Era una tarde fría de un invierno que se alargaba demasiado. Después de un duro día de trabajo leía las Cartas Marruecas de Cadalso mientras un tibio rayo de sol me impelía a dormitar. En el preciso instante en que me empezaba a abandonar a los brazos de Morfeo escuché cerrarse la puerta de la calle: Sin duda mi mujer había salido para hacer algo. El súbito golpe de la puerta me despertó y me trajo de vuelta de finales del Siglo XVIII, por lo que decidí proseguir con la lectura en la que me hallaba enfrascado. La correspondencia entre los protagonistas del escrito describían los caracteres de las distintas provincias de España: "Los gallegos, en medio de la pobreza de su tierra, son robustos; se esparcen por la península a emprender los trabajos más duros, para llevar a sus casas algún dinero físico a costa de tan penosa industria. Sus soldados, aunque carecen de aquel lucido exterior de otras naciones, son excelentes para la infantería por su subordinación, dureza de cuer...
Llega un momento en la vida en que empiezas a creer que la palabra es importante. Estas son mis armas para luchar por y para tratar de mejorar el mundo.