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De la Iglesia de Dolores, y otras cosas.

La Candidatura del Ferrol de la Ilustración para su inscripción como Patrimonio Mundial lleva gestándose desde hace cerca de dos décadas. Consta en la lista indicativa de la UNESCO desde el año 2007 y se compone de cinco subconjuntos, que a su vez están compuestos por una serie de bienes, entre los que se encuentra la Iglesia de Dolores, aunque de modo genérico.
De la misma sé más bien poco, porque a los ferrolanos nos cuesta estudiar nuestros principales tesoros (somos más de irnos a Siria a ver en qué andaban por allá en la Edad del Hierro), pero sí sé que es propiedad de una congregación religiosa poco asentada en la ciudad, que ha habido varios intentos para recaudar fondos para su restauración y que recientemente el Obispado de Mondoñedo-Ferrol procedió a su cierre por el elevado grado de deterioro que presentaba. Ahora piden ayuda a los feligreses y a los que no lo son (de forma algo torpe y tímida, a mi modo de ver) y también que los poderes públicos contribuyan a costear en parte los 300.000 euros que cuesta reformarla, lo que viene siendo unos cuatro euros y medio por ferrolano. La Diócesis, los poderes públicos y yo mismo compartimos la misma sensación: Nadie va a poner un duro para arreglar la iglesia porque es de la Iglesia.
Me vais a permitir un poco de psicología inversa y contar un cuento:




"Había en oriente una ciudad cuyos habitantes trabajaban duro y que no veían recompensados de forma generosa sus esfuerzos. Pidieron a sus gobernantes que hicieran algo de caso a los que menos recursos tenían porque querían una mezquita para orar a Alá, pero estos no hicieron caso puesto que ya había mezquitas en la ciudad. Los ciudadanos construyeron una con sus propios dírhams y se la encomendaron a un imán. Al final, los gobernantes, viendo que la mezquita era querida por el pueblo, decidieron hacerse cargo de ella, pero lo hicieron mal y la mezquita empezó a deteriorarse. Doscientos años después los imanes que llamaban a la oración desde su minarete decidieron cerrarla al culta y pidieron a los ulemas que anunciasen recogidas de fondos para arreglarla, pero el pueblo había perdido la fe y los gobernantes decidieron que si los clérigos querían arreglar la mezquita que lo hicieran con su dinero, y la mezquita acabó cayendo en el olvido... y en pedazos".




Ya, no habría huevos si fuera una mezquita, la sede de un partido político, un teatro o la casa de algún personaje más o menos conocido, pero si se trata del templo que acoge a la cofradía más importante de todas las semanas santas del Norte de España se puede dejar caer... y los argumentos son: La Iglesia es rica, que se la paguen sus fieles, ni un euro de dinero público para los curas y si no pueden mantenerla que la regalen o la vendan. Ahí está el nivelazo de los que opinan.
Pero resulta que la Iglesia no es rica salvo en bienes patrimoniales o lugares de culto, y que es la institución que más dedica a obras benéficas del mundo.
También resulta que, en Ferrol, Cáritas, el Hospital de Caridad, las Hermanitas de los Pobres y las poquitas religiosas que van quedando se dedican a cuidar a los demás o a la enseñanza por un sueldo miserable o sin él.
También subyace en todo esto la falacia de que no se pueden arreglar lugares de culto, se ve que los fieles no pagamos impuestos y que los dueños de los impuestos son la izquierda, por algún misterio que jamás se resolverá... también subyace bajo tanta capa que no hay católicos de izquierdas o que el patrimonio religioso no es tan importante como el no religioso.
Tampoco tenemos en cuenta que el principal acontecimiento popular, que atrae decenas de miles de turistas de la comarca, es un hecho religioso (la conmemoración de la Pasión de Cristo, nada menos).
Tampoco que la Iglesia recibe aportaciones voluntarias a través del IRPF y que el resto del dinero que recibe es por los conciertos educativos o por sus ONG, y que lo recibe en la misma proporción que cualquier otra institución.
Tampoco que el patrimonio de un pueblo -en este caso el nuestro- no es la propiedad: La Iglesia de Dolores puede ser de los Servitas, de la Diócesis o del Marqués de Amboage, pero es también patrimonio de todos los ferrolanos, como lo son otros bienes de propiedad privada... ¿O si no por qué pedimos la declaración de Patrimonio Mundial para Ferrol?
Tampoco parece importar que se subvencione a un equipo de fútbol de tercera división (un eufemismo, puesto que existiendo una 2ª B, la tercera división no es sino la cuarta categoría del fútbol español) a cuyos partidos asisten cada dos semanas unas mil (sí, unas 1000) personas, con 300.000 euros anuales, que curiosamente es lo mismo que costaría toda la obra de restauración.
Todo esto da igual: Los dueños de la verdad ya han dictado su sentencia, y esa no es otra que un vociferar constante en las redes en contra de que el 70% de la población tengamos el mismo derecho a que financien nuestras creencias que ellos de que financien a clubes privados de fútbol, instituciones que pretenden cambiar el orden constitucional, obras de teatro procaces a las que asisten treinta personas o concursos de pintadas. ¿Y por qué? Pues porque lo que dice la Constitución o lo que indican las leyes de patrimonio o de la lógica para ellos no vale.
No, los católicos somos ricos y tenemos que pagar nosotros la restauración de Dolores, y eso es porque el ayuntamiento tiene que gastarse algo así como el triple en comprar, derribar y restaurar la casa natal de Carballo Calero, esa misma que a él mismo le importó un carajo cuando nunca volvió a ella.
Y luego nos preguntamos por qué Ferrol se está cayendo en pedazos: Pues fácil... porque somos unos brutos y unos pailanes, por nada más.





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