religión musulmana suní que iniciaron una yihad para escindir de Birmania un estado islámico con la misma excusa que en todas partes del mundo: Que ellos son de allí.
Los occidentales, que en realidad somos un poco gilipollas, nos escandalizamos de que el gobierno de Birmania (un país budista, por cierto) haya reaccionado confinando a su población en campos de concentración; nosotros no creemos que los estados puedan defenderse de las agresiones, pero hay países en que ven de lo más natural defenderse de una población que nunca ha pretendido integrarse sino robarles un pellizco y que para conseguir tal fin han hecho también lo mismo que en otras partes del mundo: Asesinar y cometer actos de terrorismo contra el estado que los acogió.
Pero nos da igual: sale el bobo de Dani Rovira, que se espanta ante la violencia de la policía en Cataluña y que dice que hay que dejarles votar, nos enseña un perro cojito y nos cuenta que ha estado con su novia unos días en un campo de concentración y nos enternecemos como niñitas ante los lametones de Flipi, que fue torturado por sus dueños dejándolo en una azotea. Después pasamos corriendo sobre las páginas que dicen que en Europa se despedaza, quema o envenena a entre el 50 y el 100% de los niños con Síndrome de Down en el vientre de sus madres.
Somos crueles e inhumanos, cada día más, y hemos creído que la empatía que nos provocan los animales que han salido en pelis de dibus nos engrandecen y hacen buenos; hace poco leí las declaraciones de un vegano declarándose incapaz de comer "con un cadáver en la mesa". Y seguramente nos creemos que cuando traigamos aquí a unos cuantos millones de suníes estos se pondrán a cotizar como locos para pagar nuestra pensión mientras nosotros gastamos las miserias que nos permite el putrefacto estado autonómico en comprarle a nuestro gatito una mousse de canard gourmet baja en grasas, porque al pobre lo hemos castrado y ha engordado una barbaridad.
Y repito que los bárbaros están en el limes y se limpian los dientes con los huesos de sus víctimas, y no los vemos porque otra vez hemos entrado en internet a ver una página de gatitos mientras nos indignamos porque se juzga a los borricos de los futbolistas por defraudar millones de euros de diez en diez.
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