Empezaré por decir que no tengo ni idea, no vaya a ser que alguien se crea que esto algo más que un sueño y que tengo que ser realista: Me niego rotundamente, y por eso voy a tratar de convenceros de que las cosas son posibles si se quieren hacer e imposibles si no lo intentas.
- Las antiguas instalaciones de la Marina Real en el Vispón son el actual límite de la base de la Graña con el pueblo de San Felipe; ignoro el uso que puedan tener tan venerables ruinas, desde la que se proporcionó munición a los defensores de la ciudad en agosto de 1800. Desde la playa de Bestarruza, en Mugardos, se atisban unos destartalados muros y una antigua cantera que parecen dejados en manos de la naturaleza. ¿Cabría la posibilidad de retranquear el cierre de la instalación para ampliar el pueblo de San Felipe y dotarlo de una nueva zona de esparcimiento? ¿Cabría la posibilidad de una restauración total de los antiguos polvorines y del cuartelillo allí existentes?
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Tratemos por un momento de imaginar cómo queremos o deseamos que sea algo con el tiempo, y para ello voy a poner una serie de ejemplos que os gustarán más o menos, pero que os ayudarán a comprender mejor el tono general de la entrada:
- La antigua Sala de Armas del Arsenal se convirtió en Cuartel de Instrucción; al terminarse el servicio militar obligatorio pasó por un periodo de abandono en el que probablemente fue más almacén que otra cosa. Finalmente se restauró y se convirtió en una residencia para la marinería que está destinada en Ferrol. Actualmente tiene un jardín que, al menos desde fuera, no parece concebido para el uso y disfrute de nadie, por lo que se convierte en un gasto, puesto que no es más que un espacio a mantener. Yo imagino que con el tiempo se excavará lo que quede del foso del Arsenal y se retranquee la verja para dar paso a una gran acera en la que poner algún banco e incluso algún ejemplar arbóreo que no tape en exceso tan magnífica obra arquitectónica. Tan solo plantearse volver a excavar el foso del Arsenal y permitir que las mareas vuelvan a besar las viejas murallas produce cierto vértigo, pero convertir en objetivo la vuelta al espléndido pasado de ese lugar contribuiría -y mucho- a elevar nuestra autoestima hasta cotas no imaginadas desde el XVIII.
- El actual complejo de Herrerías está rodeado por un jardín igual de inútil que el anterior: ¿Querríamos que se hiciera lo mismo y que, tal vez, en ese recuperado foso se expusiera alguna de las magníficas anclas de la colección que la Armada tiene en Ferrol? ¿Cómo creemos que evolucionará ese espacio urbano con tantos valores paisajísticos que va desde San Julián hasta las Angustias?
¿No se puede adecuar una entrada más bonita? |
- La antigua residencia de oficiales de Batallones está sin uso en la parcela anexa a la biblioteca de la universidad de la Casa del Patín. ¿Podría ser esa reclamada residencia universitaria que facilitara que el Campus Industrial fuera una referencia para alumnos foráneos? ¿Ayudaría su presencia a la rehabilitación del Esteiro viejo? ¿Generaría nuevas dinámicas de población? ¿Serían rentables los gastos derivados de su gestión desde un punto de vista global?
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Algunos recordamos la Casa del Patín más o menos así. |
Pues así funciona mi cabeza: Soy incapaz de ver que se gaste dinero cuando hay que invertirlo, y esta mañana soñaba yo despierto cuando se apareció ante mis ojos una necesidad que debiéramos convertir en virtud: Comentaba -más bien se lamentaba- un conocido que ya casi no quedan barcos de madera porque la fibra es el material utilizado actualmente para las embarcaciones ligeras. En ese momento pasaron por mi mente tantas escenas de películas americanas que parecía que mi vida había llegado a su fin: Vi las manos de Kevin Kostner puliendo la madera de su yate en Mensaje en una botella, vi a Cary Grant con su balandro en Historias de Filadelfia, vi a la Bounty de Rebelión a bordo, a La Perla Negra de Piratas del Mar Caribe y a la Surprise de Master and Commander. Todos esos barcos eran de madera de roble y castaño sacados de las laderas de Ferrol, todos salían del Dique de la Cabana, a todos se los arbolaba en los astilleros de La Graña y todos juntos navegaban con todo su trapo en demanda de otros mares, como tantos cientos de barcos lo hicieron saliendo de Ferrol.
Pero también vi dornas, pulpeiros, galeones, nueve metros, esquifes, botes, chalanas y naos saliendo de las manos de unos artesanos que hace tiempo dejaron de existir porque el mundo decidió que los derivados del petróleo eran más fáciles, más rápidos y menos costosos que la inagotable madera de nuestros bosques. ¿Recordáis alguno lo que escribí acerca del roble de la Calle Almendra?
Yo sí puedo imaginarlo, puedo volverlo a ver aunque nunca antes lo haya visto.
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Y así como cuando imagino mi futuro me veo en un piso cómodo y confortable escuchando los ruidos de una ciudad viva mientras leo una buena novela, e imagino una ciudad en la que superemos las derechas y las izquierdas, los fachas y los rojos, el gallego y el castellano y las lluvias y los nordestes. Y en esa ciudad imagino que ya no hay ruinas ni espacios vacíos, sino ferrolanos emprendedores y orgullosos que no quieren estar al albur de las decisiones de Coruña, Santiago, Madrid o Bruselas, sino que quieren coger las riendas de su vida y sacar de las entrañas de su tierra la madera que hará que nuestros barcos floten y que nuestras galerías sean las más bonitas del mundo. Y ese día tal vez Scarlett Johanson venda su nueva casa de Lisboa y se compre una en Esteiro, en Ferrol Vello o en la Magdalena, porque nosotros habremos cumplido un sueño y volveremos a ser ese puerto ideal de la Ilustración que nos convirtió en la más codiciada gema para los ingleses de todo el tesoro español.
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