Estamos en el periodo de la historia de la humanidad en el que más acceso tenemos a la información. Escribir en días como hoy supone un reto mayor que en cualquier otro momento; leéis estas palabras con un día de retraso por lo menos, y todo huele a rancio y a humedad. El discurso del rey queda tan lejos como la cacerolada de los comunistas o como las Pepitas desde los balcones: Todo ha pasado hace muchísimo tiempo.
En el momento en que escribo nada turba el silencio en Ferrol. Escucho el sonido de mis dedos en las teclas e incluso el ventilador del ordenador. Es posible que algunos celebraran nuestra fiesta en sus casas, es posible que nada os mueva a levantaros, es posible que no os haya dado tiempo a comprar vuestro regalo para Papá, para Pepe o para Josefina, e incluso que os hayáis criado en esos tiempos en que San José era una de las mayores solemnidades de la Iglesia Católica y echéis de menos asistir a los sagrados oficios.
Dios está presente pese a todo, y perdonad que me ponga así: Llevamos décadas soportando que de la Iglesia Católica sólo se hable mal o no se hable. Muchos creyentes creemos que no siempre es fácil poner la otra mejilla y aún así intentamos hacerlo, pero en este momento creo necesario recordar que muchos no podrían superar este confinamiento sin ayuda de instituciones dependientes de los oscuros, malvados y retorcidos curas.
La izquierda comunista y separatista no ceja en su empeño de demostrarnos a todos que se puede parecer estúpido y sectario y sin embargo ser imbécil y malnacido. Algunos siguen demostrando que todo esto es una conspiración de China, y otros dicen que tras Juan Carlos se va a abrir la presa de las mentiras y toda la partitocracia va a implosionar detonados por Pujol. A los ciudadanos nos alegra una niña aplaudiendo en un balcón, un soldado llevando la compra de una anciana, una llamada no esperada y el anhelo de saber que estamos cada día más cerca de celebrar la mayor fiesta de nuestra vida... y ya puestos lanzo el órdago: El primer sábado que se pueda inauguramos la Plaza de los Tilos Holandeses de Concepción Arenal todos juntos, nos partimos de risa, nos damos la mano, nos abrazamos, morreamos con nuestras parejas, rondamos, sacamos un trono, repicamos las campanas, hacemos la Fashion Night, aplaudimos al personal sanitario y convertimos al ser humano en el centro de todo lo que importa.
Porque en serio, y por más que nos enciendan... hoy todos sabemos que estamos en manos de que la naturaleza genere aleatoriamente un proceso que nos lleve más allá del ocaso... ¿En serio creemos que merece la pena seguir peleándonos?
En el momento en que escribo nada turba el silencio en Ferrol. Escucho el sonido de mis dedos en las teclas e incluso el ventilador del ordenador. Es posible que algunos celebraran nuestra fiesta en sus casas, es posible que nada os mueva a levantaros, es posible que no os haya dado tiempo a comprar vuestro regalo para Papá, para Pepe o para Josefina, e incluso que os hayáis criado en esos tiempos en que San José era una de las mayores solemnidades de la Iglesia Católica y echéis de menos asistir a los sagrados oficios.
Dios está presente pese a todo, y perdonad que me ponga así: Llevamos décadas soportando que de la Iglesia Católica sólo se hable mal o no se hable. Muchos creyentes creemos que no siempre es fácil poner la otra mejilla y aún así intentamos hacerlo, pero en este momento creo necesario recordar que muchos no podrían superar este confinamiento sin ayuda de instituciones dependientes de los oscuros, malvados y retorcidos curas.
La izquierda comunista y separatista no ceja en su empeño de demostrarnos a todos que se puede parecer estúpido y sectario y sin embargo ser imbécil y malnacido. Algunos siguen demostrando que todo esto es una conspiración de China, y otros dicen que tras Juan Carlos se va a abrir la presa de las mentiras y toda la partitocracia va a implosionar detonados por Pujol. A los ciudadanos nos alegra una niña aplaudiendo en un balcón, un soldado llevando la compra de una anciana, una llamada no esperada y el anhelo de saber que estamos cada día más cerca de celebrar la mayor fiesta de nuestra vida... y ya puestos lanzo el órdago: El primer sábado que se pueda inauguramos la Plaza de los Tilos Holandeses de Concepción Arenal todos juntos, nos partimos de risa, nos damos la mano, nos abrazamos, morreamos con nuestras parejas, rondamos, sacamos un trono, repicamos las campanas, hacemos la Fashion Night, aplaudimos al personal sanitario y convertimos al ser humano en el centro de todo lo que importa.
Porque en serio, y por más que nos enciendan... hoy todos sabemos que estamos en manos de que la naturaleza genere aleatoriamente un proceso que nos lleve más allá del ocaso... ¿En serio creemos que merece la pena seguir peleándonos?
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