El actual presidente del gobierno pasará a la historia, sin duda, en eso tanto su ego como el de su persona pueden darse por cumplidos y ya puede decirle a sus descendientes que nunca se le olvidará. Hasta aquí las cosas buenas.
La sanidad privada ha sido la pieza clave para que el sistema no se desmoronase, puesto que no podemos pagar para sustituir sus servicios por una sanidad 100% pública, y esa es su primera mentira... claro que esta demostración empírica también es aplicable a la educación, cuya ministra lo más que había hecho en esta crisis es generar desconcierto en las autoridades autonómicas, en las educativas y en las familias hasta que el otro día se sintió en la necesidad de reafirmar en una entrevista que el gobierno no debe aceptar críticas a su gestión.
Pedro Sánchez ha mentido con diferentes aptitudes: Empezó en su habitual tono chulesco, luego pasó al contrito, luego volvió al soberbio y ahora está entre el suplicante y el sarcástico. Esperar que vaya a decir la verdad o a demostrar humildad o arrepentimiento es como pedirle a una rata callejera que se lave las manos antes de comer.
Sabía que el virus avanzaba, desoyó las recomendaciones acerca de suspender los actos feministas, aceptó los chantajes de Iglesias, se achicó ante los presidentes autonómicos... y continuó con sus intentos de politizar todos los niveles de nuestra vida y de nuestra sociedad hasta que los hechos lo superaron por completo. A todo esto se une su hipócrita solicitud de sumisión total a las decisiones de su antes pobladísimo gabinete, el anuncio de las movilización de 200.000 millones de euros, las acusaciones sin fundamento contra la oposición (ya amenazas), la obcecación en comparaciones con otros países basadas en estudios fraudulentos, la indecente ocultación de los contagiados en su entorno, el triaje de los ancianos, la descoordinación entre las autonomías,la egoísta utilización de medios públicos para su seguridad y la de los suyos... y decenas de miles de muertos, que es de lo que muchos se olvidan a diario.
Sánchez ha sido uno de los responsables de esta catástrofe, concretamente el máximo responsable. De nada vale intentar decir que todos somos responsables, que la oposición tiene que ser leal, que la sociedad es parte de la solución... es el presidente del gobierno, va a la boda de su cuñado en helicóptero y lleva a su mujer a un concierto en avión, y eso es un pago que él mismo se ha inventado, pero que lo cobra por ser el máximo responsable de España, que es de lo que se trata.
A mí me ha confirmado que es un tipo peligroso, algo así como un mono con una caja de granadas, pero especialmente grave es su ataque a la libertad de expresión desde las redes sociales, la prensa o las fuerzas de seguridad: Perfiles falsos que le jalean en las redes, censura de informaciones incómodas, negación a informar de quiénes son los proveedores, acusaciones y amenazas a los partidos de derechas de difundir bulos, miles de cuentas falsas siguiéndole a él y a uno de sus ministerios, pagos a los medios privados de comunicación afines, secuestro de los públicos, campañas institucionales multimillonarias... para todavía no haber conseguido nada más eficaz que mantenernos estabulados como a ovejas y aún así no haber conseguido mucho más que empatar cada día al total de fallecidos desde que empezó la crisis en muchos países que sí supieron anticiparse.
Ha pasado ya tanto tiempo que parecemos olvidar la anulación del congreso mundial de telefonía, las fotos de las ministras socialistas con guantes en las manifestaciones feministas, las consignas para que no se bese, la solicitud de ayuda a la OTAN diciendo que la crisis empezó el 9 de marzo, el confinamiento retrasado al lunes... no, queridísimos lectores: Sánchez no ha hecho nada bien, y su estupidez de solicitar plenos poderes lo inculpa totalmente de todo lo sucedido y mitiga casi por completo la responsabilidad de cualquier otro actor político.
Su ególatra personalidad le va a imposibilitar hacerse a un lado, pero es peor su sectarismo, que va a impedir que haya una gran coalición... no tendrá más remedio que convocar pronto elecciones, y el tiempo corre en su contra cada día que alguien los denuncia, que se descubre otra compra fallida, que las estadísticas demuestran que somos el país que peor ha gestionado la crisis, que la prensa de izquierdas no puede manipular a cuarenta y siete millones de personas, que el CIS de Tezanos se ha convertido en una ópera bufa a la que nadie hace caso, que los sondeos muestran a las claras que posiblemente ya nunca vuelva a tener una mayoría suficiente para gobernar.
Y mientras leéis esto, recordad otra vez que en el tiempo que ha transcurrido desde que empezasteis a leer y este preciso instante, diez vidas han dejado de serlo, diez corazones se han parado, diez almas han abandonado su cuerpo terreno y en el congreso discuten si dos personas que duermen juntas pueden ir en el mismo coche o sacar a sus hijos de paseo.
La sanidad privada ha sido la pieza clave para que el sistema no se desmoronase, puesto que no podemos pagar para sustituir sus servicios por una sanidad 100% pública, y esa es su primera mentira... claro que esta demostración empírica también es aplicable a la educación, cuya ministra lo más que había hecho en esta crisis es generar desconcierto en las autoridades autonómicas, en las educativas y en las familias hasta que el otro día se sintió en la necesidad de reafirmar en una entrevista que el gobierno no debe aceptar críticas a su gestión.
Pedro Sánchez ha mentido con diferentes aptitudes: Empezó en su habitual tono chulesco, luego pasó al contrito, luego volvió al soberbio y ahora está entre el suplicante y el sarcástico. Esperar que vaya a decir la verdad o a demostrar humildad o arrepentimiento es como pedirle a una rata callejera que se lave las manos antes de comer.
Sabía que el virus avanzaba, desoyó las recomendaciones acerca de suspender los actos feministas, aceptó los chantajes de Iglesias, se achicó ante los presidentes autonómicos... y continuó con sus intentos de politizar todos los niveles de nuestra vida y de nuestra sociedad hasta que los hechos lo superaron por completo. A todo esto se une su hipócrita solicitud de sumisión total a las decisiones de su antes pobladísimo gabinete, el anuncio de las movilización de 200.000 millones de euros, las acusaciones sin fundamento contra la oposición (ya amenazas), la obcecación en comparaciones con otros países basadas en estudios fraudulentos, la indecente ocultación de los contagiados en su entorno, el triaje de los ancianos, la descoordinación entre las autonomías,la egoísta utilización de medios públicos para su seguridad y la de los suyos... y decenas de miles de muertos, que es de lo que muchos se olvidan a diario.
Sánchez ha sido uno de los responsables de esta catástrofe, concretamente el máximo responsable. De nada vale intentar decir que todos somos responsables, que la oposición tiene que ser leal, que la sociedad es parte de la solución... es el presidente del gobierno, va a la boda de su cuñado en helicóptero y lleva a su mujer a un concierto en avión, y eso es un pago que él mismo se ha inventado, pero que lo cobra por ser el máximo responsable de España, que es de lo que se trata.
A mí me ha confirmado que es un tipo peligroso, algo así como un mono con una caja de granadas, pero especialmente grave es su ataque a la libertad de expresión desde las redes sociales, la prensa o las fuerzas de seguridad: Perfiles falsos que le jalean en las redes, censura de informaciones incómodas, negación a informar de quiénes son los proveedores, acusaciones y amenazas a los partidos de derechas de difundir bulos, miles de cuentas falsas siguiéndole a él y a uno de sus ministerios, pagos a los medios privados de comunicación afines, secuestro de los públicos, campañas institucionales multimillonarias... para todavía no haber conseguido nada más eficaz que mantenernos estabulados como a ovejas y aún así no haber conseguido mucho más que empatar cada día al total de fallecidos desde que empezó la crisis en muchos países que sí supieron anticiparse.
Ha pasado ya tanto tiempo que parecemos olvidar la anulación del congreso mundial de telefonía, las fotos de las ministras socialistas con guantes en las manifestaciones feministas, las consignas para que no se bese, la solicitud de ayuda a la OTAN diciendo que la crisis empezó el 9 de marzo, el confinamiento retrasado al lunes... no, queridísimos lectores: Sánchez no ha hecho nada bien, y su estupidez de solicitar plenos poderes lo inculpa totalmente de todo lo sucedido y mitiga casi por completo la responsabilidad de cualquier otro actor político.
Su ególatra personalidad le va a imposibilitar hacerse a un lado, pero es peor su sectarismo, que va a impedir que haya una gran coalición... no tendrá más remedio que convocar pronto elecciones, y el tiempo corre en su contra cada día que alguien los denuncia, que se descubre otra compra fallida, que las estadísticas demuestran que somos el país que peor ha gestionado la crisis, que la prensa de izquierdas no puede manipular a cuarenta y siete millones de personas, que el CIS de Tezanos se ha convertido en una ópera bufa a la que nadie hace caso, que los sondeos muestran a las claras que posiblemente ya nunca vuelva a tener una mayoría suficiente para gobernar.
Y mientras leéis esto, recordad otra vez que en el tiempo que ha transcurrido desde que empezasteis a leer y este preciso instante, diez vidas han dejado de serlo, diez corazones se han parado, diez almas han abandonado su cuerpo terreno y en el congreso discuten si dos personas que duermen juntas pueden ir en el mismo coche o sacar a sus hijos de paseo.
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